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Emerxentes con Amanda Moriyón: «Quiero reivindicar la ruralidad asturiana»

Amanda Moriyón ilustra la vida en Asturies, desde sus tradiciones y su forma de vida pasada hasta las creencias que perviven hoy, especialmente en las zonas rurales, la mitología y el entorno natural.

Por Ana Ibarz

Los colores ocres, amarillos tierra, verdosos y rojizos marcan la estética de Amanda Moriyón (Llaviana, 2005). Son los tonos que han envuelto su infancia en el campo, rodeada de naturaleza y también su imaginación, alimentada por historias y leyendas. A través de ellos representa la ruralidad asturiana, rescata tradiciones y concibe el arte como una herramienta de memoria y transformación. Esa mirada hacia lo rural está atravesada principalmente por sus referentes femeninos: sus abuelas y bisabuelas, mujeres que trabajaron la tierra y que han perpetuado en su casa la imagen de la mujer rural. Amanda no recuerda un inicio concreto en su relación con el arte, simplemente su existencia. Hoy lo estudia desde la teoría, a través del grado en Historia del Arte, como forma de entender la estética para luego construir la suya propia. Y desde la práctica, a través del dibujo y la ilustración digital que expone en redes sociales. Un canal que se ha convertido en su altavoz para reivindicar lo rural y visibilizar un imaginario que, poco a poco, busca recuperar su espacio.

—¿Por qué es tan importante preservar la memoria y el legado de la Asturies rural?

—Desde hace unos años se empezó a reivindicar mucho el patrimonio industrial asturiano, que obviamente, siempre reivindiqué: soy hija de minero y me parece estupendo, lo hay que hacer. Pero se está dejando un poco de lado esa fase previa a la Asturias industrial. Me da mucha pena porque, por ejemplo, la imagen decimonónica de autores como Armando Palacio Valdés, que nació en Entrialgo, se está perdiendo. Yo quiero reivindicar la ruralidad asturiana, que se está solapando con esa parte más industrial. Es importante que se representen las dos.

—La representación de la ruralidad asturiana es uno de los temas que más te interesa, ¿qué te lleva a querer explorarla desde el arte?

—La educación que se me dio en casa siempre ha ido muy ligada a esto. Siempre me contaron muchas historias de mitología y leyendas. Lo relaciono todo, desde el folclore y la mujer hasta el mundo místico de las hierbas, como un mismo ente que se refleja en mi arte. Es lo que se me enseñó siempre: la imagen de la mujer trabajadora, mis abuelas y todos los referentes femeninos que tengo. De esta manera los saco a la luz y los honro.

—¿De qué referencias e influencias bebes?

—Principalmente los referentes que tengo en mi casa, el apoyo que me dan siempre, por ejemplo, mi padre y sobre todo mi madre, que es mi mayor fan y la que me animó a exponer todo esto. También de gente que ya no está, como por ejemplo mis abuelos. Luego, la temática que sigo, el folclore, toda la música folk que escucho, que puedes aprender leyendas e historias de la guerra. También el ambiente en el que me muevo, y por supuesto, la historia del arte.

—Te mueves entre técnicas diversas: óleo, lápiz, ilustración digital, ¿qué te aporta cada una?

—En cada una trabajo una temática diferente, lo hago sin darme cuenta. En la ilustración suelo tirar más por la representación de la ruralidad asturiana, que es lo que a mí me interesa, la mitología que va conformando el imaginario actual que tenemos en el territorio y también la imagen de la mujer rural. En óleo toco temas muy clásicos, que yo creo que es por influencia del estudio del arte y luego el lápiz como suele ser principalmente para bocetos, es mucho más profundo, más crudo, ahí sí que represento sentimientos o algo más personal, no tanto exterior.

—¿Qué sentido tiene para ti crear arte?

—El arte siempre va a tener un papel de cambio y de progreso aunque también ha sido empleado, a lo largo de la historia, para el retroceso. Al final, tú consumes arte porque te gusta no lo necesitas para vivir ni es un producto de primera necesidad. Entonces, en ese momento ya estás dejando un mundo más bonito. Por ejemplo, en cuanto a la estética, el arte es pura creación humana y ayuda a fomentar la capacidad de crear en sí misma. La huella de cada artista, aunque emplees el arte con un fin no muy reivindicativo, siempre va a sumar algo a la sociedad y a la historia de la estética.

Amanda Moriyón posa junto a su obra en la II Muestra de Artes del Milán | Nay Semeya

—¿Y a nivel social?

—Tiene mucha importancia. Por ejemplo, si te fijas en los carteles que vemos en las manifestaciones o en cualquier tipo de reivindicación, siempre parten de una base artística o de una mirada estética. Todo el mundo tiene un gusto estético, y eso se refleja incluso en un simple panfleto para convocar una protesta o para reivindicar cualquier movimiento. Más allá de lo material, el arte también actúa en un plano sociológico y psicológico.

—¿Qué buscas provocar en los espectadores de tus obras?

—Simplemente pararse a pensar en lo que yo estoy intentando reivindicar con ello, que generalmente es la mitología asturiana, el folclore y la imagen de la mujer. Que quien lo mire, si no es de Asturias, pueda obtener esa mirada hacia la ruralidad asturiana y quien sea de aquí darse cuenta de lo que tenemos y que lo reivindiquen ellos también. Y luego está la parte puramente estética, claro.

—¿Has encontrado tu voz en el arte?

—Todavía no, aún hay proyectos pendientes que me abrirían mucho más camino en el mundo del arte o en el panorama artístico asturiano actual. Pero bueno, creo que ya se va viendo venir un poco mi arte. Lo voy definiendo cada vez más, que es lo que pretendo. Y sí, más o menos va evolucionando.

Amanda Moriyón en La Revoltosa | Ana Ibarz

—¿Cómo es ese proceso de experimentación y construcción de tu obra?

—Muy frustrante, porque nunca lo ves. Tengo un montón de técnicas, ahora lo que más se refleja en mi red social es la ilustración digital, pero te frustra mucho no subir otras cosas porque igual rompes la estética del feed, la imagen que tienen de ti como artista. Frustra mucho no poder representarlo todo, lo que tú quieres, y que no tengas una estética definida.

—¿Cómo te gustaría seguir evolucionando?

—Me gustaría unir el tema de la ilustración con la enseñanza de la historia del arte, quizás adaptándolo a públicos más jóvenes y fomentar la sensibilidad por las humanidades a través de la ilustración, así aunaría estas dos cosas. Y también enfocado, por ejemplo, a la ilustración infantil, sobre todo, yo creo que mis dos vías principales serían esas.

 


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