Alicia Moncholí (Uviéu, 1998) recuerda ver su primer panfleto sobre una universidad de cine. Fue en la biblioteca de su colegio y tenía solo 12 años, pero esa imagen quedó grabada en su subconsciente. Años después, esa niña que fantaseaba con hacer cine sin saber muy bien lo que suponía, se formó como guionista y directora de cine. Ahora con conocimiento de causa, Alicia puede decir qué le gusta de la producción cinematográfica: la pre-producción, ese proceso en el que está ella sola con sus ideas y referencias. Con 26 años ha escrito y dirigido dos cortos: ‘No quiero más’ y ‘Campolivar’, y se encuentra inmersa en el desarrollo de su primer largo. Su estilo es especial, no por los temas a los que recurre sino por la forma en que los traslada a la pantalla. El realismo mágico es su género por excelencia y su visual es de cuento o al menos así se percibe en su última pieza. ‘Campolivar’ ha sido reconocida en diferentes festivales de cine nacionales por su singular y valiente forma de retratar una infancia traumática disfrazada de fiestas y juguetes, en una producción que mezcla archivo, imaginación, documental y fantasía. El próximo sábado 11 de enero podremos ver esta película en la muestra de cortos del MUSOC a las 18.30 en el Ateneo Obrero de Villaviciosa. La joven cineasta apuesta por un cine experimental y radical, una representación que a unos encanta y que otros no entienden.
Alicia Moncholí I Ana Ibarz
—¿Has tenido claro siempre estudiar cine?
—Por alguna razón sí, aunque realmente no sabía lo que suponía hacer películas, era algo más fantasioso que tenía yo en mi cabeza, de idealizar lo que podía ser hacer cine quizás.
—Después de haber estudiado y saber que supone, ¿cuál es la parte del proceso de creación de una película que más te gusta?
—Con los años me he dado cuenta que la parte que más me gusta es el proceso de creación de lo que es la idea, de escribir el guión, desarrollar el dossier, pensar en las imágenes visuales y en los conceptos. Esta parte en la que estás sola trabajando con todas las referencias es mi preferida.
—¿Cuáles son las referencias a las que más recurres para crear una idea de película?
—Tiendo mucho a escribir desde el recuerdo o situaciones que he podido observar desde mis propios ojos y a partir de ahí utilizar la memoria o la reinterpretación de esos recuerdos para crear mis historias. Mis referencias giran en torno al cine infantil como puede ser Tim Burton o Guillermo del Toro, pero también tengo referencias de directores como Alice Rohrwacher o Víctor Erice que tienden más al drama y a la vez al realismo mágico.
—Y ¿a qué género cinematográfico?
—El realismo mágico. Me gusta basarme en una realidad, pero me planteo cuánta reinterpretación de la misma hay en el proceso de llevarla a una historia. La manera que tenemos de recordar las cosas tiene mucho de fantasía. Tiendo a escribir desde la mezcla entre realidad y fantasía.
—Tu primer corto ‘No quiero más’ (2021) tiene que ver más con la realidad, ya que la protagonista es tu abuela de 96 años y su estancia en la residencia, ¿Cómo surge?
—El cortometraje ‘No quiero más’ empezó como un ejercicio de clase que consistía en una improvisación de grabar a un familiar. Poco a poco en esa habitación de la residencia de ancianos, me fui dando cuenta que a través de la repetición de mi abuela de que no quería seguir comiendo y el estancamiento del propio espacio, en realidad, era su forma de mostrarnos de que no quería seguir estando presente. A raíz de grabarla sin ningún objetivo final surgió este concepto y pensé que ya no era un simple ejercicio de clase, que había un concepto detrás, de ahí surgió la idea de hacer un corto y mandarlo a festivales y empezar a moverlo.
—Con ‘No quiero más’ fue la primera vez que fuiste seleccionada en varios festivales de cine, entre ellos el FICX, ¿porqué despertó tanto interés?
—La idea de que fuera un acercamiento tan personal y a la vez que a través de un detalle tan pequeño como es no querer comer más pues todo lo que conlleva realmente, puede que fuera lo que llamara la atención.
