12grados

Sin cookies. Sin anuncios. Sin coste.

La crónica: Rodrigo Cuevas dejó muda la noche de Poniente

El artista folclórico presentó anoche en Gijón su cabaret-zarzuela "Barbíán".

Por Redacción 12grados

A Rodrigo Cuevas le imponía actuar anoche en la explanada de Poniente. Según sus propias palabras quizás sea el escenario más grande al que se suba jamás. Ante ese público que «parece no tener fin», Cuevas tenía miedo de que la gente, con ganas de fiesta y jaleo porque celebraban las fiestas de la ciudad, no llegase a conectar con su espectáculo. Pero en la segunda canción ya se los había ganado a todos y todas.

En la explanada se habían juntaron cientos de personas que seguían con la mirada y los oídos todos los pasos del agitador folclórico del siglo XXI. Cuevas presentó el show «Barbián», creado por Fernando Carmena, para el que el asturiano se transforma en el maestro de ceremonias de un cabaret en el que suenan la zarzuela, el chotis, la jota y el cuplé.

A las obras de ópera chica de Pablo Sorozabal, las letras de Pío Baroja y la voz de Cuevas, se suma la producción musical de Richar Veenstra y Frank Merfort. El espectáculo narra diversas historias del Madrid decimonónico en el que triunfaban las zarzuelas, con relatos míticos del origen de la jota e historias de «mujeres bien» y de otras que el asturiano define como «mujeres de mal vivir, un poco malas, o más bien, mal vistas».

«Barbián» propone un viaje emocional con temas pasionales y festivos como «Carceleras», momentos intimistas con canciones para la nostalgia y la melancolía e incluso un chotis intrigante que relata un crimen de Chinchón que anoche se transformó en el «Xotis de Xixón». Cuando Cuevas bromeaba el público reía, si meneaba las caderas se movían con él y mientras entonaba temas delicados junto a las voces de la Capilla Polifónica de Oviedo, se hizo el silencio en todo Poniente para escucharle.

Si Rodrigo Cuevas salió tímido al escenario, las inseguridades le abandonaron en escasos segundos. Al ritmo de una samba picante bajó de las tablas para cantar entre el público y antes de terminar celebró la fiesta de Gijón escanciando unos culines de sidra. El de anoche fue un concierto cercano, en el que los gijoneses se encontraban ante un viejo amigo al que admiran desde el cariño.

Cuevas hizo gala una vez más de su talento para romper las fronteras entre los géneros, entre la tradición y la modernidad y combinar sus múltiples facetas artísticas en un mismo show. Parece irresistible la idea de definirle como el nuevo Freddie Mercury cuando dirige al público para que canten armonías, o compararlo con Rocío Jurado cuando levanta el abanico mientras canta. Pero nos hallamos ante el primer y el único Rodrigo Cuevas y ayer demostró que no se le resiste ningún escenario.