Sara Moreno nació en la localidad madrileña de Miraflores de la Sierra, pero pronto se trasladó su «reino junto al mar», Asturies. En las orillas del occidente asturiano fue donde se encontró con su altar ego artético Sara Clemm (Castropol, 2001). Las portadas de los libros que leía la inspiraron a adentrarse en el mundo del diseño gráfico, del que se enamoró por su capacidad de trasmitir mensajes y emociones. Su carrera profesional no ha estado, ni está, exenta de retos. Pero la artista ha sabido pivotar sobre ellos para redirigir su creatividad a lugares con los que conecta personalmente. Trabaja junto a ProVeg, una asociación sin ánimo de lucro que fomenta la conciencia alimentaria. y es fotógrafa, especializada en retratos y documental. En su lista de proyectos vigentes se encuentra la organización de un festival de música, el ‘Clausura Fest’. Y en la de futuros, planes de desembarcar en otros puertos como el del cine o el de los museos.

Sara Clemm posando con una de sus fotografías | Marcos Fernández
—Diseñadora, fotógrafa, ilustradora… ¿Una artista gráfica tiene que ser un conjunto de muchas facetas?
—Mi visión siempre ha sido muy multidisciplinar, es la forma en la que yo entiendo la vida. A través de la fotografía, el diseño, la ilustración, el dibujo… todo ello me permite expresar distintas cosas mediante formatos diferentes. Y eso te da mayor facilidad para trasmitir.
—Te empezaste a interesar por el diseño gráfico ya desde pequeña por las portadas de los libros: ¿Recuerdas alguna especial?
—Mis libros favoritos de pequeña eran sobre unas hadas del bosque, se llamaban ‘Fairy Oak’ y me inspiraron a escribir mis propias novelas y cuentos. Y a partir de ahí, me interesé por realizar mis propias portadas. Yo me fijaba en las librerías y veía portadas chulísimas y quería aprender a hacerlas. A raíz de ello fue cuando empecé a conocer Photoshop y a usar mis propias fotos en el contexto del diseño gráfico.
—¿De dónde viene tu nombre artístico?
—Sara Clemm viene del nombre que me puse en Instagram cuando empecé a publicar mis fotos allí. Con él quería despersonalizarme un poco, pero tenía 16 años y sí quería que mi círculo cercano me reconociese. En aquel momento estaba obsesionada con un poema de Edgar Allan Poe, que se llama ‘Annabel Lee’, que se piensa que estaba dedicado a su difunta esposa. Y ella se llamaba Virginia Clemm. Me gustó su apellido y me lo quedé.
—¿En España se valora el trabajo de los artistas gráficos?
—Cada vez más. Cuando iba a empezar a la carrera de Diseño Gráfico y lo contaba, me encontraba con muchas caras de susto del tipo: «¡Dios mío, esta tía se va a morir de hambre!». Pero ahora todo el mundo necesita diseñadores gráficos y se tiene muy en cuenta su utilidad. Si es verdad que a nivel calidad, estética y demás, el diseño vino un poco más profesionalizado desde fuera de España. Pero actualmente en el país hay muy buen diseño gráfico. En Barcelona, en Madrid… y en Asturias. Aquí hay estudios muy muy buenos.
—¿Existe en Asturies un sentimiento de comunidad entre profesionales en tu campo?
—En el mundo de la fotografía hay muy buena comunidad. Estoy supercontenta porque aquí todo el mundo es muy positivo, te ofrece oportunidades y te recomiendan. Hay una comunidad preciosa en Asturias que, en parte también gracias a la plataforma de Emerxentes, se mueve mucho. A nivel diseño gráfico si me he encontrado algo más aislada y estaría guay tener una comunidad de diseñadores y diseñadoras en donde podamos aunar fuerzas.


—La Inteligencia Artificial ¿Qué postura tienes al respecto: amenaza o herramienta?
—Es una herramienta que debe ser utilizada siempre con cierta cabeza y sensibilidad. Creo que el hecho de sobreexplotar la IA le quita al diseño su parte más bonita, que es la humanidad. Tengo bastante claro que la Inteligencia Artificial no me va a quitar el trabajo. Porque la gente valora el trabajo humano, lo sensible que está orientado por y para las personas. Al final, escogen ese tipo de diseño, el que está hecho por una persona con una empatía que la IA no puede tener.
—¿Qué es lo que más te preocupa de la IA?
—Hay determinados programas de diseño, especialmente Adobe, que se están enfocando bastante en este aspecto. Y esto favorece un poco esa sobreexplotación y la sistematización del proceso de diseño. Esto al final lo único que hace es alienarlo para hacer cuanto más trabajo en el menor tiempo posible, pero con un resultado final bastante mediocre. La cosa es, de alguna manera, seguir encontrando dentro del proceso el componente humano y analógico.
—¿Qué más retos ves en la carrera que te queda por delante? ¿Y qué ventajas?
—Poder trabajar a distancia es una buena ventaja, porque te da mucha flexibilidad. Y sobre todo yo que soy un poco caótica, me viene bien poder organizarme yo mis horarios y espacios. Uno de los retos que tengo como diseñadora es la cantidad de competencia de tanto nivel que hay en el mundillo. Los diseñadores tenemos la necesidad de mantenernos al día, de estar activos y tener una mirada crítica. En un mundo con tantas expresiones y comunicaciones visuales hay que estar muy presente en lo que se da para tener un lenguaje propio.
—¿Hubo algún momento en el que te hayas desenamorado del diseño?
—El año que tuve una especie de crisis existencial. Cuando acabas tu formación, es normal que de primeras tengas que coger trabajos que no te gusten. Pero a fuerza de hacer cosas que no me gustaban y que no resonaban conmigo para nada, acabé en esta crisis con el diseño gráfico que me hizo dar varias vueltas alrededor del tema medioambiental y tratar de redirigir mi capacidad comunicativa hacia algo que realmente estuviese en consonancia conmigo, en lo que soy y en lo que creo. Y por ello ahora estoy volviendo a enamorarme del diseño, porque me he dado cuenta del valor que tiene y porque he encontrado proyectos con los que conecto.

