— ¡Soy actor!
— ¿En qué bar trabajas?
Como un producto de segunda, como un hobby y no un trabajo, así perciben muchos ojos externos al teatro asturiano. Pero ¿es posible que adjetivos como precaria e inestable se desliguen algún día de la profesión actoral? Para resolver esta enigma hay que empezar por el principio. Actualmente las y los intérpretes no tienen convenio colectivo al que acogerse, esa base legal que debería proteger sus derechos laborales.
Por la redacción de este convenio pretende empezar el recién estrenado Sindicato Asturiano de Profesionales de las Artes Escénicas y Audiovisuales (SAPAPEA), que espera publicar en 2025 el borrador definitivo. A parte de regular un salario y las condiciones laborales, este convenio también sentará las bases para el reconocimiento de la profesión. “No hay sector laboral que no tenga su convenio y si queremos reivindicar que la profesión de las artes escénicas es una profesión seria, no tiene ningún sentido que no tenga un convenio que especifique unas condiciones laborales justas”, exclama Ici Díaz, actriz y miembro del SAPAPEA.
Mientras no dispongan de este contrato, se rigen por unas «normas no escritas» que por lo general todas las compañías y productoras cumplen. “Si vas a hacer una obra por menos de 120 euros estarías cayendo un poco en competencia desleal y un ensayo pagado a menos de 35 euros sería también bastante precario. Es una norma no escrita que hemos hecho entre toda la gente de la profesión, pero nadie está obligado a cumplirla”, expone Enrique Dueñas, actor y secretario general del SAPAPEA. Además, se apoyan en la Guía Laboral Asturiana de las Artes Escénicas, un documento de fácil acceso y lectura elaborado por el sindicato, como antecesor al futuro convenio, que vuelca el marco legal al que se pueden acoger todas las y los profesionales de las artes escénicas.
Ici Díaz
SAPAPEA se plantea en 2020 para cubrir las necesidades de un sector inestable y precario. El germen lo planta la Confederación Estatal de Asociaciones de Trabajadores del Espectáculo (ConArte), con la intención de revitalizar el movimiento asociativo de intérpretes en Asturies. Así, se convierte en uno de los sindicatos de intérpretes más jóvenes de España, llenando un vacío dejado tras la disolución, años atrás, de la Unión de Actores y Actrices en la comunidad.
“Si no conoces tus derechos te pueden engañar o pasar por alto cualquier cosa»
El sindicato cuenta ahora con tres años de actividad. Tres años en los que ha hecho un trabajo por informar y luchar en contra del desconocimiento de la ley, la clave para dejar atrás la precariedad. También en romper con el miedo de los y las intérpretes a defender sus derechos por temor a que no los vuelvan a llamar. “Si no conoces tus derechos te pueden engañar o pasar por alto cualquier cosa. No puede ser que unos estemos rechazando trabajos audiovisuales, que ahí sí que hay un convenio laboral estatal, para que se cumpla el convenio y luego el resto de la profesión siga aceptándolo porque entonces se rompe el mercado, no se dignifica el trabajo y no tenemos capacidad de crecer y de profesionalizarnos”, denuncia Dueñas.
La vida se encarece, los alquileres suben, la comida es cada vez más costosa… y en las artes escénicas los salarios apenas han aumentado en los últimos diez años. «Hay compañías que están pagando lo mismo a sus actores y actrices ahora que hace 20 años, eso no puede ser, la vida no es la misma», explica Díaz. Aunque también está el otro lado de la moneda, la poca inyección de dinero tanto público como privado en productoras y compañías del sector escénico. Tal y como dice Gemma de Luis, actriz y directora, no solo están los actores y actrices en una obra, hay muchos otros profesionales detrás, el pastel es pequeño y hay muchos trozos que repartir. Al final todo radica en el mismo problema, el poco valor que se le da al sector y con ello la escasa financiación que recibe. «Los cachés están más o menos como hace diez años porque tampoco hay un apoyo muy grande de la Consejería o de la Administración para que tú puedas tener la empresa en las condiciones que te gustaría», opina De Luis.
Enrique Dueñas
En cambio, lo que sí que hay de sobra, según Díaz, es talento, “Lo que hace falta es trabajo y oportunidades. Para ser una comunidad pequeña somos muchos los actores, actrices y creadoras que estamos aquí, entre otras cosas porque Gijón es sede de la ESAD y cada año se gradúan 20 personas”. Sin embargo, el panorama también está marcado por una alta fragmentación del sector, con más de 80 compañías en activo. «Tendría que haber empresas y productoras más fuertes que hagan montajes más grandes, con elencos más grandes y más periodicidad de trabajo, para que haya más trabajadores por cuenta ajena y esté menos atomizado. Habría menos para repartir, pero habría más trabajo”, considera Dueñas.
El pastel a repartir es pequeño porque el sector cultural suele ser al que menos dinero se le destina. En 2022 el gasto liquidado por la Administración Autonómica del Principado de Asturias en artes plásticas y escénicas fue de 6.037.000, lo que significa el 19,8% del gasto total en cultura. Un dato que deja en las y los profesionales del sector escénico con la impresión de que al teatro no se le da la importancia que tiene. “Yo he conocido a tres o cuatro consejeros de cultura de distintos partidos políticos y más o menos siempre ha sido lo mismo, reuniones que no han servido para nada, siempre con el mismo discurso y sobre todo con una base de desconocimiento total y además sin ganas de conocer de lo que estamos hablando”, condena De Luis.
A esta despreocupación por el teatro, se suma la centralidad del sector en grandes ciudades como Madrid o Barcelona. Ciudades con mucha más inyección de dinero en producciones y, por tanto, con más volumen y grandes producciones que hacen que Asturies no pueda ser competitiva. “Tenemos que luchar con ciertos estigmas de ser creadores de aquí. Sí que es verdad que compañías de Madrid al tener más recursos hacen mejores producciones, pero es porque tienen mejor vestuario y mejor escenografía, luces, reproducción de sonido, etc. Pero a nivel artístico, a nivel interpretativo, a nivel de estructura dramática y a nivel de dirección aquí hay muy buenos creadores», admite Dueñas.
Gemma de Luis
Esta situación no es cuestión de calidad sino de dinero. La falta de medios obliga a que actores y actrices se conviertan en auténticos «hombres y mujeres orquesta», asumiendo múltiples roles dentro de una producción porque no hay recursos para contar con especialistas en cada área. “Poder contar con profesionales de todos los ámbitos, es cuando marca la diferencia. Lo ideal es eso, zapatero tus zapatos, todo el mundo puede actuar, todo el mundo puede dirigir o, como yo, puede hacer la producción haciéndola de forma pachanguera, pero cambia mucho cuando ves que cada profesional se dedica a lo suyo, eso es un lujo”, expone De Luis.
El verdadero problema en el sector escénico en Asturies no reside en la calidad de sus profesionales, sino a la falta de financiación para las producciones. Esto provoca pluriempleo entre los trabajadores del sector, producciones con escasos recursos para una puesta en escena rica y profesionales que deben abarcar múltiples funciones. Todo esto repercute, inevitablemente, tanto en la calidad a la hora de trabajar como en el producto final.