El opositor ruso Alexéi Navalni fue trasladado a un hospital penitenciario después de que su estado de salud empeorase como consecuencia de la huelga de hambre que viene realizando desde el 31 de marzo como protesta a su encarcelamiento.
El entorno del líder opositor asegura que su vida «pende de un hilo» y que podría sufrir un infarto en cualquier momento, mientras que la UE ha exigido la puesta en libertad «inmediata e incondicional» de Navalni y EEUU ha advertido a Rusia de que habrá «consecuencias» en el caso de que éste fallezca.
Navalni fue enviado a prisión para cumplir tres años de una sentencia por malversación de fonods que había sido suspendida en 2014. Las autoridades rusas le acusaron de romper la libertad condicional cuando salió de Rusia para ser tratado en un hospital alemán tras ser supuestamente envenenado.
Navalni y su entorno acusan a los servicios secretos rusos y al presidente Vladimir Putin de estar detrás del supuesto envenenamiento que casi le cuesta la vida, en una maniobra del Kremlin por silenciar a la opsición y suprimir la disidencia en el país.