Félix Bolaños fue el encargado de contactar con los ahora ya ministros y avanzarles que el Gobierno podría contar con ellos para el Ejecutivo. Sánchez decidió hacerlo así a modo de control de estrés para evitar lo que pasó con Màxim Huerta, que tuvo que dimitir pocos días después de ser nombrado ministro.
El papel de Bolaños deja claro que Iván Redondo, hasta entonces jefe de Gabinete, quedó al margen de la operación. Redondo, que siempre fue visto como una gran influencia en la sombra, no participó en las decisiones.
Redondo podría haber sido responsable de varios errores electorales dentro del partido. La relación entre Redondo y Bolaños se erosionó especialmente ante el planteamiento de crear una secretaría de Estado para los Fondos Europeos.