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Emerxentes con Alba Matilla: «Hay algo atractivo en congelar espacios que están cambiando a una velocidad vertiginosa»

La artista plástica integrante del programa de Residencias Artísticas 2023 de LABoral Centro de Arte, participará en una exposición colaborativa que se inaugura el 5 de abril.

Por Ana Ibarz

Alba Matilla (Avilés, 1998) siempre entiende el arte desde la pintura, aunque lo esté mirando desde el diseño 3D. La pintura es la herramienta con la que asienta sus pensamientos y que utiliza para presentar lo digital de una forma más cercana. Tras años alejada de Asturies para especializarse en pintura en la Academia de Bellas Artes en Cracovia, cursar el grado de Bellas Artes en Vigo, indagar el territorio de la gestión cultural con la organización francesa Dos Mares y estudiar un Máster en Investigación y Creación en Arte de la Universidad del País Vasco, en Bilbao, volvió a casa. A Avilés, donde ha dado vida a su proyecto artístico ‘Santuario’, una obra interactiva, que rinde homenaje a lugares con memoria industrial a través de la exploración de estos paisajes. Desde una perspectiva estética y pictórica, captura la esencia de lugares que están cambiando a pasos acelerados e incluso han dejado de existir y los traslada a un mundo virtual que puede recorrerse como si fuera el mapa de un videojuego.

¿Dedicarte a la pintura fue siempre tu objetivo?

—No siempre fue un objetivo claro. Ni siquiera ahora considero que lo sea porque siento que depende mucho de la rama del trabajo que estés haciendo. Ahora estoy trabajando más con 3D, diseño y programación, pero la pintura siempre ha sido un pilar muy importante para mí. Es una herramienta de pensamiento, de asimilar conceptos y si estoy metida en algún proyecto que requiere mas de investigación teórica, es una forma de asentar esos pensamientos.

—¿En qué consiste este diseño 3D?

—Lo que estoy haciendo ahora es una técnica que se llama fotogrametría.  Hay muchos métodos para hacerla, incluso a través de aplicaciones, es algo que está súper avanzado. Básicamente es una forma de crear objetos 3D a raíz de muchas fotos y vídeos, con una especie de scanner que tienen incorporados algunos dispositivos y que te permite digitalizar superficies, objetos y tiene un campo de posibilidades muy amplio. 

¿Con esta técnica dejas de lado la forma más tradicional que entendemos del arte plástico como puede ser la pintura?

—Es una forma radicalmente distinta a lo que estaba haciendo hasta ahora, pero para mí la pintura es una constante en el sentido que siempre pienso desde ahí. Me interesa mucho la forma pictórica de las cosas, la estética plástica y a la par que estaba haciendo este proyecto con el que me adentré en el 3D, también estaba pintando un montón, al principio paralelamente como si fuera un proyecto distinto, pero luego me di cuenta que juntando ambas partes de pintura más plástica con una instalación y unas proyecciones en 3D, podía conseguir algo mucho más completo y hablando en todo momento desde la pintura. 

 

‘L’INVEST SUD’ en este caso sin proyección. Es otra obra de la artista en la que une pintura y vídeo. El cuadro es un espacio desierto y funciona con una proyección sobre él, en la que aparecen personas, coches y el movimiento de los árboles.

¿Qué aporta una técnica que no hace la otra?

—La técnica de la pintura tradicional, me aporta una subjetividad que muchas veces los medios digitales, ya sea el vídeo o en este caso el 3D, no son capaces de plasmar tan bien. En la pintura hay una seña de identidad que es imposible de negar y en cambio en las fotogrametrías por ejemplo, también las sientes como algo subjetivo porque no es la misma fotogrametría que pudiera hacer una persona que otra, pero es diferente.  

¿Qué te inspira para crear?

—Va cambiando un poco según la época, pero desde hace algunos años mi inspiración es el paisaje, en concreto, yo que soy de Avilés y he crecido en un entorno muy industrial y por lo tanto en un entorno que ahora mismo está en declive, siempre he sentido especial interés por ese tipo de paisaje. Siempre me chocaba mucho esa disyuntiva entre un paisaje natural, el paraíso natural de Asturias y de repente un montón de fabricas, chimeneas y fuego por todos lados. Cuando era pequeña pensaba que era horrible, pero con el paso de los años, me he dado cuenta que es algo super poético y precioso. 

Hablando de tu proyecto “Santuario”, ¿cómo surge la idea?

—La idea surge en el máster, donde investigaba temas de paisaje virtual y cómo nos relacionamos con la pantalla. Fue ahí cuando descubrí la técnica de la fotogrametría y empecé a explorarla. De repente encontré que tenía un archivo súper grande de objetos y superficies 3D, de lugares que me interesaban porque representaban los paisajes de la desindustrialización o del abandono. Al final decidí hacer una especie de videojuego, aunque no es un videojuego al uso porque no hay una misión que hacer, pero siento que es la palabra que más se le acerca. Es una pieza interactiva y nace de la necesidad de hacer algo con todos esos archivos que tenía. 

Un espacio de ‘Santuario’

Este proyecto confluye entre el pasado, que es rescatar lugares abandonados y por otra crear un mundo virtual que es un poco el futuro, ¿cómo entiendes esta fusión?

