«Has dicho, ¿ensaladilla rusa?», esa es una primera reacción habitual de los que todavía no han oído hablar de «Ladilla Rusa», el dúo que está noche pondrá a bailar a la Plaza Mayor desde las 21.00 horas. Aunque muchas personas siguen sorprendiéndose al escuchar el nombre de los artistas, se sorpresa es aùn mayor cuando descubren que ya los conocían. Y es que algunos de sus temas como «Macaulay Culkin» o «KITT y los coches del pasado», no han dejado de sonar cada verano hasta convertirse en himnos que se gritar en las fiestas populares.
El nombre de este curioso dúo catalán ya anticipa todo lo que Tania Lozano y Víctor F. Clares, tienen para ofrecer. Crean canciones que combinan el electro-pop y la rumba catalana pero se atreven con todo tipo de géneros. Ellos mismos han acuñado el término «orgullo charnego» para definir su estilo, en una suerte de reivindicación de la cultura del extrarradio barcelonés donde se criaron.
Más allá del sonido, con músicas hechas para bailar y disfrutar saltando en sus conciertos, el sello de ladilla se encuentra en sus letras humorísticas. Su inspiración se encuentra en las cosas cotidianas, no tienen miedo atreverse de experiencias mundanas sin mensajes profundos por el simple hecho de divertirse.
En su último disco, «Costumbrismo Mágico», editado por sello El Genio Equivocado, se ha colado también la pandemia. En el tema «A un metro y medio de mi» hacen comedia de historias de amor imposible obstaculizadas por las restricciones sanitarias. Su imaginario está plagado de elementos de la cultura pop, como hacen con la película «Solo en casa» en «Macaulay Culkin», o se inventan personajes histriónicos como en «Conchi Coach», donde relatan la historia de una mujer, Conchi, que hace «lo que le sale de la almeja».
Ellos mismos cuentan cada vez que tienen oportunidad el dúo surgió como una broma en el año 2017 y la broma se alargó tanto que sigue haciendo reir y bailar a miles de personas cinco años después. Y es que ninguno de sus miembros se había dedicado a la música anteriormente, su profesión era el periodismo.
Pertenecen a una corriente de grupos musicales humorísticos como Ojete Calor o Las Bistecs, que componen letras socarronas sin grandes aspiraciones políticas o críticas. Aunque a veces aprovechan para lanzar algún mensaje más reivindicativo, en general, recurren a una comedia a veces picante y descarnada pero sin pretensiones. Quizás, este sentido del humor que roza lo absurdo combinado con ritmos pegadizos sean la clave de su éxito pues invitan a todo el mundo a que se lo pase bien con ellos.