Pintar Peña Mea vista desde la casa de sus abuelos en La Redondina, acompañada por una vecina del pueblo que, con conocimientos de pintura al óleo, fue quien le enseñó a mezclar colores por primera vez. Este es el temprano recuerdo que tiene la ilustradora Celia Pandiella (Llaviana, 1999), con el arte. Recuerda también estar siempre pintando, todo lo que se interponía en su camino, incluso las paredes de casa o su obsesión por Lana del Rey y la cantidad innumerable de retratos que tiene de la artista, con la que aprendió a dibujar.
Celia es de pueblo y con orgullo. Su acento cerrado, su cercanía y la infinidad de palabras en asturiano que se le escapan, aunque diga que habla mal el asturianu, la delatan. Y su orgullo por sus orígenes, la cuenca minera del Nalón, queda representado en su obra, en la que el folclore y la mitología asturiana, junto a elementos modernos y su uso especial del color, definen su estilo propio.
Ilustración de Celia Pandiella
“Yo me crié en un pueblo y siempre escuchando las historias de mi bisabuela y bisabuelo. Para mi la tradición siempre tuvo mucha presencia” y aunque hubo un momento de su vida que pensaba que Asturies se le quedaría pequeña, ahora asegura que: “Cuanto más tiempo pasa, más me quiero quedar y apostar por un futuro aquí. Hay mucha gente que hace cosas muy guays y no todos tienen que irse fuera”.
A pesar de su íntima relación con la tradición, su iPad y lápiz digital son sus grandes aliados para crear. La técnica digital, sus posibilidades y la reducción de costes que supone, hacen que la artista deje de lado el papel. Sin embargo, hay temporadas que necesita volver a conectar con lo tradicional de la pintura, descansar su vista de la pantalla y volver a ensuciar sus manos de acrílico. Y como digna nativa digital, cuando lo hace, lo comparte en Instagram. Una herramienta de promoción para sus ilustraciones, aunque según la artista, “ahora tienes que ser creador de contenido para cualquier cosa, no vale que hagas un dibujo guapo y lo subas. Hay mucha menos visibilidad y es mucho más difícil para pequeños artistas”.
Con formación en Artes tras cursar el bachillerato artístico en La Felguera y tras desmarcarse un poco tomando el camino del marketing, ya sea de forma autodidacta viendo vídeos de YouTube o rodeándose de gente que comparte su misma pasión, Celia nunca ha dejado de aprender. Y aunque sus primeros pasos en el dibujo fueron a través del realismo, su estilo actual no tiene nada que ver.
La animación y los colores que se escapan de la realidad es lo que caracteriza su obra. «Me gustaba mucho imaginar, pero no sabía como plasmarlo», para la artista todo forma parte de un aprendizaje, pero no quiere limitar su imaginación, ni encasillarse en una estética. “No quiero utilizar siempre la misma paleta de color ni la misma temática. Me gusta ir probando y con los años supongo que tendré un estilo más propio».
Dedicarse de una forma totalmente profesional a la ilustración es su plan de futuro y ha tenido la suerte de sentirse muy arropada por su familia y amigos. Esta red de apoyo, la ha ayudado a creer en ella misma, un aprendizaje que se llevó de 2023, al empezar a ver la ilustración como una profesión y no solo como un hobby. La artista reivindica que, aunque el reconocimiento en el arte sea uno de los aspectos más importantes para un artista, «el reconocimiento no da de comer» y el arte debe pagarse.
Por el momento, 2024 ha empezado a dar sus frutos convirtiéndose en la artista encargada de ilustrar el cartel oficial del 8 de Marzo en Asturies. “Si me lo llegan a decir hace 5 años, no me lo hubiese creído. Yo que siempre fui a todas las manifestaciones, siempre en el cole fui la ‘insoportable’ por ser feminista”, manifiesta emocionada. Se pusieron en contacto con la artista llavianesa y en cuestión de dos semanas el cartel ya estaba en rotativa para ser pegado en las calles de todas la ciudades asturianas.
Cartel del 8M ilustrado por Celia Pandiella
Bajo el lema ‘A golpe de tacón, dando tira’, el cartel rinde homenaje a la figura de Anita Sirgo, su icónico tacón y la huelga minera de 1962, además de representar la diversidad de mujeres.“En un principio, pensamos en representar a mujeres reales, pero luego decidimos que las figuras no fuesen reconocibles, que pudieran ser cualquier mujer», como una forma de acercarse a todas, en una ilustración no realista. A la idea principal representada, Celia hace un guiño a su estilo, añadiendo sus característicos destellos y el fuego que le aporta un caracter más combativo al cartel.
La Celia de 18 años, no se habría podido creer que podría embarcarse en este proyecto, no reconocería su propio estilo ni esperaría todo que le quedaba por aprender. La Celia de 24 años lo tiene más claro, aunque la ilustración no lo abarque todo al cien por cien en su vida, la complementará con otra cosa, pero no la dejará nunca de lado.