«Esta es mi forma favorita de ver la obra». Cerveza en mano, sonrisa de oreja a oreja, Bruce Yoder se acuclilla junto a tres personas que observan, como hipnotizadas, los arcoíris imposibles que se forman ante sus ojos, entre sus manos, que rebotan en las paredes generando nuevas imágenes. «Parecen pájaros», comenta uno de los acuclillados contemplando cómo los colores se expanden al reflejarse en los muros. Yoder asiente. Cuatro fuentes de luz se reflejan en ocho espejos irregulares que giran en el suelo, cada uno a distintas velocidades, generando múltiples arcoíris que rebotan en las paredes y se desplazan por la enorme sala. Los cuatro observan las luces cambiar y bailar por el espacio con silenciosa atención, como si no pudieran perderse el próximo reflejo.
«Si pasaras un día entero aquí no verías dos veces el mismo arcoíris», explica Yoder, que bromea sobre la irregularidad de los espejos «no son muy bonitos, pero es lo que permite crear tantas formas diferentes». Así como los fenómenos naturales, sus recreaciones artificiales necesitan de la imperfección y de la interacción para convertirse en una obra que emocione. En la lejanía resuenan las voces de las personas que celebran la inauguración de la instalación. En la sala, los altavoces proyectan fuertes ráfagas de viento, sustituidas a veces por ruidos que parece emitir una máquina atascada. «Son grabaciones de vientos solares recogidas por la NASA», aclara Yoder.
Bruce Yoder es fisicoquímico de partículas y junto a Lukas Truniger, artista especializado en arte visual y tecnología, conforma la dupla que hay detrás de la instalación visual y sonora ‘Arcoíris imposible’. Esta exposición, recién inaugurada en LABoral Centro de Arte, representa a la perfección la colaboración entre arte y ciencia. La obra busca recrear el fenómeno atmosférico de un arcoíris, pero detrás de este fenómeno estético existe un trabajo que requiere comprender y aplicar complejos conceptos científicos. El resultado es una instalación primorosa que a su vez invita a reflexionar sobre la confluencia entre la naturaleza, la tecnología y la creatividad humana.
‘Arcoíris Imposible’. LABoral Centro de Arte I Marta F. Silverio
En ‘Arcoíris imposible’ sus creadores buscan reproducir fenómenos ópticos atmosféricos como son los arcoíris, halos o coronas solares a la vez que experimentan con la creación de nuevos fenómenos. A través de la exploración de la naturaleza artificial, la instalación plantea cuestiones fundamentales como la interacción humana en el entorno o su deseo por imitar o controlar la naturaleza.
Como un fenómeno meteorológico estético y poético a la vez, el arcoíris se convierte en el protagonista de esta recreación hecha exposición. Truniger y Yoder abordan temas como el control meteorológico, la ingeniería climática y la geoingeniería apropiándose de sus técnicas, pero sin intención de que sean una herramienta de control, sino más bien como una forma de reinterpretar estas prácticas desde una perspectiva artística.
Este trabajo, fruto de una residencia de investigación y producción en LABoral Centro de Arte dentro del programa europeo EMAP (European Media Art Platform), no es la primera colaboración entre Truniger y Yoder. Desde 2018, ambos han trabajado juntos en el proyecto artístico ‘Ethereal Fleeting’, que busca generar momentos y provocar reflexiones a través de la reproducción de delicados equilibrios naturales utilizando medios sintéticos. En otra palabras, tratan de recrear fenómenos naturales en contextos antinaturales. Una de sus producciones más icónicas consistió crear una nube sintética en pleno desierto. Guiados por la observación de la naturaleza, pero también por las estructuras y el lenguaje, sus proyectos invitan a sensibilizar al público respecto a su entorno.
‘Ethereal Fleeting’. Burning Man, 2018 | Imagen Editorial
En ‘Arcoíris Imposible’ siguen vuelven a desafiar las preguntas esenciales sobre el comportamiento de la naturaleza, explorando conceptos como el control humano, una vez más, sobre fenómenos naturales —como son los cohetes que destruyen las nubes para alterar el clima— y proponiendo escenarios donde lo imposible en la naturaleza se vuelve realidad. Desde nubes bajo techo hasta la recreación de cielos extraterrestres, sus instalaciones ofrecen una experiencia en la que el público percibe la naturaleza desde una perspectiva distinta.
‘Ethereal fleeting’ también les sirvió como precedente para saber su buena dinámica de trabajo, donde ambos creadores aportan su visión desde mundos completamente diferentes. Según Yoder, esta diversidad de perspectivas enriquece enormemente el proceso creativo, permitiendo que el resultado sea mucho más profundo y significativo. Además, ambos destacan la importancia de mantener una actitud abierta, dispuestos a desviarse del camino preestablecido para explorar nuevas ideas y enfoques inesperados.
‘Arcoíris Imposible’. LABoral Centro de Arte I Marta F. Silverio
Esta colaboración entre un científico y un artista es totalmente horizontal durante el proceso de creación de esta obra. A diferencia de otras colaboraciones, en las que el científico (en este caso Yoder) se limitaría a proporcionar la información técnica al artista, sin involucrarse en el proceso creativo, en este caso las fronteras entre las aportaciones de Yoder y Truniger se desdibujan.
La exposición no solo reproduce fenómenos existentes, sino que conduce a experiencias que no ocurren en la naturaleza, sugiriendo una reflexión de cómo se construye nuestra percepción de la realidad. Concebida como una pieza visual que explora la «fisicalidad» de la luz y el espectro visible, invita a los espectadores a jugar, experimentar y cuestionar su interacción con el entorno. ‘Arcoíris imposible‘ es una experiencia artificial cargada de capas conceptuales, que transforma lo efímero en una oportunidad para repensar el mundo que habitamos. Para disfrutarla, según recomienda su propio creador, siéntense, escuchen y observen un rato el baile de los arcoíris imposibles.
‘Arcoíris Imposible’. LABoral Centro de Arte I Marta F. Silverio