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El Xixón de colores que habita Itziar Díaz de Rada

"Si la encuentras y te gusta, te la quedas", bajo este lema la artista plástica escondió varias acuarelas en rincones de Xixón durante el puente de diciembre y advierte a sus seguidores que volverá a hacerlo.

Por Redacción 12grados

El Muro llenos de paseantes, la portada del Teatro Jovellanos o los carteles del metro de la Gran Vía madrileña protagonizan las acuarelas de la artista Itziar Díaz de Rada. Cuando camina por las calles de Xixón siente algo muy distinto a lo que experimenta cuando lo hace por la capital. Madrileña de nacimiento y xixonesa de sangre y corazón, desde que tiene uso de razón veranea en su casa familiar de la costa verde. Xixón, el olor a salitre y el aire fresco que traen las olas del Cantábrico sumergen a la artista en un universo de calma y tranquilidad. Por eso los escondrijos de la ciudad se han convertido en protagonistas recurrentes de su obra. Entre todos estos rincones en los que pararse a pintar hay un que se ha convertido en su indispensable: La LLoca. Junto a la Madre del Emigrante observa la amplitud del mar y la costa que se extiende hasta El Cerro y traza su perfil en el papel. Después del lápiz llega el color. Los tonos vibrantes que escapan de las líneas se han convertido en el elemento más característico de sus acuarelas. Y estas acuarelas, han empezado a escaparse de la mesa de la artista para esconderse por rincones de Xixón. Ahora estarán en manos de la afortunada o afortunado que se los encontrara.


Itziar Díaz de Rada, Diseñadora de Interiores y Artista Plástica

Aunque el peso principal de su obra se puede apreciar en su Instagram Itziar_arte donde se mantiene activa y publica sus novedades, Díaz de Rada ha hecho alguna que otra exposición en bares y cafeterías, una de ellas en Xixón. Exposiciones solidarias como la que hizo en la Fundación Pons en Madrid, murales y cristaleras para el Festival de arte urbano ‘Pinta Malasaña’ y también colaboró con una marca de ropa para hacer el diseño de una camiseta. A pesar de haber estudiado la carrera de diseño de interiores y de querer dedicarse en un futuro a su profesión, ahora mismo su ocupación principal es la pintura mientras va echando currículos. Lo que tiene claro es que, aunque en un futuro se dedique al interiorismo no va a dejar de lado nunca la pintura.

Ilustrar Xixón le fue tan natural como empezar a pintar. Cuando aprendió la técnica de la acuarela los paisajes urbanos fueron su mayor inspiración y empezó a buscarla en los rincones de Xixón. Pero no fue una mera casualidad. Quería compartir su trabajo en las redes y la mayoría de la “la gente que me sigue es de aquí”, confiesa. El resultado son las decenas de láminas tamaño A5 y llenas de color que inundan su Instagram. A veces también se atreve a explorar lo abstracto sobre lienzos en los que aplica una fusión de técnicas muy personal. Mezcla la pintura acrílica con arena de playa que, como no podía ser de otra manera, recogió de San Lorenzo. Hecho el mejunje coge la brocha y se deja llevar: “Cuando pinto no tengo ningún guion ni ningún boceto, yo me pongo a brochazos. En lo único que pienso es que quiero que haya trozos con más relieve para que se genere más textura”.


Cuadro que combina pintura acrílica y arena de playa

Cuando viajaba a Asturies para pasar el puente de la Constitución con su familia se le ocurrió una idea. Como la mayoría de sus seguidores son de Xixón pensó en dejarles varios regalos a modo de acuarelas escondidas a simple vista en los rincones más emblemáticos de la ciudad. Aunque ya había hecho su primera intentona en la capital dejando una lámina, esta vez fue más allá. “En Gijón igual es más fácil que lo encuentre la gente, porque es más pequeño, no hay el estrés que hay en Madrid que a veces la gente ni se fija en las cosas. Esta vez ha sido más importante porque Gijón para mi es un lugar especial”, afirma Díaz de Rada. Hacerse un hueco en el mundo del arte es muy complejo y regalar láminas de esta forma es, para la madrileña, una forma original de darse a conocer. “Tienes que ser muy insistente, si quieres ir a alguna exposición tienes que hacer como he hecho yo y empezar por bares y cafeterías. Cuesta porque la gente, aunque tu trabajes y hagas cosas no se fija o no lo valora ni lo entiende”, comenta. Aunque sonríe al contar que, poco a poca, va consiguiendo vender su obra.

La Plaza Mayor, El Tostaderu y El Muro se transformaron estos últimos días en las galerías efímeras en la que unos pocos pudieron llevarse a casa una lámina de Diaz de Rada. Había diseñado una cuarta lámina para colocar en La Escalerona, pero el mal tiempo truncó sus planes e improvisó un escondite en su viaje de vuelta a Madrid. Detrás de cada lámina la gente podía leer: «Si la encuentras y te gusta, te la quedas», junto con su nombre de Instagram para que puedan reconocer a la artista que hay detrás. Lo que más ilusión le hace es que las personas que encuentren su obra le escriban. Además, cuando lo hacen siente un pequeño alivio al saber que la lámina no se ha perdido, volado o mojado y ya tiene dueño. Después de colgar sus ilustraciones se quedó un rato observando a los transeúntes con curiosidad y pudo ver a gente pasar sin darse cuenta, mirar sin detenerse o incluso gente detenida en frente, sin acercarse. Y tras un buen rato de espera pudo ver a la persona que la cogió y ruborizarse con un ligero sentimiento de orgullo. Contra viento, marea y un tiempo que no se lo puso fácil todas las láminas fueron encontradas y rescatadas de su escondite. “Me comí mucho la cabeza para ver donde las dejaba y que el tiempo no lo estropeara todo”, cuenta Díaz de Rada.


Una de las ilustraciones que dejó por la ciudad

Transmitir a través de las acuarelas «una realidad sin ser realidad», ese es el objetivo de la artista. “No pinto un edificio tal y como es, sino que visualmente sabes lo que estás viendo, pero realmente a lo mejor no tiene así las ventanas ni las puertas”, explica Díaz de Rada. Los colores toman un gran protagonismo en todo lo que pinta y plasma en el papel, colores que para ella transmiten el concepto de un lugar, el sentimiento que se sobrepone, aunque no concuerden con la realidad visual. Ya sea en sus acuarelas o en sus obras abstractas busca, y cree haberlo logradoo, transmitir calma y felicidad, dos sensaciones que, para ella, residen en el color que se desparrama como grandes manchas de pintura por el lienzo y dotan al trazo de sentimiento, de historias o del espíritu del instante inmortalizado en la lámina.