Sara Clemm durante la ‘Muestra de Artes del Milán vol.II’ | Nay Semeya
—¿Cómo puede una artista gráfica usar su trabajo para causar un impacto positivo?
—Yo trabajo para una organización sin ánimo de lucro, ProVeg, y con ello siento que estoy poniendo mi granito de arena en la lucha medioambiental. Para mi TFG hice una revista que hablaba de la historia del arte con perspectiva de género. Creo que el diseño gráfico tiene una herramienta muy poderosa que es la comunicación y eso me encanta. Porque pienso que se pueden hacer campañas muy chulas y llegar al mayor número de personas con un mensaje muy claro. Todo lo que sea un poco social me inspira mucho y siento que hay un poder real para fomentar el cambio. Entonces sí, si que creo que tenemos un gran poder para trasmitir mensajes importantes.
—¿Qué mensajes te gustaría trasmitir?
—Intento exponer la realidad que yo siento. Soy una persona muy sensible y la fotografía me ayuda a digerir esa realidad y exponerla de manera visual y tangible para las personas. Se trata de buscar momentos de magia en la vida, aunque pueda sonar un poco cursi, pero es bonito e importante encontrar estos momentos en la vida cotidiana y saber trasmitirlos.
—Últimamente te has acercado mucho a la música.
—La música te inspira, a la fuerza. A mi hay algo que me encantaría y que lo tengo superpendiente. Crear toda la imagen de un disco, crear ese mundo y cuidar mucho desde la parte interna hasta la parte externa. Se puede ver en los festivales también, que música y diseño beben mucho una de la otra.
—Hablando de música, ¿ahora formas parte del colectivo encargado de un festival?
— Estoy a cargo de la imagen gráfica del Clausura Fest. Es un festival que unos amigos y yo estamos organizando en Villanueva de Oscos, en el Monasterio de Santa María. Es un festival de música ambient y techno que tendrá lugar el 29 y 30 de agosto. Está todo el mundo invitado porque es entrada libre. Hay que ir porque va a haber muy buena música y porque al final es un evento que estamos creando unos chavalines de la zona y merecerá la pena.
—¿De dónde salió la idea de crear este evento?
—Surgió como una necesidad. En todo el occidente asturiano no tenemos ningún festival de este estilo y a nosotros lo que nos interesa también es traer a la zona rural las oportunidades que hay en las ciudades y un festival de estas características desde luego que no lo había en nuestra zona y hay muchos jóvenes de allí que buscaban algo así. El sitio donde se va a hacer es precioso y con él buscamos poner en valor el patrimonio histórico y cultural de la zona y resignificarlo de alguna manera a través de la música.
Clausura Fest busca financiación para su proyecto sin ánimo de lucro con un Crowdfunding. Puedes participar en este enlace.
—Además de tu trabajo en ProVeg y en Clausura Fest, ¿en qué otros proyectos estás trabajando actualmente?
—Estoy metida en un montón de proyectos sobre todo relacionados con la música. Por ejemplo, estoy haciendo la identidad gráfica de un campamento de música en el occidente de Asturias. Y luego en fotografía también estoy con varias cosas con las que estoy muy feliz. Porque ahora mismo en el diseño gráfico estoy muy bien en el punto en el que me encuentro y tengo ganas de experimentar más desde el punto analógico, con nuevos formatos y medios más artesanales digamos.
—¿Te atreverías a adentrarte en el mundo del cine?
— Me encanta el cine. De hecho, de pequeña hacía un montonazo de películas con mis hermanos. Es algo que me gusta muchísimo, hay grandes directores y directoras de fotografía que consiguen hacer verdaderas obras de arte en movimiento. Es algo que tengo muy presente porque me gustaría aprenderlo ya de ya.
—¿Qué otros caminos profesionales te gustaría explorar?
—Soy muy curiosa y quiero siempre probar un montón de cosas distintas. Pero hay algo que tengo guardado dentro y es que me encantaría trabajar en un museo como diseñadora y como fotógrafa. Y si pudiese ser comisaria incluso, también. Pero sí, trabajar en la identidad gráfica de algún museo, alguna exposición. Es una idea que me hace ilusión y que tengo claro que sucederá en un futuro.
—¿Algún museo en particular?
—Por ejemplo el Museo Women in the Arts en Estados Unidos. Otro que se me ocurre es el Thyssen, que siempre está haciendo exhibiciones que muestran el trabajo de mujeres artistas, ahí también me encantaría colaborar en alguna exposición. Pero realmente, me encantaría colaborar con cualquier museo.