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Xixón y el cine III – La titánica labor de sacar adelante un proyecto audiovisual en la comunidad que menos invierte en cine

Hace cuarenta años Xixón se coló en todas las pantallas del mundo, hoy los cineastas asturianos batallan por seguir produciendo en la región y "piden ayuda" a las instituciones del Principado.

Por Marcos Fernández

Un mes de abril de hace cuarenta años, una producción española recibía por primera vez en la historia el mayor galardón cinematográfico al que un metraje puede optar, el premio Oscar. ‘Volver a empezar’, de José Luis Garci, llevaba las calles de Xixón a miles de pantallas alrededor del mundo. Esos mismos paisajes han inspirado otras muchas escenas cinematográficas, pero a día de hoy, las decenas de cineastas que las habitan luchan incansablemente por hacerse un hueco en el sector audiovisual. La situación actual de las producciones en el Principado es una moneda con dos caras. En el anverso está la motivación por seguir creando. Los cineastas locales son activos, ambiciosos, con talento y ganas de crear y mostrar al público su trabajo. En el reverso, las dificultades que experimentan para poder sacar adelante sus proyectos, acusada en gran medida por la falta de ayuda presupuestaria que reciben por parte de la administración autonómica: Asturies es hoy una de las comunidades autónomas que menos dinero público invierte para financiar la producción cinematográfica. A la cuestión económica se suma una larga lista de obstáculos como la burocracia para obtener permisos de rodaje.


Inés G. Aparicio, recogiendo el premio ‘Nuevas Realizadoras’ de la 60ª edición del FICX.

Hace cuatro años, la cineasta Inés G. Aparicio se presentó en el FICXPro, el espacio para profesionales del festival de cine de Xixón, con una idea: un cortometraje de animación 2D titulado ‘Cantar un batallón’. Su proyecto no fue seleccionado. Aquella fue la primera piedra en un camino lleno de baches y curvas peligrosas para esta película que entrelaza las memorias de la abuela materna de Aparicio con la historia de la cupletista asturiana Lilian de Celis. Sin embargo, su participación en el festival no fue en vano, allí nació la colaboración con Diego Herguera, de la productora vasca ‘Sultana Films’. Y cerrando el círculo, tres años después ‘Cantar un batallón’ se hizo con el premio ‘Nuevos/as realizadores/as del Principado de Asturias’ del FICX60. Para despedir esta etapa con un broche dorado Aparicio espera presentar su corto terminado en la próxima edición del festival en noviembre de este 2023, pero la cineasta no las tiene todas consigo.

«En otras comunidades, como el País Vasco, el apoyo a la cultura se diferencia por varios ceros»

Aparicio ha perdido la cuenta de las puertas en las que ha tocado. «Las subvenciones es la única manera de financiar el cine a no ser que tengas a alguien con mucho dinero detrás ayudando, que no suele ser el caso», explica. La ilusión con la que comenzó el proyecto ha ido diluyéndose entre el cansancio de enfrentarse concursos, residencias o subvenciones que pueden tardar más de medio año en cobrarse. «En muchas de ellas te piden adelantar el dinero cuando te conceden la ayuda, lo cual es un gran riesgo porque no sabes si va a fallar algo», relata la cineasta que ha llegado a pedir un crédito para poder costearse una ayuda. Su talento e insistencia la han llevado a conseguir la mayor subvención estatal que se puede recibir, adjudicada por el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales de España. Aún con los 21.000 euros de la citada ayuda y otros premios, Aparicio ha tenido que combinar dos trabajos para sacar este proyecto adelante y ni ella, ni su compañero Diego Herguera, han ingresado un solo euro en todo el proceso. La suya es una historia más de todas las gestas titánicas de productoras asturianas que luchan por hacer cine sin tener que abandonar su tierra. Porque, según relata Aparicio, en otras comunidades como el País Vasco, el apoyo a la cultura se diferencia por varios ceros.


Escena del documental ‘ReMine’ de Freews.

