Dedicarse profesionalmente a la rama artística, pero también a la sanitaria, es un reto difícil para Sara Canteli (Uviéu, 1999). Pero su pasión por ambas es más grande que las dificultades. De su contante inquietud por la pintura han surgido colecciones como Magma, Pandora, Cantábrico o Renaciente, que enriquecen su portfolio. Ahora, sus obras más recientes están expuestas en la Galería Sala Sola (Xixón), una selección de piezas de distintas colecciones en las que la artista aborda la incertidumbre a través de la abstracción figurativa. Esta evolución de su obra, comienza con colecciones completamente abstractas y, con el tiempo, incorpora pinceladas de un estilo más figurativo. Sara busca ese equilibrio entre liberarse de una representación exacta y, a su vez, evocar algo real, dejando que sea el público, con su interpretación, quienes completen la obra.

—Llevas desde pequeña pintando, pero no también eres enfermera ¿siempre han convivido juntas ambas vocaciones?
—Desde el primer momento estuvo en mi cabeza la pintura y luego fue la enfermería. Al igual que la educación, son vertientes que necesitan de mucha vocación, y la pintura también. Fue en bachillerato cuando me surgió esa necesidad vocacional sanitaria, y ahora creo que ambas pueden tener una vertiente común que estoy explorando e intentando encontrar.
—¿De qué manera se pueden cruzar estas dos pasiones en tu vida?
—Hay nexos y de hecho, existen desde el plano más teórico del arte. Al final, tanto los cuadros como la pintura, todo lo que es el tema artístico, son importantes elementos que nos permiten viajar al pasado y, a través de muchas obras pictóricas se saben grandes cosas de la enfermería -en mi caso-. De hecho, en mi Trabajo de Final de Grado uní un poco esto: la búsqueda de la enfermedad y la representación de la enfermería en las obras de Edvard Munch. Y ahora, lo estoy llevando a otro plano, a cómo humanizar a través el arte, desde las consultas de enfermería.
—¿Te planteaste estudiar una carrera de Artes?
—Siempre, cada día que me levanto me planteo estudiar algo y de hecho sería inmensamente feliz. Aunque creo que también malinterpretamos el hecho de tener que estudiar una carrera para tener conocimiento sobre algo. En mi vida he dejado de aprender y seguir formándome en el arte porque es algo que tienes que seguir haciendo cada día. Eres una auténtica aprendiz diaria donde todo es nuevo para ti, y sí, me gustaría plantearme más seriamente en un futuro una dedicación plena en ella. Ojalá.
—¿De dónde surge esta profunda inquietud por la pintura?
—Me gusta pensar que por mi padre. Mi padre ha dibujado siempre muy bien y de pequeña tengo recuerdos de sentarme en su regazo y que él guiase mis trazos con su mano. Me lo han inculcado, sobre todo mis padres y mi familia, siempre me han empujado a poder expresarme libremente, en este caso en el arte y se lo debo todo a ellos.
—¿Qué significa para ti?
—Completamente todo. Entiendo el arte como una necesidad, no me imagino mi vida para nada sin la pintura. De hecho la veo como un estilo de vida, pintar es un estilo de vida.

