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Entrevista con Nøgen: «Lo que se ve encima del escenario es la realidad, el público se transforma en uno más de nosotros»

Markel Idigoras es el impulsor de esta banda de pop-folk donostiarra que en su primera gira ya visitó escenarios de Japón y Cuba, y que llega a Asturies con su tercer albúm.

Por Marta F. Silverio

Es 2016 y Markel Idigoras rasga su ukulele en una habitación de Dinamarca. Por su cabeza pasan recuerdos del mar, de sus amigos y amigas, de su tierra. De la morriña de Idigoras nacieron los primeros versos desnudos de lo que unos meses después será Nøgen (‘Desnudo’ en danés). Al regresar a Donostia, se reunió con su amigo, el guitarrista Álex Irazusta, y poco después se unieron el batería Jokin Guilisagasti, la bajista Olatz Cuevas y la cantante Ane Negueruela. En sus letras, siempre en euskera, hablan de temas cotidianos buscando metáforas cotidians, sin grandilocuencias. Con sus ritmos pop-folk conectan con el público a través de las fronteras gracias al apoyo de las instituciones vascas. Este sábado 2 de febrero atraviesan el norte para llegar Uviéu donde presentan su tercer álbum, ‘Åben Cirkel’ (‘Círculo Abierto’) a las 21.30 en La Salvaje.

—La gira comenzó en febrero y ya lleváis cuatro fechas ¿cómo está siendo la acogida?

—Hemos apostado por una gira estatal, yendo a sitios donde nos conocen menos que en País Vasco y está siendo increíble. Están siendo plazas muy cercanas. Mucha gente nos descubre por primera vez y sale con una sensación parecida a la nuestra, con un tono de ilusión en la piel.

—¿Qué significa ‘Åben Cirkel’?

—Es un círculo abierto. Tanto el disco como la vida lo vemos como un círculo abierto en constante evolución, que nunca se cierra. Lo comparamos con dos imágenes: un río en constante movimiento en el que, como las aguas no paran, nunca podrás bañarte en el mismo río; o un lugar, que a través del tiempo, se convierte en otro distinto.

—¿Esta filosofía y metáforas abundan en vuestras letras?

—Nos gusta hablar con el lenguaje de todos los días y fijarnos en la realidad tangible que tenemos en a nuestro al rededor.

—En temas como ‘Glastonbury’ hacéis referencia a Seúl, donde girasteis en 2018. ¿Lo compusisteis durante ese viaje?

—No está compuesto durante ese periodo pero sí que hace referencia a esos recuerdos del camino. Es como una foto de estos dos años en los que lo hemos hecho. Ha habido algunos cambios en el grupo y creo que también refleja este avance. Teníamos la necesidad de trabajar cada canción, darle a cada una algo diferente. Por eso ha sido un proceso tan largo. Es un disco corto, solo tiene siete canciones, pero no ha sido hecho rápido.

—¿Estos cambios se aprecian también en la música?

—Como somos muy melómanos y siempre estamos escuchando música vamos incorporando nuevas referencias. Nos fijamos en los detalles de bandas que nos gustan como Sam Fender, Holly Humberston, The 1975… De ese popurrí sacamos lo que somos.

—Ahora estáis de gira estatal, pero también habéis girado internacionalmente ¿Cómo lográis conectar con un público tan diverso?

—Una cosa que nos dicen mucho es que se ve que somos cinco personas que disfrutan sobre el escenario. No queremos grandilocuencias o conseguir cosas extraordinarias en el mundo de la música. Queremos tocar, disfrutar y hacer que la gente disfrute con nosotros de una forma muy orgánica, sin darle tres mil vueltas de tuerca.

—¿Cuándo tocáis fuera de Euskadi se produce la misma conexión con el público?

—Siempre es algo diferente, incluso dentro de Euskadi. Creo que hasta en cada barrio de una ciudad es distinto. Pero sí que hay cambios mayores cuando cambias de continente. En Japón se vive de una forma muy diferente aquí, es inevitable que la reacción del público sea otra. Pero es un público muy curioso y están muy acostumbrados a que haya grupos de diferentes lugares. No observan tanto porqué es tan diferente este grupo en cuanto a idioma, por ejemplo, sino que se fijan más en la música.

