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Los guajes que pintaban la calle revitalizan espacios degradados con el arte del grafiti

Igle, Brus, Jalos y Sak son cuatro artistas urbanos de Xixón que se enfrentan al estigma y al desprecio de las instituciones por el arte callejero aunque, de vez en cuando, se les de la oportunidad de pintar legalmente como en la segunda fase de Intervención Artística en Xixón.

Por Ana Ibarz

Empezaron de ‘guajes’ pintando grafitis en muros escondidos, en las vías del tren o en lo más alto de lugares para que todos admiraran su tag —su firma—. Son artistas callejeros que han acabado buscándose la vida en otros ámbitos, normalmente relacionados con el arte, por las pocas posibilidades de dedicarse profesionalmente al street art‘Igle’ (Alberto García) se dedica al mundo del tatuaje y lo combina con proyectos de muralismo que realiza con su pequeña empresa de decoración. Por su parte, ‘Brus’ (Marcos Fernández) es licenciado en Bellas Artes y se está preparando las oposiciones como docente. Actualmente, se preocupa por realizar talleres con jóvenes en riesgo de exclusión social, presentándoles el grafiti como una alternativa artística a otras actividades. El artista urbano basa su trabajo en que los jóvenes tengan ilusión por pintar, dispongan de espacios y el grafiti se convierta en una actividad artística lejos del estigma vandálico. ‘Jalos’ (José Luís Álvarez), aunque informático de formación, desde pequeño tuvo la inquietud sobre el dibujo y el mundo del arte, hace más de veinte años que pinta y aunque en la actualidad dedica poco tiempo al muralismo, es tatuador en el mismo estudio que ‘Sak’ (Isaac Olivar), también artista urbano con el que interviene un mural en la segunda fase del programa de Intervención Artística en Xixón, promovido por la Fundación Municipal de Cultura.

 

Jalos, Brus e Igle con sus muros a la espalda

Los años 90 y 2000 fueron momentos álgidos del grafiti en Asturies. Años en los que surgió la revolución cultural del hip hop como una forma de vida y una seña de identidad cultural para muchos jóvenes que se lanzaron a la calle para dejar huella de sus inquietudes. Esta cultura no solo acogió al grafiti, sino que iba acompañado del rap como estilo musical, los dj’s y el break dance. Música, baile y un muro para pintar era lo que les hacía felices en ese momento. Para alimentar este movimiento, en 2010 se constituyó la asociación cultural AsociARTE en Xixón, con el objetivo de agrupar a jóvenes artistas y creadores de la cultura urbana, y así, poder dar a conocer al resto de la ciudadanía este estilo artístico. Uno de los proyectos con los que intentaban promocionar el arte callejero fue con el festival de Graffiti ‘Most Wanted Fest’ que tuvo su última edición en 2019 por las dificultades de los fundadores para llevarlo a cabo. “Conseguíamos subvenciones para renovar muros que estaban deteriorados y hacíamos un festival al año donde traíamos artistas de fuera, era un poco nuestro premio después de todo el proyecto. También es lo que nos gusta, juntarnos 30 tíos y que haya un poco de los cuatro elementos, no solo grafiti”, recuerda melancólico Igle, miembro de la asociación.

Muro de El Muselín pintado por Brus e Igle

La esencia y perspectiva que envuelve la cultura del arte urbano, después de tantos años pintando, ha cambiado para estos artistas. La adrenalina de pintar clandestinamente y en lugares escondidos ha pasado a un segundo plano y ahora persiguen la posibilidad de embellecer muros legales y visibilizar el trabajo que llevan tantos años haciendo. Esto para las emergentes generaciones de grafiteros es difícil de entender, según Igle los jóvenes los ven cómo si estuvieran traicionando la esencia del grafiti. “Cuando empiezas lo que te apetece hacer es reventar y que vean tu nombre por todos lados”, afirma el artista. Aunque su ley más básica recoge que para tapar una “pompa” —como se refieren los artistas a las letras de los grafitis— tiene que ser para mejorar lo que había debajo, “si me vas a tachar hazlo mejor”, afirma Jalos. Los grafiteros siempre han estado muy criminalízalos, son considerados vándalos, pero ellos mismos defienden que ese adjetivo no les corresponde.“Yo he pintado las vías, he puesto pegatinas, he firmado, pero siempre he intentado no joder al prójimo. He firmado en fachadas que se están cayendo, verjas de locales cerrados y en lugares degradados”, defiende Jalos, dejando claro que para él el grafiti es una forma de expresión y reivindicación por eso busca lugares en decadencia para darles luz.

Brus pintando el muro del Muselín

Este mes de mayo ha dado comienzo la segunda fase de Intervención Artística en Espacios Públicos de Xixón, que ya tuvo su primera ciclo en 2020. Igle y Brus llevan muchos años pintando en Asturies y hace dieciséis trazaron juntos un mural en el mismo lugar que ahora intervienen. La gente del barrio del Muselín quería que fueran los mismos quienes lo revitalizaran y eso fue determinante para que los escogieran. El mural en proceso, está compuesto por un remolcador y un señor pescando, utilizando colores vistosos que transmiten alegría “a esta zona que está un poco abandonada”, en una pequeña cancha del barrio y también con la intención de preservar visualmente la esencia de esta zona pesquera. Por su parte, Jalos y Sak, están trabajando en la caseta de un parking de la plaza de la Compostela en El Llano. La idea principal fue propuesta por Jalos aunque después las ideas de ambos confluyen como es típico en el arte del grafiti. “Cuando vamos a pintar, siempre ponemos un tema en común y a partir de ahí vamos elaborando”, para ellos el grafiti no es algo cerrado, es una cultura que se nutre de la colaboración. Su mural se compone de colores cálidos, como si el atardecer cayera sobre los elementos que recoge: árboles, aves, el palomar del parque Isabel la Católica y también un niño sosteniendo un Pokémon. No son elementos escogidos al azar, confluyen en la idea que representa al barrio. Con los colores cálidos se busca la amabilidad, las aves representan el elemento migratorio que nutre al barrio formado por diferentes colectivos y personas migrantes y el Pokemon aporta vitalidad y juventud al espacio.

