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Emerxentes con David Marcos Elena: «Veremos si desde la política deciden apoyar el oficio de aquí»

Inspirado por dos pasiones, el óleo y la cultura japonesa, el artista pinta cuadros vibrantes desde su estudio en Xixón, aunque seguramente pronto tenga que abandonar esta ciudad.

Por Marcos Fernández

David Marcos Elena (Xixón, 1995), lleva la pintura en la sangre. Su primer contacto con ella fue en las clases que su madre impartía a otros niños y niñas.  En aquella academia de la Avenida Constitución, el pequeño David se enamoró delante de un lienzo, al contemplar los colores vibrantes del óleo y las formas que salían del pincel. Sin embargo, y aunque nunca abandonó la pintura desde aquél stendhalazo, solo veía el arte como una afición, no como un oficio. La vida le llevó por diferentes carreras laborales. Desde terminar el grado de magisterio, a dar clases de kárate, a trabajar con Iberia e incluso a emigrar a países como Irlanda y Alemania. Hace apenas dos años se decidió, por fin, a mezclar su pasión con su profesión, regresó a su Xixón natal y se aventuró a retomar su romance con el oleo. Ahora estaba preparado para entablar con el oficio de pintor una relación seria, a la que espera dedicarse el resto de su vida.

 

—¿Qué te define como artista?

—Soy un pintor al óleo. Llevo toda la vida pintando, pero mostrando mi obra apenas solo dos años. Al principio me tomaba la pintura solamente como una afición, pero cuando vendí mis primeros cuadros y vi que podía hacer dinero con lo que me gustaba, decidí invertir mis ahorros y el beneficio que iba sacando con ello. Digamos que fui abriendo puertas que nunca había mirado hasta entonces de esa forma y vi la cantidad de oportunidades que tenía el mundo de la pintura. Siempre y cuando seas muy insistente.

—¿El mundo de la pintura te recibió con los brazos abiertos?

—Sobre todo el de los óleos. Hay otros géneros que no tanto, pero en el óleo, como la obra de uno es tan distinta a la del otro, no hay una competencia real. Es más compañerismo para mejorar junto, cada uno en su estilo.

La paleta de David Marcos Elena

—¿Cuáles son tus primeros recuerdos como aficionado a la pintura?

—Mi madre era profesora de pintura en un estudio de la Avenida Constitución. Desde muy pequeño ya andaba revoloteando por allí junto al resto de niños que eran más mayores. Y uno de los primeros recuerdos que guardo es el momento en el que me dieron un lienzo y me dijeron que probase echando pintura y haciendo figuras. Entonces mi madre me enseñaba que mezclando dos colores podía salir otro distinto y yo, como niño, alucinaba.

—¿Y por qué no te animaste a perseguir una carrera artística?

—Porque solo lo veía como una diversión. Y separaba mucho lo que era trabajo y lo que era diversión. Entonces no lo veía como un oficio.

—¿Cómo fueron los primeros días en los que decides dedicarte a la pintura?¿Tenías una estrategia clara?

—Lo que tenía clarísimo es que no quería estar parado. Y quería moverme muchísimo en conocer gente, saber que posibilidades había en Gijón, en Oviedo… así que esas primeras semanas fueron de picar puertas. Yo ya tenía un catálogo de óleos y con ellos fui preguntando a la gente experta, pidiendo consejos sobre qué debía mejorar.

—¿Qué consejos te dieron?

—El primero fue que debía seguir una línea temática en mis cuadros, no podían ser de temas aleatorios. Luego me dijeron que generase movimiento en mis primeras exposiciones y que hiciese algún cartel publicitario para así captar atención de gente que te pudiese derivar en otras oportunidades. Luego es clave tener un catálogo, publicitarse en redes, trabajar más tamaños, exponer en galerías cuando ya se hayan vendido bastantes de tus óleos… en resumen, construir una base.

