En la época pandémica, en la que el mundo cerró y nos obligó a recluirnos en nuestros hogares, las cosas que nos mantenían cuerdos eran el contacto virtual con nuestros conocidos y conocidas, la inusual oportunidad de dedicarle tiempo completo a nuestras aficiones y la idea en el horizonte de todos los planes que íbamos a llevar a cabo una vez se saliese de aquella. Esa mezcla provocó que, tras la tormenta que supuso el confinamiento, floreciesen proyectos increíbles. Milana Bonita, grupo emerxente de estilo pop-rock indie, es uno de ellos. Su cantante Ana León y su guitarrista Diego Fernández pusieron las primeras semillas. Isaac Alonso, teclista, se sumó poco después. Los tres ven la banda como un canal perfecto para expresar su pasión por la música, creando un sonido fresco, elegante y cañero que rompe con el molde típico al poner al frente del escenario una voz femenina.
«Llevaba toda mi vida buscando un grupo», confiesa Isaac, hablando de sus inicios como artista. Los tres músicos han bebido de estilos distintos en su carrera antes de poner esos dones en común a la hora de buscar su estilo conjunto. Diego viene del mundo rockero, Isaac, del clásico y del mundo de la banda sonora y Ana, del estilo lírico. «Al principio buscaba recortar esa influencia, pero ahora hemos aprendido a respetarla y a utilizarla», explica Ana. Pese a venir de distintas ramas, comparten un bloque de gustos muy similar: Rufus T. Firefly, Xoel López, Amaral, The War On Drugs… «Nos avisamos constantemente los unos a los otros de conciertos a los que ir», comenta Diego.
Ana León, cantante
La banda ha sacado por el momento tres temas, los tres en castellano. Al principio, componer en español lo veían como un reto. Diego venía de actuaciones en las que la tónica eran las canciones en inglés. «En inglés parece que todo suena bien, en español hay que mojarse más y tener una buena letra», reconoce. «A la hora de componer, no basta solo con que encaje con la música, tiene que tener un mensaje, un por qué», opina Isaac; mientras que Ana considera que ahora el castellano goza de un buen momento y sus hablantes defienden su belleza frente a la americanización constante.
No descartan cantar algún tema en asturiano, incluso lo dejan caer como una posibilidad cercana. Con vistas al futuro, Milana Bonita tiene una hoja de ruta clara. Han vuelto recientemente de estar unos días en Madrid produciendo canciones, sin embargo, quieren tomar las cosas con calma y seguir el mantra de “calidad antes que cantidad”. No están interesados en sacar todo de golpe, sino en ir cuidando los detalles, ir afinando el tiro, saboreando y mimando todo el proceso; al menos lo que quede de 2024. Teniendo en mente que a principios de 2025 les gustaría presentar su trabajo en Madrid.
Isaac Alonso, al piano
Esa libertad de decidir su contenido, su forma de hacer las cosas y marcar sus propios tiempos es, para ellos, la mayor ventaja de ser un artista emerxente. «Al final, el único con el que tenemos que rendir cuentas es el público», explica Isaac. No obstante, la condición emerxente es una moneda de dos caras. En la cruz, el desconocimiento propio de la fase inicial de un proyecto, en el que toca aprenderlo todo, de la fase de creación al negocio. La falta de infraestructura y recursos es otro escollo importante, así como las batallas por conseguir el apoyo —o al menos el entendimiento— de las administraciones públicas.
El apoyo público puede marcar diferencias, pero lo que las marca de verdad para una banda es el apoyo del público. «La etiqueta de emerxente puede ser un arma de doble filo para el público. Por un lado te transmite frescura y esa sensación de libertad por no estar bajo ningún paraguas pero, por otro lado, puede ser que haya gente que tenga ese prejuicio por la falta de reconocimiento», piensa Ana, a lo que Isaac responde que la línea que separa qué es emerxente y qué no, puede ser difícil de discernir. «También hay otra mucha gente que les encanta descubrir grupos y, si luego triunfan, poder decir que los vieron en directo cuando empezaban. Por eso hay que apoyar e ir a ver grupos nuevos, porque igual conoces artistas que te gustan y puedes seguir su carrera», aporta Diego.
Diego Fernández, a la guitarra
Milana Bonita ve necesaria una red de artistas emerxentes para remar todos juntos aprovechando que «el panorama está en un buen momento y hay mucho talento». También creen que sería positivo «acercar a la gente los procesos» que los músicos y las músicas llevan a cabo para poder actuar y que así se entendiese mejor el sacrificio que hay detrás. «Es complicado no ya llegar a vivir de la música sino, directamente, sostener esta actividad en el tiempo», declaran los integrantes, aludiendo al gasto en instrumentos, alquiler de salas, viajes… A la Administración también le piden una comprensión que limite las trabas a las y los artistas. «Puedes poner Milana Bonita en Spotify a todo trapo y no pasa nada, pero luego para actuaciones en acústico te ponen todo tipo de problemas. Debería regularse eso porque Xixón es una ciudad muy viva y favorecería mucho a todos», sentencia el guitarrista.
Ilusión, amor por lo que hacen y disciplina de trabajo. Esa es la receta del éxito de Milana Bonita ante las barreras. «Al final somos amigos que comparten una pasión y ganas de llegar a unas metas. Quedamos a tomar unos vinos y compartimos propuestas, nuestro whatsapp arde si te descuidas un momento… no siempre es fácil pero estamos todo el rato con ideas», confiesan. El plan, de momento, es divertirse y tomar la música como hobby, pero no descartan ningún sueño. Ya sea toca en escenarios nacionales como en el Sonorama así como ser profeta en su tierra tocando en fiestas como la Semana Grande de Xixón. «Hacer disfrutar al mayor número de gente», es el objetivo prioritario de Ana, mientras que Diego bromea diciendo que sería increíble «no tener que carretear con el material por cuenta propia». Milana Bonita sobrevuela el panorama emerxente y su límite es el cielo.