Muro en la Plaza de la Compostela

El proyecto de Intervención artística propuesto por el Ayuntamiento de Xixón está diseñado para dar visibilidad a artistas del entorno urbano y también para mejorar espacios degradados y la imagen de la ciudad, en ocasiones objeto de actos vandálicos. Para los artistas poder participar en iniciativas así siempre es positivo, por la oportunidad de expresar su arte fuera de la clandestinidad, aunque sienten que no se fomenta su trabajo como a ellos les gustaría. Según estos artistas urbanos, en muchas ocasiones las iniciativas públicas que se tienen, se llevan a cabo desde una organización sin experiencia ni conocimiento de este estilo artístico. “Organizaban un concurso o exhibición y como lo hace gente que no tiene idea del movimiento, llegábamos ahí y te ponían un panel pequeño, teniendo otras zonas donde pintar. Nosotros estamos acostumbrados a pintar grande y no nos puedes limitar. Nos cortan las alas”, denuncia Igle. A esto se suma los cambios políticos y la dificultad para que sigan contando con ellos después de una intervención simbólica. “Cada cuatro años cambia el concejal, y tienes que reiniciarlo de cero, desde abajo y como te asocien con el PP porque hayas trabajado con ellos, el PSOE no te llama”, exclama Brus. Tampoco creen que después haya una continuidad y promoción para que ese trabajo siga. “Aquí hay gente que lo hace muy bien, pero es triste que no te promocionen. Si siempre te dejan ‘murines’ en vez de medianeras con espacio, no te dejan exponerte, expresar tu arte y visibilizarte porque no tienes margen para crear”, finaliza..

«Hay que triunfar fuera para hacerlo aquí»

Ser reconocidos como artistas urbanos en Asturies para Igle, Brus y Jalos es muy difícil, consideran que es una lacra que persigue al Principado: tener siempre predilección por los que vienen de fuera antes de los que llevan tantos años mostrando su arte en la comunidad. “Parece que tienes que triunfar fuera para hacerlo aquí. Se valora siempre más al que viene de fuera que al de casa”, dice Jalos. Y aunque se hayan realizado programas para impulsar a estos artistas, estos acaban quedando en un punto muerto que no continúa más allá de una intervención. “Se hacían concursos, los ganabas, hacías entrevistas y luego no había un fomento posterior, aunque saliera de ti moverte, cuando llegaba la cosa a mayores había un tapón”, añade Brus. Por otra parte, para Jalos es positivo que vengan artistas de otras comunidades a pintar la ciudad, es enriquecedor ver otros estilos, aunque sigue pensando que para los locales es más difícil dar ese paso hacia el reconocimiento. «Es cómo darse cabezazos siempre con un muro», lamenta, y eso acaba desembocando en optar por pintar un muro ilegal y vivir en la clandestinidad artística.

Sak frente a una de sus obras murales en Xixón

No es la única disyuntiva a la que se enfrentan. Todos coinciden en que se está perdiendo la esencia de la cultura del arte urbano, “ha entrado mogollón de gente de diseño y de otros sectores y a veces se enfrentan a muros y no saben por dónde empezar”. Según Jalos se están enfrentando dos mundos opuestos, el original que nació en barrios decadentes, de clase obrera y gente sin recursos, que cogió el grafiti como una forma de reivindicar y salir de los suburbios junto con una clase más elitista y enfocada a galerías de arte. “Esta gente ha querido intervenir en lo que se lleva haciendo muchos años y le acaban dando más valor a esas personas que a otras que llevan currándoselo toda la vida. Es valorar un trabajo, yo aprecio ambos lados, pero no hay que poner énfasis en unos y a los otros dejarlos de menos”, exclama Jalos. El artista denuncia que actualmente se les abran los muros de la ciudad a personas de otros sectores, cuando hace tiempo que los propios artistas urbanos se encuentran en una difícil búsqueda de espacios dónde elaborar sus inquietudes y revitalizar muros grises.

Al final, el objetivo que persiguen estos artistas urbanos es disponer de espacios donde plasmar su estilo artístico, como una forma de revitalizar los barrios y las zonas degradadas de la ciudad que los envuelve. Su idea es dar una buena imagen de su arte, reunirse, quedar satisfechos con su trabajo y acabar con el estigma que tanto les persigue. Con iniciativas como la del Ayuntamiento, con este proyecto de intervención artística de la ciudad, parece que su objetivo va en camino, sin embargo, aún falta mucho conocimiento y fomento de esta cultura para que en un futuro Igle, Brus, Jalos y muchos más artistas urbanos de la ciudad puedan dedicarse profesionalmente a lo que ahora mismo solo es su pasión.