—¿Cómo acabásteis girando por Japón y Corea?

—Desde las instituciones vascas se promueve mucho. Etxepare [el Etxepare Euskal Institutua es el organismo público dedicado a la cultura y lengua vasca] da unas ayudas para que los músicos pequeños podamos salir fuera, de no ser así no podríamos permitírnoslo.

—Desde Asturies miramos incluso con cierta  envidia este tipo de oportunidades. ¿Qué distingue a la escena musical vasca?

—En Esukadi hay una especie de oasis musical. Hay una escena bastante densa de bandas emergentes, más facilidades para tocar y hay bastante hermanamiento entre músicos.

—¿En vuestros planes entra una nueva gira internacional con este disco?

—Ahora nuestro plan es girar por todo el Estado, en verano lo haremos por Euskal Herria y de cara al 2025 todavía no tenemos todo cerrado, pero sí tenemos la intención. En cada disco siempre buscamos internacionalizar, aunque sea con una pequeña gira por Europa o México.

—Aunque Dinamarca fue el origen de la banda y seguís apuntando allí titulando vuestros temas con palabras en danés ¿todavía no habéis tocado allí?

—No. Pero antes de que un día se disuelva el grupo tenemos que hacerlo. No nos preocupa porque sabemos que es algo que va a pasar. Es justicia poética. A ver si me oyen los de la oficina e intentamos en el 2025 una gira europea que pase por Dinamarca.

—A pesar de moveros tanto, ninguno de vosotros se dedica profesionalmente a la música.

—Así es. Y además somos de perfiles muy variados, tenemos una médica, dos profesores, yo soy diseñador y el guitarrista tiene una marca de ropa.

«Al publico le queremos ofrecer algo de verdad, un momento nuestro, es como si se asomaran a nuestro ensayo e incluso que escuchen nuestras chorradas, que sean uno más»

—¿Cómo encontráis el espacio para la música con vidas tan diferentes?

—Pidiendo muchos favores y mucho perdón e intentando hacer un puzle lo más coherente posible con una vida llena. Si no fuéramos amigos sería mas difícil hacer el puzle. Además nosotros entendemos la música desde ese punto de partida. Al publico le queremos ofrecer algo de verdad, un momento nuestro, es como si se asomaran a nuestro ensayo e incluso que escuchen nuestras chorradas, que sean uno más. Está malamente de moda vivir con mucha ansiedad y estrés, pero si quieres cumplir este sueño, tener una banda tiene que ser tu objetivo principal. Llegar a un concierto y subirnos al escenario. Solo por eso ya lo merece todo.

—¿Os gustaría poder dedicaros exclusivamente a la música?

—En parte sí, sería una cosa muy bonita. Pero personalmente siempre me ha pasado que cuando tienes varios trabajos y uno te ocupa más que los demás, aunque te guste lo coges con menos ilusión que al que dedicas menos tiempo.  Habría que gestionar ese equilibrio, pero estaría bien.

—Habéis llegado a tocar en grandes escenarios, como los del BBK, pero a veces os encontráis en una sala con apenas un puñado de personas. ¿Os afecta?

—Hemos tenido algún concierto con muy poca gente, pero los que estaban disfrutaron mucho. A todo el mundo le encanta tocar delante de 600 personas y que todo el mundo cante las canciones, es precioso. Pero eso pasa pocas veces y malacostumbrarse a ello no es bueno. Porque vienes de ahí y luego te pasa algo como cuando en Vigo fuimos casi más personas encima del escenario que en el público y te llevas un chasco. Cuando te pasa al principio, que tienes tres o cuatro conciertos con mucha gente, lo normalizas. Pero ahora lo vemos de otra manera. Por ejemplo, en esta última gira hicimos un bolo en Bilbo con todo el aforo vendido y fue un público espectacular, de los mejores que tuvimos nunca. Con el tiempo que llevamos en la banda hemos aprendido a disfrutar de estos momentos, aprovecharlo. No sabemos si se volverá a repetir y tenemos que vivirlo al máximo.


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