—¿Recuerdas tus primeras veces pintando?
—Siempre me cuentan, aunque yo no tengo mucho recuerdo, que el primer encuentro que tuve con la pintura fue muy muy de pequeña. Tenía 2/3 años, había la famosa ‘LibrOviedo’, una feria del libro que sigue haciéndose en Oviedo y tenían una carpa montada en el Parque San Francisco donde estaban celebrando un concurso de pintura. Iba con mi madre y viendo los puestos, me escapé de su mano, corrí por debajo de la cinta y me puse a pintar sin más. Ese momento se inmortalizó, salió en el periódico y mi madre dijo: «a esta niña la tenemos que dejar hacer lo que realmente le gusta» y desde entonces no he parado.
—Y con perspectiva, ¿cómo ves la evolución de tus obras hasta ahora?
—De pequeña siempre tiraba más por la figuración, al final, es lo que más te enseñan, a trabajar mucho con la forma. Además, he tenido la inmensa suerte de crecer en una maravillosa academia en Oviedo, Crearte, que siempre me ha dejado libertad para hacer lo que quisiese, pero también desde una parte formal. Desde muy pequeña he estudiado las pinceladas de los grandes artistas y he intentado buscar mi camino y en un momento llegó Turner. Me encantaba, me parecía que era brutal el tratamiento de la luz y yo quería estudiar y aprender de esa luz. Lo estudié a él y a sus obras y me metí de lleno en la abstracción, que es una expresión de la que llevo tocando muchos puntos desde una parte más conceptual, y ahora estoy buscando ese nexo de unión entre la figuración y la abstracción.
—La unión entre figuración y abstracción, ¿así definirías tu estilo actual?
—Sí, porque no me parece que sean estilos que estén en conflicto. Igual ahora peque más de ser abstracta y justo en este momento me estoy alejando de esta abstracción. Pero al igual que pienso que la figuración consigue transportar al espectador unas formas y una estructura más definida y concreta, creo que la abstracción hace todo lo contrario. Desgrana toda esa estructura, la convierte en un idioma universal, plasma toda la libertad del artista en el lienzo y además juega un papel fundamental el espectador, porque es la última pieza que lo que hace es dar sentido a la historia.
—¿Qué influencias tienes?
—Muchísimas, me encanta Turner, me encanta el impresionismo, el post impresionismo y ahora también me dejo un poco más influenciar por los prerrafaelitas para el tema de la figuración. Además, he sido o espero haber sido siempre una buena alumna y ahora estoy trabajando en el Atelier de Luis Azón, un artista de Oviedo espectacular y por supuesto siempre intentas adquirir lo mejor, que es muy complicado de alcanzar, de cada pintor o de cada maestro en este caso.
—Como dices, en tu portfolio destacan en su mayoría las obras abstractas. Obras en las que los colores, las formas y la textura que aportas son protagonistas, ¿con qué intención?
—Cada pieza está diseñada por algo más grande de lo que yo puedo llegar a alcanzar. Algo que me inspira o que me genera cierta inquietud. Poder representar algo de lo que, creo, somos algo más pequeño, como algo que no sabemos definir en palabras, es el kit fundamental para una obra abstracta. Te permite no solamente interpelar al espectador sino desnudarte totalmente en el lienzo e intentar expresar todas esas manías, inquietudes, ilusiones e incluso desgracias, no tiene porque ser algo bello, por eso ha sido mi mayor forma de expresión hasta ahora.
—En esta nueva etapa, expones tu nueva serie de obras en Galería Sala Sola en Xixón, ¿qué destacarías de esta colección?
—Es una colección muy intimista, es un desnudo y son obras contemplativas casi en su totalidad. No son cuadros meramente estéticos que es lo que solemos a veces creer de una abstracción, que lo que hacemos es juntar unos colores bonitos, darle un poco de forma y ya está. Tiene que tener un concepto detrás y tiene que tener una base. En este caso representa el momento en el que te encuentras una gran incertidumbre, en mi caso una gran incertidumbre personal. Son cuadros que representan principalmente la quietud, el momento en el que te encuentras delante de algo que no sabes como abarcar ni hacia donde ir y respeta mucho ese momento y ese tiempo, no apresura, no incitan a tener que decidirte rápido. Son momentos en los que pertenecemos a algo más grande y que no sabemos actuar con ello.
—¿Surgen todos del mismo pensamiento?
—Sí, han sido todos progresivos, empecé con piezas como el díptico de 5 obras así como en tonos más cálidos y fríos, una conjunción de ambos, siguió con el díptico de ‘Naufraga’, que va con un poema que escribí y luego la colección de ‘Secret Garden’ va más en conjunción a los cuadros que son meditaciones y demás.
—En la exposición se observa este camino entre lo abstracto y obras en las que ya asoma lo figurativo, ¿cómo encuentras el equilibrio?
—Me parece complicadísimo y sigo buscándolo, somos eternos aprendices y en este mundo vamos a gatas porque al final, queramos o no, la mayoría de las cosas ya están hechas. Lo que tenemos que hacer es beber de diferentes influencias y estilos porque no es que seamos todos una copia de otros, pero sí que nos dejamos influenciar, y eso no es malo, de hecho en la conjunción de las cosas está realmente la riqueza.
—¿Cuál de todos consideras que se acerca más a este equilibrio?
—El de ‘Memoria frágil’ porque busca justo esta sintonía entre la parte literaria de lo que simbolizan de forma poética las flores, también esa parte figurativa con la propia fotografía, con la representación de las flores en el cuadro y también la parte abstracta que es la que al final liga todas esas dimensiones.
—No es la única obra en la que aparecen las flores.
—Si, la colección de ‘Secret Garden’, que es un jardín personal, está inspirado mucho en el amor, en el momento del enamoramiento, una época totalmente nueva para mí hace tres años. Me pareció muy bonito poder convertir algo que creemos perecedero como son unas simples flores en algo que se puede hacer eterno y marchitar con el tiempo. Así que preservé unas flores de un ramo precioso que me regalaron y lo hice en resina, poco a poco se van a ir deteriorando, como ‘Los girasoles’ de Van Gogh que se van a seguir marchitando, pero creo en la belleza del instante.
—¿Tienes alguno favorito?
—Me cuesta porque no visualizo, quizás lo haga bien o mal, un cuadro como una totalidad, sino la conjunción de ellos como una totalidad. Si que es verdad que me gusta mucho la colección de ‘Secret Garden’ porque es con la que más me defino actualmente. Y quizás sí, he salido ya de la parte de las colecciones de Magma, Pandora, Cantábrico, de algo más conceptual a algo más libre.
—Y ahora, ¿estás trabajando en algún otro proyecto?
—Todavía no podemos denominarlo como proyecto, pero sí que tenemos miras en hacer algo juntos con Gabriel Ordás, un gran músico de Oviedo con el que tuve la suerte de compartir estudios musicales en el conservatorio de Oviedo. Estoy con muchas ganas de poder hacer una conjunción entre la música y el arte, porque creo que la unión hace la fuerza.

—Hablando de proyectos, ¿crees que Asturias es una comunidad que ofrece oportunidad a pintores emergentes y apoya la creación artística?
—Asturias tiene mucho potencial, tiene unas salas increíbles, tiene unas galeristas increíbles, unas comisarias y comisarios increíbles, y creo que también tiene artistas muy buenos, que ciertamente no estamos sabiendo aprovechar del todo. Siempre nos volcamos en las capitales como centro de la cultura, aquí en España, nos vamos a Madrid, Barcelona o a Bilbao y aquí hay mucho todavía por descubrir y muchas oportunidades por dar.
—¿Te consideras con suerte en ese sentido?
—Sí, creo que he tenido oportunidades, pero también sé que he trabajado mucho por ellas, para obtener un sí, primero recibes diez noes, y eso es la conclusión de todo esto. Es algo a lo que tienes que enfrentarte con muchísima humildad, con muchísimo respeto y también sin miedo, te estás tirando a una piscina que a veces tiene agua y a veces no y no pasa nada, lo importante es no parar.