—La intención virtual de esto es preservar este tipo de lugares que su propia condición hace que estén en continua transformación. Hay muchos lugares de los que aparecen en el ‘Santuario’, como es por ejemplo Zorrotzaurre, un barrio de Bilbao que era muy industrial y ahora está siendo derribado. Me parece poético el hecho de poder encontrarlos en este mundo tal cual estaban. Hay algo atractivo en congelar espacios que están cambiando a una velocidad vertiginosa.  Por la parte del futuro, de cara a explorar nuevas formas que está adoptando el arte ahora que cada vez estamos viendo más piezas interactivas y muy relacionadas con lo audiovisual. Me parece interesante adentrarme en este campo. 

¿Cuál fue el criterio para escoger los espacios que ilustrar en ‘Santuario?

—Surgía un poco de forma espontánea, a veces iba paseando y encontraba un lugar que me interesaba y hacia una fotogrametría aunque no tuviera exactamente que ver con el tema de la desindustrialización. Me guiaba también por una cuestión estética, pero sí que es verdad que el hilo principal era ese aspecto de lo abandonado, lo industrial, aquellos lugares que alimentaban esa narrativa de la historia industrial no solo de Avilés o Asturias, sino de muchos sitios de Galicia y Euskadi. 

«La idea es que se pierda, que camine, que preste atención a detalles que se han quedado congelados en lo virtual.»

¿Cómo interactúa el público con tu obra?

—La pieza está pensada para que el espectador deambule por este mundo virtual. La idea es que se pierda, que camine, que preste atención a detalles que se han quedado congelados en lo virtual. Al final del recorrido hay una pequeña luz que es una especia de excusa para volver a llevarte al principio y que sea como un bucle. La intención es un poco esta, llegar a la luz, pero es un recorrido super libre y me gusta que cada uno lo gestione como quiera.

—La puesta en escena de tu obra está compuesto también por una especie de alfombras pintadas, ¿cómo influyen en esta experiencia inmersiva?

—Las piezas de pintura empezaron a surgir a la par que estaba configurando la parte virtual. Al principio era una cosa que estaba haciendo de una forma anecdótica, porque me apetecía plasmar ciertas cosas que estaba pensando en torno a lo virtual y lo físico. Cuando estaba planeando el montaje de la parte virtual, me di cuenta que poniendo una proyección vacía me faltaba algo. Un día me dio por juntar estas dos partes y descubrí que no eran tan diferentes. La parte pictórica de las telas, le aportaba un carácter más doméstico e íntimo. Sentía que podía invitar más al espectador a que se sentara y manejara esta pieza virtual.

—En el arte contemporáneo, observamos una corriente que busca reconectar con el pasado y los orígenes. ¿Cómo influye esta tendencia en tu obra?

—La memoria de lo que es la parte industrial de la ciudad en la que he crecido, en la que mi familia ha trabajado, siento que es una parte muy intrínseca de lo que soy y seré. Es una parte de la esencia de todos los que habitamos esa zona y para mÍ es potencialmente inspiradora. Me parece que tiene esa parte de introspección pero a la vez de exploración del entorno que es súper potente. 

—También reflexionas sobre como la pintura se expande a nuevos medios digitales, ¿es una forma de reinventar esta técnica?

—Es algo que se lleva haciendo bastantes décadas, se me ocurre la artista Dan Flavin y sus conocidas pinturas de luz con neones. Estamos en un momento en el que más que nunca los medios ahora son algo muy liquido. La pintura, la escultura, el video, la foto ahora son algo más maleables, que se funde unos con otros. En el caso de ‘Santuario’ sí que podría ser una confluencia entre esa parte de pintura, adaptada a un medio más audiovisual e interactivo.

«El arte digital en cuanto a lo audiovisual e interactivo se refiere, está en auge. Es un buen campo en el que estar ahora mismo»

¿Es una cuestión de adaptarse o morir?

—En mi caso fue una decisión bastante personal, porque me apetecía mucho hacer este tipo de cosas y encajaba mucho con la parte de investigación que estaba haciendo. Con el tema del paisaje virtual era difícil evitar estas técnicas, es algo muy recurrente para investigar esta temática. Muchas veces he pensado, «menos mal que me dio por esto» porque siento que el arte digital en cuanto a lo audiovisual e interactivo se refiere, está en un auge muy guay y hay muchas convocatorias tanto a nivel nacional como europeo. Es un buen campo en el que estar ahora mismo. 

¿Asturies es un buen lugar para seguir creciendo profesionalmente?

—Desgraciadamente ahora ni Asturias ni España ofrecen mucho. Estamos en un país en el que la cultura es vejada e infravalorada, incluso la gente que siento que si que puede vivir más del arte, vive una situación muy inestable. Es una situación muy complicada y en el momento que sales fuera, por ejemplo en Francia, ves que la gente esta mucho más respaldada por ayudas del gobierno y se pueden permitir vivir del arte.

—¿Cuáles son tus planes a futuro?

—Están muy arraigados al arte, quiero seguir formándome en el ámbito del 3D y adentrarme de lleno en estas formas de crear. Sin embargo, también me gustaría explorar otros ámbitos, como es la mediación cultural que siempre me ha interesado mucho. Todo lo que sea esa parte de acercar el arte al público y funcionar un poco de intermediaria.