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El árbol viejo y roto de la música electrónica con Robert Henke

El artista alemán presentó en el LEV ‘CBM 8032 AV’ un espectáculo audiovisual hecho con ordenadores de los 80: “Es una propuesta radicalmente opuesta al arte hecho con inteligencia artificial”

Por Marta F. Silverio

Vestido con lo que en sus palabras es “el atuendo de un profesor de física de los 80”, un traje caqui, camisa blanca y corbata, Robert Henke se subió este 28 de abril al escenario del Teatro de La Laboral. Se sentó en una mesa de escritorio, iluminado con un pequeño flexo, como si fuera el cuarto de un adolescente. Solo que en este escritorio había cinco ordenadores Commodore CBM 8032 del año 1982. Durante los próximos sesenta minutos creó un espectáculo de audiovisuales y sonido electrónicos que retumbaban haciendo vibrar cada fibra del teatro. Para el ojo inexperto puede parecer un mecanismo complejo, pero el secreto de este show está en su simplicidad: utiliza un código tan sencillo que “cualquiera podría ejecutarlo”, afirma el artista alemán. Henke es uno de los creadores de música electrónica más influyentes de las últimas décadas. Su forma de entender la música como un ser vivo, natural, le llevó a desarrollar una de las herramientas más utilizadas por los DJs de todo el mundo: Ableton Live.

—Los cinco ordenadores que utiliza en su espectáculo fueron fabricados en los 80 y no podían emitir sonidos. ¿Cómo consigue entonces hacer música con ellos?

—Agregamos una tarjeta de audio casera muy simple, un convertidor digital a analógico básico. Esto es algo que ya habían sugerido los pioneros del sonido electrónico en la década de 1970. El cálculo de las ondas sonoras reales ocurre en el microprocesador y no en un chip sintetizador dedicado. Por esta razón, un ordenador puede emitir un solo sonido cada vez y por eso necesito utilizar otros tres en el escenario para hacerlos sonar al mismo tiempo y crear música. El quinto ordenador es el que contiene la partitura y el software secuenciador.

—Toda la tecnología que utiliza en el show ya existía en los años 80 ¿Por qué nadie la había empleado para crear música hasta ahora?

—El proceso artístico de reducción requiere primero la existencia de algo más abundante. Cuando solo existe una pantalla verde y gráficos muy básicos, es difícil percibir esto como satisfactorio, ya que la naturaleza u otros medios son mucho más refinados. Pero una vez que estamos rodeados de pantallas de ultra alta resolución todo el tiempo, comenzamos a notar los detalles sutiles de esa tecnología de los años 80 y que algunos de sus comportamientos son casi imposibles de recrear con la tecnología contemporánea. Cuando solo estamos rodeados de árboles jóvenes en un bosque, el solo árbol viejo y roto se vuelve majestuoso.

—¿Porqué le emociona esa simplicidad de los gráficos antiguos?

—A menudo, las obras de arte más fuertes son aquellas que profundizan en un detalle específico. Pero al trabajar en una pieza, siempre entra el miedo de no estar haciendo lo suficiente. Encuentro liberador y útil utilizar los gráficos simples de los ordenadores CBM 8032 para crear las piezas audiovisuales en este concierto. Cuanto más exploro las opciones aparentemente simples, más cosas nuevas encuentro. Esto es fascinante.

—¿Le mueve, quizás, un sentimiento de nostalgia por los ordenadores de su juventud?

—No se trata tanto de ser nostálgico, sino más bien de estar impresionado por el genio de las personas que construyeron y programaron máquinas como estas. Hay mucho que aprender de eso. Cuando los recursos son limitados, las personas idean formas increíbles de superar las limitaciones.

—Ahora lo que parece es que no hay limitaciones. En el arte electrónico la inteligencia artificial parece haber abierto un sinfín de posibilidades. Hay quien dice que cualquier persona puede crear una pieza visual o un sonido solo con pedírselo a una herramienta.

—Mi espectáculo es una propuesta radicalmente opuesta al arte hecho con inteligencia artificial: con la inteligencia artificial, dependemos de grandes cantidades de datos de otras fuentes externas y dependemos de un código tan complejo que es una caja negra, que incluso escapa la comprensión total de aquellos que lo crearon. Con mi proyecto ‘CBM 8032 AV’, cada detalle sobre cómo funciona puede ser explicado y compartido. Cualquier persona podría hacer esto si pusiera suficiente esfuerzo y dedicación en ello. Mi espectáculo puede ser visto como una invitación: ¡toma una máquina muy simple y saca el máximo provecho de ella! No necesitas tener la tecnología más moderna, más cara y más avanzada para hacer algo que pueda conmover a las personas.

—Habla de conmover. Sin embargo, muchas personas que no conocen la creación electrónica tienden a encontrarla “fría” o “inhumana”. ¿Cómo les mostraría que no lo es?

-Los invitaría a una iglesia con un gran órgano. Les mostraría las válvulas, los conductos de aire, la intrincada mecánica del teclado, la compleja red de tubos perfectamente diseñados, incluidas las pequeñas palancas para ajustarlos. Luego tocaría una pieza simple de J.S. Bach en él. Y diría: los humanos construyeron esa iglesia y ese órgano, tanto como construyeron cohetes para llegar a la luna, cámaras de cine y sintetizadores. La ingeniería y las artes son lo mismo, desde el momento en que las primeras personas intentaron descubrir cómo dibujar en una cueva.

—Y hablando de instrumentos, usted creó uno de los más importantes para la música electrónica: Ableton Live. ¿Porqué revolucionó el mundo de los DJs?

—Para mí, todo se trata de la interacción con las máquinas. Y la interacción significa más que simplemente grabar algo que ya está perfectamente claro en mi cabeza. Se trata de un diálogo, de poder responder espontáneamente a algo que surge al jugar con la máquina. Ableton Live fue el primer producto comercial que hizo popular este enfoque en una comunidad más grande.