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El hogar donde las mujeres víctimas de la violencia de género y sus familias vuelven a reconectar con sus vidas

Noelia Bada es psicóloga de la Casa Malva desde su apertura en el año 2007, se encarga del acompañamiento psicológico de las víctimas: "Ellas vienen de una relación que ha enfermado, nosotras debemos establecer una relación curativa".

Por Redacción 12grados

La Casa Malva nació en Xixón en marzo del año 2007 para ofrecer atención integral a mujeres víctimas de violencia de género. Forma parte de la Red Regional de casas de acogida, un conjunto de viviendas y pisos tutelados destinados a mujeres y a sus hijos que necesitan una vivienda para poder rehacer sus vidas lejos de la violencia machista. En España, desde que se empezase a contar en el año 2003, se han producido 1167 feminicidios según el Ministerio de Igualdad. Según otros índices son todavía más. La violencia contra las mujeres es una emergencia social por eso inicativas pioneras como la La Casa Malva son fundamentales para evitar contar más víctimas. Cuando las mujeres acceden junto a este a centro no solo obtienen un hogar temporal sino atención de profesionales como Noelia Bada, psicóloga de la Casa Malva desde su apertura.

Noelia Bada, psicóloga en la Casa Malva.

-¿Cuantos ingresos se producen de media al año en la Casa Malva?

-Estamos en torno a los 90 ingresos al año. Todos esos ingresos los atiendo en la fase de acogida, que es la primera fase del centro, la fase de urgencia.

-¿Cómo funciona el proceso de tratamiento y apoyo a las ingresadas?

-El trabajo en la Red de Casas de Acogida, conformados por 3 casa en Gijón, Oviedo y Avilés, se basa en el mismo método en todas las casas pero solo la de Gijón tiene atención integral. Primero está la fase de acceso, que es cuando las mujeres, su entorno o profesionales contactan con nosotras a través de en un teléfono de emergencia, que funciona a todas las horas del año. Una vez que se decide el ingreso, la mujer entra en la fase de acogida que durante la que se realiza la primera atención de urgencia de apoyo emocional y psicológico. Una vez pasadas las primeras semanas de acogida, se pasa a la fase de larga estancia. Aquí se asientan los objetivos de la mujer, se establece el proyecto de recuperación personal como ella desee plantearlo, se diseñan las intervenciones y derivaciones que se vayan a tener que hacer. Durante todo ese proceso yo estoy en el acompañamiento psicológico, que es distinto al de la fase de acogida, pues en esta etapa se puede tratar de forma más profunda el trauma y la relación violenta desde una mayor tranquilidad.

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-¿De cuánto es la duración del ingreso?

-En la Casa Malva la fase de larga estancia está estipulada en torno a 6 meses. Pero cada caso y cada mujer son diferentes. También los procesos judiciales y sociales varían. Además, una mujer puede ingresar con hijos o sin ellos y eso también cambia la situación. Entonces siempre hay que flexibilizar. Si una mujer soluciona sus cuestiones, tiene un buen proyecto de recuperación personal y puede llevar una vida independiente aún continuando un seguimiento psicológico externo, puede hacer el proceso en menos tiempo. No es un tiempo fijo y cerrado.

Cada caso es único y no existe un perfil de víctima.

-Exacto. La definición base de violencia de género es la violencia que se ejerce contra una mujer solo por el hecho de ser mujer. A partir de ahí, cualquier mujer es susceptible de padecerla. No depende de sus condiciones particulares, únicamente de que sea mujer. Podemos hablar tanto de chicas jóvenes y adolescentes como de mujeres que mantienen una relación desde hace treinta o más años y que por la educación patriarcal no identificaron antes que lo que sufrían era violencia de género. No solo hablamos de diferentes edades. También de diferentes culturas perfiles sociales o laborales o diferente formación académica. Todo esto en la violencia de género no influye porque es algo que no depende de la mujer, sino del agresor que la realiza. La educación patriarcal sitúa a las mujeres en una posición inferior a la de los hombres. Tenemos que dar dobles pasitos para llegar al mismo sitio. Si ese sistema patriarcal y esa inferioridad en cuanto a derechos de las mujeres la estiras y llegas a un extremo das con la violencia de género, que es la expresión más grave de ello.

La Casa Malva.

-¿Existe un patrón en el perfil de maltratador?

-Si es cierto que encuentras determinadas cuestiones que se parecen. No se si tanto como para establecer un perfil, pero sí es verdad que la violencia de género, aunque tiene diferentes maneras, actúa de una forma muy determinada en las mujeres. Las consecuencias que las mujeres padecen se parecen mucho. La base de la violencia de género por parte de un hombre a una mujer es el control. El control se puede ejercer de distintas formas, ya sea con un maltrato psicológico o físico e incluso a la sexual.

-¿El control lleva al maltratador a ver a la mujer como un «objeto» de su posesión?

-Se da una cosificación de la mujer. El agresor valora que es de su propiedad y le quita valor y humidad. Y como considera que es «una cosa que le pertenece», cree que está en su derecho de hacer lo que quiera con ella. Y si lo que establece el agresor es un control sobre la víctima, cuanto más aislada esté y menos posibilidades tenga de tener un entorno de participación y de poder ejercer sus derechos, más controlada va a estar.