En el frente xixonés del sector cinematográfico, Marcos Merino y Marta Crestelo batallan desde 2012 con su productora Freews. Con su primer trabajo,’ReMine’, un documental sobre la cultura minera, cosecharon el éxito internacional en 33 festivales en 16 países. Desde entonces han realizado más largometrajes, cortometrajes, series de no ficción para televisión y documentales y se encuentran detrás del proyecto documental patrimoniuindustrial.com, para recuperar la memoria industrial utilizando contenido multimedia. «No hay visión, por parte de ningún representante público en Asturias, de la oportunidad que representa el audiovisual como si la hay a nivel nacional y europeo», esgrime Marcos Merino. Pero en esta lucha «toca ser pacientes y trabajar para que haya un cambio» y, para no quedarse en las palabras, crearon un laboratorio de proyectos cinematográficos, el ‘FilmLAB LaC6’ (cuya convocatoria para el próximo curso abrirá este mes de abril). La iniciativa ofrece a personas menores de 35 la posibilidad trabajar en sus ideas durante casi medio año utilizando recursos de la productora con la tutorización de más de una veintena de profesionales del sector.


Este gráfico muestra cómo la CCAA con menor inversión en cine es Asturies, que aporta desde sus prestadores públicos 87.464,64 € | Los datos se obtuvieron del Informe Anual FOE 2019 de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia.

«Asturias es la comunidad autónoma que menos invierte en cine», afirma el creador de Freews. Los datos le dan la razón. En 2020, último año para el que hay registros, el Principado invirtió a través de la RTPA, 40.344,81 € situándose solo por encima de Extremadura. La influencia de la pandemia y los confinamientos hizo mella en la inversión audiovisual y si cotejamos estos datos con los de años anteriores Asturies sale aún peor parada. En 2019 el Principado invirtió en la producción de cine y series 87.464 euros, situándose por tanto en la última posición. Estas cifras llaman especialmente la atención cuando se comparan con las de comunidades vecinas, como el Pais Vasco o Galicia, en las que las televisiones públicas dedican varios millones de euros anuales a financiar la producción audiovisual. Son aún más chocantes si añadimos a la ecuación que Asturies celebra uno de los festivales de cine independiente más prestigiosos del país, el FICX, que en sus última ediciones se convirtió en el certamen español que más financiación europea recibe. Ante la difícil situación las pequeñas productoras como Freews combaten por sacar proyectos adelante con todos los medios disponibles y poniendo en valor la creación asturiana


Abajo a la derecha Beatriz Meré, creadora de ‘Viesqueswood’, junto con compañeros

«No creo que se tenga que depender exclusivamente de subvenciones», opina Beatriz Meré que dirige la productora xixonesa Viesqueswood, «pero sí que son imprescindibles si el proyecto es grande y no tiene un colaborador que haga las veces de mecenas», matiza. Y es que el trabajo de producción incluye a muchas personas, fases y recursos que si no son bien gestionados o suceden imprevistos pueden convertirse en un agujero infinitos de gastos. «Una productora tiene que conseguir todo lo necesario para que un proyecto salga adelante. Puede intervenir de diferentes formas, tanto ejecutiva poniendo los fondos económicos, como gestionando los recursos, como en la parte creativa. O directamente, gestionando toda esa pirámide de personas que forma el equipo de trabajo de la película», explica Meré. Sin embargo, muchas veces el público no es consciente de la cantidad de trabajo que hay detrás de una película. La directora de Viesqueswood opina que existe un «gran desconocimiento» y no solo en el tema audiovisual, sino en el artístico en general. «Se tiende a veces a la idealización y otras a la infravaloración», recalca y relata que, en productoras independientes como la suya, hay que tirar de mucho esfuerzo y creatividad para sortear todos los imprevistos con los que puede encontrar un proyecto. Desde su atalaya en la calle Anselmo Solar siguen trabajando y formando a futuros cineastas para volver a hacer de Xixón un destino de cine.


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