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Entrevista con Laura Fjäder: «Necesitamos que el enfoque feminista atraviese las artes»

Escritora, investigadora e impulsora de 'Musas disidentes', la artista y trabajadora social teje perspectiva de género para hilar todas sus obras.

Por Marcos Fernández

Una vida dedicada al feminismo, a la gestión cultural comunitaria, a la investigación, al voluntariado… y también al arte. Laura Fjäder (Asturies, 1973) es escritora y graduada en Trabajo Social. Sus obras, sea cual sea su soporte están interconectadas por un hilo discursivo: la proyección desde la perspectiva de género. Esta identidad define su proyecto ‘Musas disidentes’, que engloba representaciones artísticas textuales, audiovisuales, escénicas o con formato híbrido. Autora de tres poemarios, ha obtenido dos residencias en el LABoral Centro de Arte,  la última con su trabajo ‘El efecto apotropaico’, una memoria genealógica de su rama familiar materna que forma parte de la exposición ‘Volver a pasar por el corazón’, visitable en ese mismo espacio hasta el próximo 13 de noviembre.

Laura Fjäder

—¿Por qué decidiste estudiar la carrera de Trabajo Social?

—Empecé estudiando derecho, que era una carrera que me gustaba mucho. Pero no me llenaba. Y el trabajo social es una disciplina súper bonita. Si es verdad que está excesivamente burocratizada y estereotipada, pero es una disciplina muy completa. Y yo quería estudiar algo que me sirviese, sobre todo, para entender.

—Desde tus poemarios a tus instalaciones y exposiciones, todas reflejan ese interés por lo social. ¿Cómo es tu proceso creativo?

—Todo ese bagaje acumulado en el trabajo social al final lo que hace es enseñarte a interpretar y a ver el mundo de una manera un poco más completa, centrada en lo comunitario y en la intersección entre las personas y nuestro entorno. Soy escritora, pero siempre he pensado que la poesía no tiene por qué estar constreñida en un único soporte. Me interesa muchísimo como se puede trabajar la poesía para crear una sensación de expansión. Y desde ahí, tanto en la primera residencia que tuve en el 2020 con ‘Lugares anfibios’, que era una pieza híbrida en el que se trabajó con texto, performance, audio y visual, pensé que podía seguir tirando de ese hilo.

—¿Estos espacios híbridos acercan más la poesía al público general?

—Creo que sobre la poesía pesa un gran tabú, cuando en verdad es una forma más de expresión. Yo, ‘El efecto apotropaico’, lo concebí en primer lugar como una traducción a lo sensorial de la memoria genealógica que había preparado. Pero lo que más me interesaba era construir una metáfora asociativa que generase a quien entrara en la sala donde está montada esa sensación de poesía expandida como una superficie. Para eso, el bordado que hay sirve de sintaxis. Ayuda a reocupar esos espacios de lo simbólico donde yo intento preservar la memoria y hacerlo de una manera envolvente para el visitante. Que sea un ‘espacio embrional’, algo que trabajo mucho en mis textos.

«El efecto apotropaico, significa que algo, por su carácter mágico, aleja el mal y propicia el bien»

—¿Es ‘El efecto apotropaico’ un trabajo especial por te adentrarte en la historia de tu familia materna?

—Totalmente. La pieza sobre la que se centra el trabajo y que más llama la atención es la textil, que es la que traduce los dibujos encontrados en el fondo del archivo familiar a la pieza de ajuar. Digitalizamos el audio de unas cintas de cassette antiguas que tenía. Una de ellas es la que está montada en la sala, que soy yo con dos años. Es el registro más antiguo mío que hay y estoy nombrando a mi abuela, además estando con mi madre. Me pareció interesante llamar a la pieza ‘El efecto apotropaico’, porque significa que algo, por su carácter mágico, aleja el mal y propicia el bien. Está concebida como la resignificación de un trayecto muy duro de la rama de las mujeres de la familia pero que al final está ahí. Nos ha sanado y hemos crecido con ello.

Pieza textil de ‘El efecto apotropaico’

—¿Es el arte un buen arma para la lucha feminista?

—Todas las artes lo son. Todo lo que visibilice y exponga, ya sea la palabra, lo plástico, la performance o la música. Todo lo que ponga encima de la mesa la situación, es necesario y tiene que estar ahí.