-¿Cómo afecta la violencia de género a la relación de las víctimas con su entorno?

-El aislamiento es una de las bases de la violencia de género. Las víctimas suelen participar menos en cuestiones sociales y suelen perder amistades y relaciones familiares. En la mayoría de casos se dan consecuencias que tienen que ver con la culpa y la vergüenza. Se cuestionan si lo que les pasa es porque ellas han hecho algo mal y no saben comunicar lo que ocurre a su entorno para que les crean y entiendan. Además, los agresores de puertas para dentro pueden mostrar una cara, pero de puertas para fuera otra muy distinta. Las víctimas tienen miedo a que les digan que están exagerando o mintiendo. Identificarse como víctima de violencia de género dentro de la pareja cuesta mucho, porque tienes que entender que la persona a la que quieres es la que más daño te hace, y eso es muy complicado. Existe un componente sentimental y emocional muy fuerte y esto puede derivar en culpa, vergüenza, ansiedad, depresión… Un montón de consecuencias posteriores al maltrato.

«En la violencia de género también se busca suprimir la voluntad. En la Casa Malva trabajamos mucho el que la mujer se conecte de nuevo consigo misma».

-¿Qué sienten las mujeres en el momento de la denuncia?

-Es muy duro. En muchos casos las mujeres denuncian al hombre por el que aún guardan sentimientos y tienen que abrirse a contar cosas de su intimidad. Y, además,
está la incertidumbre. No saben que va a pasar después o si van a salir adelante solas, porque parte del maltrato psicológico suele conllevar frases del agresor como «sin mí no eres nada» o «no sabes hacer nada». En la violencia de género también se busca suprimir la voluntad. Y cuando una persona tiene su voluntad suprimida se acaban viviendo los deseos del otro y se impone su forma de vivir. En la Casa Malva trabajamos mucho el que la mujer se conecte de nuevo consigo misma. Pero el acompañamiento debe de ser respetuoso, ellas son adultas, independientes y dueñas de su vida. Ellas vienen de una relación que ha enfermado, por lo tanto nosotras debemos establecer una relación curativa.

-¿Llega a desaparecer alguna vez el trauma?

-El trauma hay que trabajarlo y tenemos que tender a una curación óptima. Hay distintas fases de recuperación y depende también de la seguridad de la mujer. Tiene que hacer un duelo, al final está tomando una decisión muy importante en su vida para volver a una vida normal, sin violencia, donde ejercer sus derechos como ciudadana. Es un proceso largo y doloroso, pero hay que tender a que las mujeres sí pueden salir de la violencia de género.

El último miércoles de cada mes varios grupos feministas se juntan para condenar la violencia de género. En Gota de Leche atan los nombre de las mujeres asesinadas y los huérfanos que dejan.

-Cuando existe violencia de género en el seno familiar, ¿cómo se les explica a los niños lo que está pasando?

-A finales del año pasado hubo un cambio en la Ley Integral (Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género 1/2004) donde los niños pasaban de ser espectadores de la violencia de género a ser víctimas de ella. A un menor no tienes por qué golpearle para que esté sufriendo de esta violencia, cuando es su madre la que la está sufriendo también repercute en su vida. Cuando llegan a la Casa Malva el trabajo se suele hacer siempre a través de la madre, porque es lo más oportuno. Una compañera dijo una vez una frase que me pareció muy interesante y fue que «la mayor resiliencia de un menor es su propia madre». Nosotras intentamos que el niño se adapte lo mejor posible a la Casa. Hay que adaptarse a la edad de los menores para ver la forma en la que se le cuentan las cosas, cuánto entiende y qué te transmite, porque hay veces que el menor no te pregunta porque no quiere saber y tampoco hay que darle más información de la que pida.

-La Casa Malva actúa cuando ya se ha producido la situación de violencia. ¿Qué se puede hacer para que nunca llegue este momento?

-La prevención es básica, y a través de la educación podemos eliminar roles y estereotipos de género. Siempre que eduquemos en igualdad va a haber muchísimas menos probabilidades de que los hombres ejerzan violencia contra las mujeres. Pero no solo en los centros educativos. También en la familia, en la sociedad, en la publicidad… Luego, la Ley Integral es una buena ley y hay que aplicarla porque protege a las mujeres. También los profesionales que nos dedicamos a ello debemos seguir haciéndolo y manteniendo recursos como los que tenemos aquí en Asturias. También son importantes las campañas de sensibilización, pues ayudan a romper los estereotipos de esta violencia, como cuando se dice que una mujer no sale de una relación abusiva porque no quiere cuando no es cierto, son los problemas psicológicos las que la impiden escapar de ahí. Por ello, los profesionales debemos trabajar para eliminar estos estereotipos y poner nombre y apellidos a lo que es violencia de género.

Este viernes 25 de noviembre las feministas saldrán a la calle para volver a clamar contra la violencia machista: NI UNA MENOS.