—Y en la última edición del FICX, tu último corto ‘Campolivar’ (2024) fue seleccionado en la Sección Oficial de Cortometrajes y finalmente te alzaste con el premio Principado de Asturias a Mejor Cortometraje de la Sección Oficial del Festival Internacional de Cine de Gijón/Xixón, ¿qué ha significado el FICX para ti?
—El FICX ha sido un espacio que me ha ido acompañando a lo largo de los años. Poco a poco me he podido ver en posiciones más grandes a medida que he ido trabajando. Siempre ha sido como un lugar para ir mejorando.
—¿Qué es ‘Campolivar’?
—Es un retrato de mi infancia desde una mezcla entre realidad e imaginación. Debajo de toda esa infancia llena de máscaras de ilusión y juegos representada con fotografías de archivo en las que siempre estoy en fiestas y entornos super divertidos y alegres, se van desvelando todas las fracturas que puede haber detrás.
—La familia vuelve a ser el tema principal de esta pieza, en este caso la figura de tu padre y la tuya misma, ¿es lo que más te inspira a la hora de crear?
—La familia me inspira porque es algo que tengo muy cerca. Como siempre suelo tender a contar las cosas que suceden a mi alrededor, creo que viene de ahí.
«Dicen que tus recuerdos los puedes tener en la memoria emocional y una vez que les pones palabras pasan a la memoria racional y creo que poco a poco fue eso lo que fue sucediendo sin darme cuenta»
—Es un cortometraje autobiográfico en el que revisitas tus recuerdos en la casa familiar de Campolivar donde estuviste por última vez con tu padre, ¿te costó mostrar esa parte tan íntima de tu vida?
—Al principio pensé que me iba a costar más, pero es verdad que lo alejé bastante de mí haciendo algo experimental. Es una mezcla entre archivo y ficción, imaginación y fantasía. Poco a poco lo fui alejando y convirtiendo en algo externo a lo que pueda ser mi realidad.
—¿Te ha servido de superación y curación?
—No era la intención, pero el propio proceso me llevó a ello al estar una y otra vez pensando y trabajando el mismo tema. Dicen que tus recuerdos los puedes tener en la memoria emocional y una vez que les pones palabras pasan a la memoria racional y creo que poco a poco fue eso lo que fue sucediendo sin darme cuenta. Al ponerle palabras, al ponerle imágenes fui entendiendo mucho más lo que había sucedido que antes de hacerlo.
—¿Cómo fue el proceso de creación?
—Sobre todo fue una pre-producción muy larga de verme las cintas de casete una y otra vez, transcribirlas, elegir las frases y pensar en que imágenes quería retratar en diálogo con estas cintas de casete. Al final el corto es un diálogo entre las cintas de casete y las imágenes que me imagino para dialogar con ellas. Creo que este cortometraje y los proyectos que estoy haciendo a futuro se centran mucho más en lo que es la pre-producción que en lo que pueda ser más un improvisación como fue el corto de mi abuela.
Alicia Moncholí I Ana Ibarz
—¿Qué querías provocar en los espectadores?
—Remitir a sensaciones colectivas de la infancia y sobre todo a la infancia de los 2000 que tenían mucho que ver con sobre estímulos constantes, había muchas celebraciones, muchas reuniones… y a la vez hablar del trauma infantil. Un retrato de lo que es una infancia más traumática y a la vez contrastarla con esa otra, más alegre.
—¿Por qué ha tenido tan buena acogida?
—Al final soy una nueva realizadora asturiana y también llama la atención que haya gente que haga proyectos más radicales. Ahora mismo hay muchas tendencias y con ‘Campolivar’ me la jugué mucho al hacer esa mezcla entre archivo, imaginación, documental y fantasía.
—¿Qué destacarías de este?
—Todo el universo visual que hay detrás, a parte de la realidad y la historia en su complejidad que tiene mi relación con mi padre, pero toda esa parte de imaginación, de todo ese universo visual es lo que más destacaría porque además para mí ha sido un punto de inflexión para ahora trabajar en mis siguientes proyectos.