El artista observa un defecto en el cuadro que está pintando

—Tu línea temática es la cultura japonesa. ¿Por qué te decidiste por este tema en concreto?

Me encanta Japón y su cultura y además la gente es muy agradecida con Japón. Es visual y es exótico. Al final todos hemos crecido con series de animación japonesas, las hemos visto hasta la saciedad. Y, a pesar de ello, sigue siendo exótico.

«Hay mucho mercado en Bilbao, pero estoy alargando el momento quedarme en Gijón.»

—A día de hoy, ¿podrías vivir exclusivamente de tu trabajo en la pintura?

—Sí y no. Porque hay meses y meses. Hay meses que bien, pero otros que no hay nada. Lo que estoy viendo es que hay mucho mercado en Bilbao, pero estoy alargando el momento quedarme en Gijón. Lo que sí veo claro es que este es el camino y que es el trabajo que me veo haciendo las próximas décadas. Sin embargo, es complicado. Por ejemplo, este último mes ha sido un buen mes y he vendido 2 cuadros. Pero es que he pintado 7.

—¿Has buscado otras formas de financiarte como subvenciones u otro tipo de ayudas?

—Sí, lo he mirado todo. Hay varios concursos de pintura, pero pueden tener una letra pequeña que no es muy viable. Por ejemplo, algunos en los que igual ganas 400 euros, pero se quedan ellos con el cuadro. Ahí se pierde toda rentabilidad, encima de que no suelen ser cuadros pequeños. En cuanto a subvenciones está Gijón Impulsa, que está muy bien. Más que subvención es el apoyo que te dan. Te orientan, te ayudan con la web… Si empiezas directamente con ellos, puedes obtener una ayuda de 6000 euros y te pueden guiar hacia ayudas europeas, aunque estas dos se solapan. SI tienes una, no puedes tener la otra. Y para que te den los 6000 euros íntegros tienes que estar con ellos desde el principio. Al no ser mi caso, yo he recibido como la mitad. Que ayuda mucho, pero luego al pagar impuestos…

—Y en cuanto a promoción, ¿cómo valoras la ayuda municipal y autonómica para la exposición pictórica?

—A nivel municipal lo intentan. Tú si se lo pides al Antiguo Instituto o los Centros Municipales ellos te ceden el espacio. En cuanto a la promoción…muy poquito. Desde organizaciones como Gijón Impulsa sí que se mueven por ti y hacen que se te abran más puertas en cuanto a lo municipal. La cosa es cuando llegas ya al estamento político. Pongo de ejemplo la Tabacalera, un espacio que está disponible para exposiciones pero ya empiezan a poner trabas. Veremos si ellos deciden apoyar el oficio de aquí o simplemente es para exposiciones de gente de fuera.

—Y fuera de las instituciones, ¿qué locales privados apoyan el arte asturiano?

—Estos locales apoyan lo que pueden, porque cuesta mucho que les den licencias. Tenemos por ejemplo el Macondo, el Puerta La Villa, La Revoltosa, El Toma3, Les Cigarreres… hay unos cuantos que la gran mayoría no se llevan ni un porcentaje siquiera, lo hacen exclusivamente para ayudar. Para empezar como artista están muy bien.

—¿Imaginas tu futuro como pintor en Asturies?

—Me gusta viajar y vivir en distintos lugares por disfrute personal. Pero si Asturias me diese la oportunidad de hacer dinero aquí, lo que haría sería comprarme una casa y pasar el porcentaje mayoritario del año aquí.

—¿Hay una cultura del arte en la región?

—Ganas por adquirir arte hay. Lo que no hay es dinero. Si a la gente la ahorcasen un poquito menos, gastaría mucho más. Y lo sé porque mi abuelo tenía una tienda de marcos y molduras y con ese dinero pudo criar a cuatro hijos y pagar una casa. Y mi madre era profe de pintura y se pagó también la casa con cuadros. A la gente le gusta el arte, pero falta ese poder adquisitivo para poder disfrutarlo.