«Esta tarde voy a ir a ver mis cotorras» comenta Yuen Segador (1997, Xixón) mientras se recuesta en un sofá de La Revoltosa (Xixón) donde le hemos citado para hablar de su música. Con una camiseta de Hannah Montana y la mitad del pelo pintado de rojo sonríe y se ríe mientras conversa con calma sobre las cotorras argentinas que rescató en Madrid y que hace algunos meses llevó a El Refugio (Uviéu), para darles una vida mejor: «Me reconocen al instante y se acercan a saludarme»
¿Dónde esta el autor de versos como «No me quiero autodestruir pero igual ya es tarde» [Ataraxia] o «Una emoción nueva cada día de la semana, saltad vosotros que si lo hago yo es por la ventana» [Decadencia]? «Ahora tengo un problema creativo porque ya no soy tan intenso como antes» confiesa Yuen. Durante años volcó a través de Yuss Yao, su alter ego artístico, las emociones extremas que le atravesaban mientras enganchaba historia de amores tóxicos: «Conocía a una persona, la miraba a los ojos y pensaba me va a destrozar la vida y ahí iba».
«Dicen que yo no sé estar solo; porque puede que esta sea mi forma de amar; no me importa si te acabo de conocer yo ya me quiero casar; tu dices que estoy loco de atar; yo digo que estoy loco por ti»
Yuss Yao (2023) ‘Dicen que yo no sé estar solo’. Puto Emo.
Esa cara de B de Yuss Yao, en la que Yuen vuelca sus pensamientos viciados y relata su batalla con la salud mental, aparece especialmente en sus dos primeros discos publicados ‘HappyKaos’ (2020) y ‘Puto emo’ (2023). Dos proyectos en los que aún tomaba instrumentales de internet cuyas letras convocan noches en vela. «Es esa sensación adolescente de es que esto no lo voy a superar nunca«, explica. Una intensidad que todavía persiste en los temas de su álbum más reciente ‘Se me hace bola la vida’ (2024), en el que da un paso más hacia el rock alternativo, alejándose de sus inicios en la música urbana y el rap, utilizando, ahora sí, instrumentales compuestas junto a su banda.
Antes de hacer música, Yuen escribía en una libreta a modo de desahogo hasta que, con un amigo que también escribía y por aquel entonces empezaba a rapear, pensó que podían ponerle música a aquellas letras. «Empecé rapeando porque en Asturias es a lo que más fácil entras», recuerda. En una región donde cada vez hay menos salas y espacios para la música, las batallas de rap y canciones en las que las y los aspirantes se juntan cada cierto tiempo en las plazas son el lugar más accesible para empezar.

Pero «siempre me consideré el rarito de los raperos», de alguna manera no acababa de encajar en esa escena y volvió a fijarse en la música que había acompañado su infancia y adolescencia. Como fan declarado de «las cosas interminables» que siempre elige las series de temporadas infinitas, es coherente que la música de Yuss Yao se inspire en el emo-core y el rock de los 2000, influencias que se mezclan en sus canciones con su paso por el trap y el rap. Así nació un proyecto artístico que necesitaba de una banda completa, aunque no la encontraría hasta unos cuantos años después, en Madrid.
A pesar de llevar muchos años subiendo demos a internet, la música no siempre fue su primera opción y estudió Arte Dramático en la ESAD de Xixón. Años convulsos en los que el músico acabó ganando al actor, aunque no del todo. Uno de sus sueños es «hacer un concierto-teatro: será un concierto en el que empiecen a pasar escenas entre el público, sin que sepan que están preparadas, para al final descubrir que tienen relación con lo que está pasando en el escenario». «Para mí hacer un concierto es como leerle un libro a un niño pequeño. Si se lo lees todo monótono no te va a hacer ni caso, tienes que hacer expresiones, poner voces… un concierto es lo mismo, cada canción es un mood’, desarrolla.
A sus 28 años, lleva casi una década subiéndose a escenarios y recuerda con especial cariño uno en La Buena Vida de Xixón en 2023 en el que llenó la sala y se germinó el contrato con su actual sello discográfico Astro/Ataque!. Ahora piensa que sería más difícil volver a llenar una sala en esta ciudad. «No sé qué pasa en Gijón, creo que hay un problema con los egos», reclama, «es una de las razones por las que me fui». Además, también echaba en falta una escena más potente «no puedes elegir sala en la que tocar, porque no hay, y tampoco hay mucha gente o programas que hablen de música.»

Así que, como muchos otros antes, se marchó Madrid. Lo primero que hizo en la capital fue acercarse a los estudios de Metropol, donde conoció al guitarrista Kike con Más y al productor Alex Cappa, con los que empezó a trabajar en ‘Se me hace bola la vida’. Tiempo después llegó uno de los grandes hits de este disco, la colaboración con Fran Perea en ‘Gato Negro’. «Conocí a Fran cuando vino a dar hace años una charla a la escuela [ESAD]. Le mandé el disco sin pretensiones y lo escuchó, le gustó, me pasó su was [Whatsapp] con toda la confianza del mundo», relata. Trabajar con este artista no solo le permitió llegar a una nueva audiencia, sino que supuso «una cura de humildad», tratándole con el respeto que no siempre había encontrado en compañeros emergentes: «tanto tú, que vas de chulo, como yo, que voy de majo, nos vamos a comer una mierda los dos; vale más disfrutar el camino».
El «rarito de los raperos» sigue considerándose en un «bicho raro» de la industria musical haciendo algo de rock. Sufre haciendo TikToks para que su trabajo tenga más streams y enfrentándose a condiciones laborales precarias como «conciertos a cambio de visibilidad». Pero ha encontrado su banda, su música y ha dado conciertos en los que el público canta sus temas a pleno pulmón. «Ver un pogo en el que gente de 18 años se esté chocando con gente de 40… dar conciertos es mi parte favorita de la música«, dice con una sonrisa mientras recuerda su debut en Madrid este 2025. Durante los 50 minutos que tocó por primera vez con banda en el escenario tuvo claro que quería hacer esto el resto de su vida.
Yuen sigue creciendo lejos de casa. Ahora que las cosas encuentran su lugar, disfruta de un respiro mental y una relación sana, la intensidad que motivaba a Yuss Yao se rebaja y le cuesta enfrentarse al cuaderno en blanco. Pero aún le queda, al menos, un sueño por cumplir: tocar en un gran festival. Confía en que el bloqueo pasará y encontrará nuevos temas a los que cantarles, quizás en septiembre podamos empezar a escuchar nueva música. «Ahora sé que da igual lo que pase en mi vida, de todo se sale. Sobre todo cuando te quedan no se cuántos miles de años por delante», sentencia.