«Necesitamos que el enfoque feminista atraviese las disciplinas y atraviese las artes, se verbalice y se visibilice.»

—¿Cómo de importante es proyectar todo siempre con perspectiva de género?

—Lo es todo. El sistema patriarcal es el que hay. Luego surge el capitalismo como uno de sus brazos y por el medio están todas las opresiones atravesando a las mujeres. Todas estamos atravesadas por diferentes opresiones. Necesitamos el enfoque feminista en todas las dimensiones. Un enfoque que dinamite desde abajo los cimientos, porque sino, no hacemos nada. No podemos resignarnos a un feminismo cómodo o que se quede en la institución. Necesitamos recoger las demandas de la calle, que es donde se lucha, y hacer leyes. Necesitamos mujeres feministas en puestos clave. Necesitamos que el enfoque feminista atraviese las disciplinas y atraviese las artes, se verbalice y se visibilice.

—Y esa es la motivación detrás del proyecto que lideras y esta desarrollando actualmente, ‘Musas disidentes’.

—Es un proyecto a largo plazo donde no solo englobo la escritura, sino también la performance y piezas híbridas. El mismo nombre lo dice, ‘Musas disidentes’. No somos musas, somos esa disidencia, somos las creadoras y hemos estado siempre, otra cosa es que nos pusieran encima de todo. Procuro trabajar con hilos discursivos que tejan no solo el discurso que me interese y que articule toda mi obra, sino también que hile con el resto de los soportes con los que trabajo.

—Un hilo que también conecta con ‘El efecto apotropaico’.

—[en esta obra] Se ve la importancia que le doy a la memoria de la genealogía, de las mujeres, las disidencias y los feminismos. En este en concreto utilicé herramientas de metodología de investigación social cualitativas. Me interesaba indagar en fuentes públicas y las privadas propias de la familia. Investigar en el patrimonio simbólico de las mujeres de mi familia, pero también del entorno. Desde principios del siglo XX con mi abuela hasta ahora con mi hija, que no la ha conocido. Todos los trabajos que se hicieron y que se siguen haciendo en el entorno privado doméstico repercuten y sostienen la economía en el espacio público.

—¿Te han llegado muchas preguntas del público sobre esta obra?

—Sorprendentemente sí. Muchas veces, aunque pongas un texto de comisariado bastante amplio, se necesita encontrar el equilibrio entre un lenguaje académico y la conexión con cualquier tipo de persona que venga a ver la muestra para hacerla accesible. Las artes tienen que estar ahí para compartirlas y para el disfrute. Y eso hace que venga gente, con rangos de edad super distintos a preguntarte cosas. Existen muchas lecturas diferentes a la par que interesantes para tener en cuenta y recopilar en el diario de proceso que llevo de cada pieza.

Detalle del dibujo de la casa bordada en la tela

—¿Qué te ha aportado la residencia en LABoral?

—Las dos experiencias que he tenido han sido fantásticas. Es un lujo tener en Xixón este centro y es flipante su programa de residencias. Su equipo de personas que te apoyan y siguen desde el principio dando todas las facilidades y siempre atentas. Todo el personal, desde las personas que mantienen con cuidado y extrema profesionalidad la limpieza de tu sitio de trabajo hasta las personas que están en la recepción, la mediadora… A parte, me fascina el fondo documental que tienen en su mediateca, donde he pasado mucho tiempo.

—¿Y cómo ha sido compartir espacio con el resto de las artistas que forman parte de ‘Volver a pasar por el corazón’? Una exposición que podemos ver en este mismo lugar.

—Excelente. Hay una armonía fantástica y eso también se nota en la coherencia que tiene la exposición y que debe todo a la comisaria, Patricia Villanueva, porque supo conectar todo con la lucidez y la certeza de saber que todas hemos trabajado de alguna forma la memoria.

—¿Cuáles son tus siguientes proyectos?

—Estoy terminando el borrador de un poemario. Aunque, en mi caso, la poesía no bebe nunca de la inmediatez. Me gusta tomarme mi tiempo. Investigo mucho y necesito nutrirme de diversas fuentes. También hay una idea de continuidad para producir una obra textil contemporánea partiendo un poco de ‘El efecto apotropaico’, pero es algo que aún estoy esbozando. Todavía no cerré la etapa de esta pieza  y hay que disfrutar mientras esté presente con la gente que se acerque a verla. Es muy gratificante su interés por ella.

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