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Emerxentes con Sergio Santurio: “Jugar con el arte desde diferentes lugares es la forma más sana de habitarlo”

El juguete favorito de Sergio Santurio (Xixón, 1991) eran los lápices de colores y su gran fascinación, desde niño, eran las plantas y animales que habitaban Santurio —el nombre de la parroquia xixonesa que acoge como apellido artístico—. Allí, en la casa de su abuelo, se pasaba las tardes explorando el universo natural que lo marcaría para siempre. Tal era su pasión por el mundo vegetal que solía decir que quería ser jardinero y aunque no terminó siéndolo, su práctica artística radica justo ahí, en unas biologías imaginarias, inspiradas por elementos naturales que le resultan curiosos o incluso místicos y que profundiza a través de la ilustración, pero también de otras disciplinas como la escultura, la fotografía o la escritura. 

Sergio Santurio

Su primer encuentro y mirada hacia la naturaleza fue lo local, Santurio, y en su sentido más amplio, Asturies. Sin embargo, su imaginario se alimenta también de otros paisajes y ecosistemas que ha explorado en sus viajes. Lugares como Costa Rica, Indonesia o Singapur que le han permitido observar una biodiversidad distinta y entornos que contrastan radicalmente con lo que tiene cerca de casa. Una antítesis que ha sido clave para ampliar su mirada y enriquecer la inspiración que compone su trabajo artístico. 

Los últimos catorce años de este “explorador de disciplinas”, como él mismo se define, han estado dedicados profesionalmente al arte, desde que inició sus estudios en ilustración en la Escuela de Arte de Uviéu. Desde entonces, Sergio Santurio ha transitado con libertad por las amplias posibilidades que le ofrece la creación artística. Para él, jugar con el arte desde diferentes lugares es la forma más sana de habitarlo. Con una gran vinculación a la botánica, a través de la conexión y el trabajo con la tierra, trata de contrarrestar el sedentarismo que implica la ilustración. “Mi intención, partiendo de la base artística es estar cada vez más vinculado al mundo botánico. Me parece un camino muy apropiado para vertebrar mi camino artístico”, afirma el artista. 

La ilustración es el lenguaje que mejor domina y la disciplina en la que más destaca. Aunque en los últimos años, a esta ecuación, la música, la escultura y la botánica han ido ocupando un mayor espacio. “Según donde siento la inspiración, tiro hacia esa disciplina”, explica Sergio Santurio. Desde el trabajo con cerámica y la exploración de texturas en rocas, por la necesidad de fabricar macetas para su colección de plantas suculentas, hasta la necesidad de inmortalizar la belleza de un paisaje natural a través de la fotografía y la poesía. Para Santurio, la clave está en dejarse llevar por el impulso creativo: “Sentir ese proceso y hacia donde quiera ir». 

Los proyectos que vertebran el universo artístico de Sergio Santurio son ramificaciones creativas de su imaginario botánico e incluso mitológico. Biología Imaginaria es su punto de partida, nació como un libro, titulado Bestiarium, sobre la metamorfosis animal, pero derivó en la creación de una mitología personal e infinita, compuesta por criaturas inventadas. 

Obra extraída de sergiosanturio.com

La obra escultórica, por su parte, nació como una forma de dar cuerpo a esos animales imaginarios. Seres tridimensionales construidos con materiales orgánicos como plumas de ave, pinzas de cangrejo, brazos de estrella de mar, fósiles, algodón o pétalos liofilizados. Este proyecto se engloba bajo el concepto de Odd Sculpture —escultura extraña— y desemboca también en una línea de cerámica, donde desarrolla piezas únicas, desde macetas de formas orgánicas hasta otras figuras que prolongan su lenguaje naturalista. 

A esta fase le siguió Geophilia, un proyecto que surge como respuesta al exceso de detalle de su etapa anterior. Representa la muerte de la vida de todas esas plantas y organismos, para dar paso a las capas geológicas y su diversidad de texturas. Geophilia se conecta a “momentos de explorar el material, más de juego, de permitirse, de una intención no tan marcada”, expone el artista. 

Obra extraída de sergiosanturio.com

Al final, las diferentes disciplinas que explora el artista y con las que da forma a su universo artístico confluyen en un nexo claro: su amor profundo por la naturaleza y el deseo constante de explorar sus misterios, en esa belleza que él describe como “casi alienígena”, «sutil y a la vez profunda». “Da igual que sea escultura o ilustración, siempre va a ser un poco lo mismo, lo que pasa es que, al explorarlo desde diferentes lugares no es repetitivo, simplemente se va complementando. Es como un mundo que va cogiendo forma en diferentes espectros”, ahonda el artista. 

A esa amalgama de formas artísticas se suma su vínculo con la música, canalizado a través del piano, un instrumento que comenzó a tocar de forma autodidacta a los 21 años. Para Santurio, la música se convierte en una herramienta que le permite liberar emociones difíciles de expresar por otros medios. Le acompaña en su proceso creativo y funciona, además, para desconectar del dibujo. Para el artista esta disciplina está muy conectada a su obra, aunque todavía no ha encontrado una forma clara de introducirla de forma visible en su producto final. 

No tanto la música, pero sí el sonido es algo que está incorporando en sus talleres. En alguno de ellos introduce una parte de meditación mediante instrumentos como los cuencos tibetanos, entre otros. Para el artista, los talleres son otra forma de comunicarse artísticamente y nacen de su pasión por la botánica y el deseo de compartir el asombro que le provoca el mundo natural. Desde su primer taller sobre creación de ecosistemas en miniatura —terrarios desérticos y selváticos—, estos espacios se han convertido en una extensión más de su práctica artística y sensorial. Uno de los escenarios clave donde los imparte es en el Jardín Botánico de Xixón, donde desde hace tres años organiza talleres estacionales que se convierten en espacios donde la reconexión con lo natural va de la mano de la experimentación artística. 

Ahora y en su intención cada vez más fuerte de seguir vinculado con espacios botánicos de investigación o de jardines para continuar abriendo el campo artístico en los circuitos botánicos, su proyecto futuro soñado sería crear una casa escuela en la naturaleza, en algún lugar de Asturies, donde el artista pueda tener un jardín orgánico y de diseño que se convierta en un espacio de talleres, para vincular esta naturaleza con un concepto más artístico. “Poder tener un espacio de naturaleza donde observar los cambios de las estaciones en el día a día, no en una excursión de domingo o una vez al mes, poder estar ahí, que venga gente y aprender en conjunto. Generar un espacio de encuentro, conocimiento y compartir”. 

Aunque su trayectoria ha traspasado lo local, con residencias artísticas en lugares como San Francisco, donde llegó a exponer su trabajo Accidental and Artifact en la California Academy of Sciences, el artista reafirma Asturies como su terreno fértil para echar raíces y crecer artísticamente hablando. Aquel viaje a California con 25 años, fue crucial para abrir su mirada y conectarse con otros parajes, pero hoy su obra se entrelaza cada vez más con el territorio que habita. Su colaboración con el Jardín Botánico de Xixón hasta su implicación en iniciativas como el jardín experimental del Palacio de San Andrés de Cornellana, lo confirma. 

Fiel a sus orígenes, no olvida que su recorrido artístico comenzó en bares y pequeños espacios de Xixón como el Toma3, SalaLai, La Casa Negra o la galería Sala Sola, donde expuso su última obra, ni su paso por otras ciudades como Madrid, Lisboa o Berlín. Sergio Santurio apuesta por seguir compartiendo su universo a través de exposiciones y dar continuidad a su creación gráfica. Una obra en constante diálogo con la naturaleza y los paisajes que habita.