«¡Stop suicidios!»; «¡Contra la destrucción de la educación pública!». Estos lemas resonaban en las voces de los cientos de jóvenes que se unieron el mediodía del 27 de octubre en la Plaza del Parchís, punto de partida de la manifestación en defensa de la salud mental de los estudiantes dentro del marco de la Huelga General Estudiantil. Esta movilización organizada del Sindicato de Estudiantes de Asturias para reclamar que la salud mental deje de ser un privilegio y denunciar los pocos recursos que se destinan a solventar esta problemática.
“Recibir atención psicológica en los hospitales públicos se ha convertido en una carrera de obstáculos”, declaró Alex Alonso, portavoz del Sindicato de Estudiantes de Asturias. Durante el manifiesto aportó datos esclarecedores sobre la dificultad de acceso a consultas relacionadas con la salud mental: “hay listas de espera interminables y en algunas zonas superan los 150 días”. “Falta personal” explica Alonso y es que el Estado Español cuenta con tres veces menos psicólogos que en el resto de la Unión Europea. Esta situación se ha agravado con la pandemia durante la cual se retrasaron muchos tratamientos mientras la salud mental de muchos jóvenes se resentía como secuela de los confinamientos. La crisis energética, el aumento de la inflación y la inminente recesión en la que ya estamos entrando pesan sobre los hombros de una generación que se crio durante la anterior crisis económica y observa como una nueva se abalanza sobre su futuro y su presente.
Cada vez más jóvenes sufren enfermedades mentales. Los datos son impactantes: según un informa de la fundación ‘Save the children’ el 6% de los adolescentes de entre 13 y 16 años de España tuvieron pensamientos suicidas durante el 2020. Este mismo informe alerta que las tentativas suicidas son mucho mayores en los adolescentes cuyas familias tienen rentas más bajas. Los jóvenes están cansados de seguir liderando ránquines pésimos y han salido a las calles para que les escuchen. Entre voces que gritaban “¡Es la generación de la revolución!” y carteles que rezaban “Salud mental: es un derecho no un privilegio” se encontraban Gaizka Cagigal y Melani Bouza, compañeros que no dudaron en sumarse a la movilización porque a diario comprueban en su instituto que los profesores no disponen ni de la formación ni de los medios necesarios para atender la salud mental de sus alumnos. “Se tendrían que destinar más recursos a los centros educativos para que existiera un sistema de prevención”,comentó Cagigal.
“En los institutos no se le da la suficiente importancia a la salud mental, se habla poco y a veces es incluso tratada como un tema tabú”, confesó Rebeca, una estudiante de secundaria que se sumó a la huelga. Ella lo sabe de primera mano, cuando apenas tenía 15 años pasó una “mala época” y no solo sintió que sus profesores no la apoyaban, sino que llegó experimentar como algunos “se burlaban de ella”. La falta de implicación de algunos cuerpos docentes fue otra de las reivindicaciones centrales de los manifestantes. “Las direcciones de colegios e institutos han aprovechado esta convocatoria para amedrentar a los estudiantes de manera flagrante para que no ejerzan su derecho de huelga”, afirmó el portavoz del sindicato. No es el caso de todos los centros educativos, muchos profesores se desviven por sus alumnos, pero, sencillamente, no tienen los medios para cuidar de ellos. “Actualmente los recursos destinados a la salud mental solo llegan al 5% del gasto total en salud cuando debería ser, al menos de un 15% para crear plazas de psicólogos y psiquiátricos”, prosiguió Alex Alonso.
Ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, consumo de psicofármacos, pensamientos suicidas… problemas cada vez más comunes y agravados por la incertidumbre provocada por el paro, la precariedad laboral, los elevados precios del alquiler y la destrucción de la enseñanza pública, como es indicado en el manifiesto difundido por el sindicato. La tasa de desempleo juvenil en Asturias se sitúa la segunda en el ranquin del país. Nuestra región lidera también el ranquin de suicidios por población. Para el Sindicato de Estudiantes, está claro “la condición de los jóvenes trabajadores es muy precaria y existe una dificultad para acceder al trabajo” y todo ello tiene con consecuencias “devastadoras” sobre su salud mental.
El 27 de octubre las calles de Xixón se llenaron de jóvenes pero advierten que las cosas no se van a quedar ahí. Al grito de “¡queremos hechos y no palabras!” Alonso terminó el manifiesto y se sumó a sus compañeras para levantar juntos la voz contra uno de los mayores peligros para los jóvenes, que la atención a su salud mental sea un privilegio y no un derecho.