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Recuperando proyectos de vida en la Finca Maravillas

En una finca recuperada en Tremañes, las personas con trastornos severos de salud mental trabajan para encontrar salud en las rutinas.

Por Ana Ibarz

En medio del polígono de Tremañes, emerge un oasis cultivado a lo largo de los años por decenas de personas que un día perdieron su proyecto de vida y entre plantas y cuidados fueron a recuperarlo. La Finca Maravillas se sitúa en un antiguo colegio. En el edificio que antes ocupaban las clases en la que niños y niñas aprendían a sumar, ahora hay un taller de estampación con flores o un aula para hacer yoga y en los jardines se encuentra el gran tesoro de esta finca: invernaderos, huertos y árboles. Situada junto a las vías del tren y rodeada de carreteras grises, la Finca Maravillas deslumbra nada más cruzar su verja. Los bancos restaurados que abundan por el jardín rodeados de verde bañado por el sol parecen un lugar ideal para sentarse a escuchar esta historia.

Esta mañana, Alberto, David, Javi, Nacho, Rafa y Richard riegan, abonan, siembran, revisan cada tallo, cada hoja y cada flor para comprobar el estado de sus plantas y saber lo que cada una necesita para seguir creciendo. Desde hace más de cinco años cuidan de los vegetales de la finca, aprendiendo una rutina y un oficio que da sentido a sus vidas. Richard es el más veterano, llegó a la finca el mismo día que viejo colegio reabrió sus puertas hace ya diez años. Entonces la casa de piedra que ahora utilizan para realizar actividades los días que la meteorología impide cuidar del jardín, todavía conservaba aspecto de ruina. Él, junto con otras decenas personas que han pasado por la finca, convive con un trastorno de la salud mental severo, pero a lo largo de los años han trabajado reparando la casa y cuidando de las plantas, adquiriendo rutinas que mejoran su salud y haciendo de esta finca su proyecto personal.

Descanso después de hacer sus tareas en la Finca Maravillas, sentados en uno de los bancos que repararán.

“Para gran parte de estas personas su vida es esto”, cuenta Jessica López educadora social de la finca gestionada por la asociación AFESA y la Fundación Municipal de Servicios Sociales de Xixón. Actualmente unas veinte personas participan en el proyecto de inclusión, en su mayoría hombres cuya media de edad ronda los 45 años. Con ellos trabajan Jéssica, la educadora, una técnica de jardinería y una terapeuta ocupacional. “Vienen en función de los días que su profesional de referencia les aconseja. Algunos que solo tienen esta actividad durante la semana, y los que tienen otras, se lo combinan”, explica López.

El objetivo del proyecto es ofrecer a personas cuyas circunstancias personales han empujado a los márgenes de la sociedad, la oportunidad de volver a incluirse en ella a través del trabajo. En la finca adquieren rutinas, se marcan pequeños objetivos diarios como recoger las hojas del suelo o preparar el compost y objetivos más grandes, como poder reincorporarse a la vida laboral más allá de este oasis de Tremañes.

Esta mañana, Alberto y David se encargan de deshojar ramas en cubos para almacenar y hacer compost, Javi escoba uno de los dos invernaderos, Nacho y Rafa criban tierra, mientras Richard recoge hojas con el rastrillo aunque a él lo que más le gusta es podar. Hace años que los seis se conocen, toman «el cafetín» juntos al llegar, se ponen el traje de jardineros y a faenar.  Comparten tareas y también disfrutan de la conversación en los descansos. La socialización es la parte favorita de Nacho, que durante dos años se tomó un descanso de la finca, pero terminó volviendo con muchas ganas. Hay personas que llevan una década trabajando en ella religiosamente, como Richard, los hay como Nacho que van y vuelven según sus circunstancias y hay quién pasa un tiempo por allí para no volver, porque han logrado construir su proyecto de vida en otros espacios.

La socialización a la que se refiere Nacho, es una parte indispensable del proyecto. «Hay muchos que no tienen familia o no tienen un circulo social», relata Jessica. El trabajo en la finca no solo les aporta rutinas, objetivos y aprendizaje, sino la oportunidad de relacionarse con otros compartiendo experiencias. Organizan comidas, festivales y todo tipo de encuentros; actúan, en definitiva, como una familia que se reúne con asiduidad en la que ya es su casa. Por eso durante el pandemia sufrieron un duro golpe, tras meses sin poder ir a Tremañes, algunos pasaron meses sin apenas relacionarse y hubo quien le cogió miedo al regresar a los jardines.

Vista de los invernaderos desde el interior del edificio de la finca.

Este año, han ido recuperando la normalidad y los huertos lucieron saludables durante todo el verano. Cuando llega el invierno y el tiempo no acompaña realizan manualidades, practican yoga y mindfulness, dos actividades relativamente nuevas, pero muy beneficiosas para su salud mental. La Finca Maravillas es un proyecto pensado para fomentar los cuidados con atención individualizada y apoyada en el trabajo en comunidad. Desde estos jardines contribuyen también a hacer una ciudad mejor. Actualmente están trabajando para favorecer que la ciudadanía la conozca, poder realizar visitas de colegios y otras actividades que permitan la integración ideal entre la ciudad y la finca. Como ejemplo de este espíritu, han empezado a recibir bancos degradados de las calles de Xixón. Y Alberto, Richard, Javi, David, Rafa y Nacho, junto con el resto de sus compañeros, los restauran; alguno de ellos luce ya en el patio de un colegio. Como ellos, algunos bancos restaurados se quedan en la finca convertidos en parte indispensable de este oasis, otros regresan a la ciudad para crear vínculos en otros jardines.