—Después de un gran 2024 en materia de premios y festivales con Campolivar, empiezas 2025 con la oportunidad de volver a proyectarlo en Asturies, esta vez en MUSOC en Corto, ¿qué significa esto para ti?
—Estoy muy contenta de poder proyectar ‘Campolivar’ aquí en Asturias. Además siento que se está acogiendo muy bien en España y sobretodo dentro de la comunidad.
—Esta Muestra de Cine Social y Derechos Humanos de Asturies celebra este mes de enero su decimotercera edición, ¿por qué crees que tu obra encaja en este espacio?
—Al final ‘Campolivar’ está hablando de la infancia y está defendiendo que las infancias no deben ser traumáticas, que sean bien gestionadas.
—Espacios como el MUSOC o el FICX en Asturies dan oportunidad a jóvenes realizadores asturianos y asturianas, pero más allá de esto, ¿es un buen lugar para desarrollar una carrera cinematográfica?
—En Asturias es un poco complicado desarrollar una carrera cinematográfica porque aquí no tenemos los mismos medios que en otras comunidades. Yo aunque estoy viviendo aquí, trabajo con productoras de Cataluña o Valencia porque a nivel de ayudas no tiene nada que ver, levantar aquí un corto con tener que levantarlo en otro sitio.
«Lo importante es que en los centros de educación empiecen a explicar el proceso de creación de proyectos y no solo de aspectos técnicos.»
—Como cineasta joven y emergente, ¿es difícil que confíen en tus proyectos para financiarlos?
—En los espacio de enseñanza audiovisual no te explican como llegar a pedir una subvención, te explican cómo hacer un corto, cómo usar una cámara, pero nadie te explica los pasos para pedir una subvención. Al final es preparar bien un dossier, presentarte a laboratorios… Conozco a mucha gente que ve esto como si fuera un mundo, pero que nunca ha intentado hacer un dossier ni mandarlo a un laboratorio. Lo importante es que en los centros de educación empiecen a explicar el proceso de creación de proyectos y no solo de aspectos técnicos.
—¿Cómo te empezaste a mover en este mundo?
—En mi universidad tampoco me explicaron nada de esto, pero fue a raíz de entrar en un laboratorio que vi en redes sociales. Me presenté a un concurso que es ‘Dones Visuals’ de AccióCurts y ahí me empezaron a explicar todo el proceso de hacer un pitching -que es presentar tu proyecto a productoras-, contratos con productoras, entrar en subvenciones y ya fue una bola que fue creciendo.
—’Los fines de semana’ va a ser tu Ópera Prima, ¿qué podremos ver en tu primer largometraje?
—Es la historia de una niña que tiene que volver a conocer a su padre tras cinco años sin verse y juntos tienen que comenzar a pasar los fines de semana. La película es al principio un proceso hacia la intimidad entre el padre y la hija, pero poco a poco este proceso se va convirtiendo más bien en una huida de la niña hacia el padre porque él empieza a mostrar todas sus heridas y todos sus problemas y los empieza a cargar en la niña. Es una historia de realismo mágico que tiene una estética muy de cuento, desde el punto de vista de una niña, que poco a poco se va oscureciendo.
—¿Cambia mucho el proceso de creación de un corto a un largo?
—Sobretodo es el tiempo, se tarda mucho más en escribir el guión, tenerlo cerrado y si que a nivel de largometraje entrar en ayudas o subvenciones es mucho más complicado porque estás compitiendo con gente que tiene más recorrido, entonces es la incertidumbre de no saber si la vas a poder hacer o no y de estar día tras día escribiendo.
—Aunque ahora mismo estás centrada en varios proyectos, ¿qué te ves haciendo en un futuro?
—De momento voy a intentar todo lo que pueda mientras trabajo en otras cosas si hace falta, si estoy con esta peli, el corto, me veo haciendo otra película y sino escribiendo un libro, intentarlo todo lo que pueda hasta que me canse supongo. Tengo ideas, soy mucho de tener ideas que al final se quedan ahí, pero tengo ideas de animación, de thriller, al final la que caiga será la que termine haciendo, pero estoy abierta a cualquier tipo de género.