«El código postal marca más nuestra salud que el código genético». Estas palabras del ecologista y activista xixonés Paco Ramos recogen el sentir de gran parte de la comunidad científica que estudia los efectos de la contaminación. La mala calidad del aire tiene un impacto significativo en la salud de las personas, especialmente en las zonas urbanas, donde actualmente reside el 54% de la población mundial. Ciudades cada vez más densas en población donde el transporte y la industria se convierten en el principal foco contaminante del aire y del ruido y donde escasean los espacios verdes. La mortalidad prematura y enfermedades crónicas son algunos de los efectos de la contaminación ambiental. El único camino para una ciudad más neutra en carbono, habitable y saludable, es una mejor planificación urbana y de transporte y el control de la industria.
Entonces, ¿por qué vivimos en las ciudades y no en las zonas rurales? La respuesta más sencilla es que son los lugares donde hay más ofertas de trabajo y servicios como la educación o la sanidad. Quizás la pregunta debería reformularse y planteándonos por qué vivimos en ciudades con una calidad del aire nociva para nuestra salud. Aquellas como Xixón o Avilés donde la industria sigue siendo una actividad fundamental del tejido productivo arrojan los peores datos de contaminación ambiental en nuestro país, pero incluso en aquellas donde las últimas industrias contaminantes cerraron hace décadas hay otro factor que contribuye a empeorar el aire que respiramos: el tráfico.
Mapa que relaciona la actividad industrial con la contaminación en Xixón. Datos obtenidos de AQI.
Ecologistas como Paco Ramos y expertas como la catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo, Adonina Tardón, llevan muchos años advirtiendo de los peligros de la contaminación del aire en nuestras ciudades. Los últimos informes revelan que, además de los contaminantes asociados a la industria como las micropartículas de metales tóxicos PM10 o PM25, muchas zonas de Xixón superan los niveles recomendados de sustancias contaminantes asociadas a los combustibles fósiles.
NO2 el contaminante de los coches
Una de las premisas imprescindibles para que una ciudad sea habitable es mantener los contaminantes por debajo de los niveles máximos recomendados por la OMS. En 2021 este organismo endureció los umbrales máximos de contaminantes. El dióxido de nitrógeno (NO2) fue el contaminante más endurecido respecto a los niveles recomendados en 2005. Un parámetro cuatro veces más estricto que pasó de los 40 microgramos/metro cúbico a apenas 10 µg/m³. El NO2 provoca cada año en España alrededor de 7.000 muertes prematuras, según el Instituto de Salud Carlos III y la Agencia Europea de Medio Ambiente. La OMS marca estos límites basándose en las recomendaciones científicas para preservar la salud de la población, sin embargo, los umbrales legales de concentración de contaminantes en el aire los establece la Unión Europea. A pesar de los ajustes realizados durante el pasado mes de abril las leyes de la UE establecen un límite mucho menor: en el 2030 los países no podrán superar una concentración de 20 µg/m³ de NO2 de media anual.
En el año 2016 la Consejería de Salud hizo el primer estudio epidemiológico en Asturies cuyo objetivo era identificar si la contaminación del aire provoca que la ciudadanía xixonesa enferme, tal y como viene denunciando desde hace años la vecindad de la zona oeste. Hasta la publicación de ese estudio la atención había recaído especialmente en el efecto de las partículas en suspensión (PM10 o PM2.5), pero este demostró que los ingresos hospitalarios también aumentan con el incremento de NO2 en el ambiente. “La OMS lo que dice es que los límites establecidos para el NO2 son los que están más lejos de protección de la salud, se cumple la ley, porque hay un límite de 40, cuando el límite debería ser 10, se cumple la ley, pero es lo que más nos lleva al hospital”, sentencia Ramos.
Para hallar estos resultados el informe de la consejería consistió en relacionar las concentraciones medias diarias de los cuatro principales contaminantes (SO2, NO2, O3 y PM10) y la variación diaria de ingresos hospitalarios no programados por enfermedades respiratorias y circulatorias en hospitales de Asturies. “Realmente no hay ninguna identificación ni diagnóstico de que una persona acuda al hospital porque está expuesta a contaminantes. No hay un marcador específico de que lo que está ocurriendo es debido a los contaminantes, lo que sí que se sabe es que en las zonas más contaminadas hay más demanda de recursos, más visitas a urgencias y más detección de enfermedades respiratorias crónicas.”, expone el presidente de Asturpar, el Doctor Ramón Fernández Álvarez. Una vez salió a la luz la relación que el aumento de Dióxido de Nitrógeno provocaba más ingresos, la asociación Ecoloxistes n’Aición se puso manos a la obra para realizar un informe en el que analizan la cantidad de este contaminante que se concentra cerca de entornos escolares para comprobar si estos son espacios saludables.
Gráfico extraído del informe de Ecoloxistes n’Aición: en el se puede apreciar claramente cómo todos los colegios de Xixón superan los limites de concentración de NO2 recomendado por la OMS
Este informe analiza los resultados de una campaña de medición realizada durante los meses de enero y febrero de 2023, en la que se colocaron captadores pasivos de NO2 en los entornos de 160 centros educativos de seis ciudades. Una de ellas fue Xixón, en la que se colocaron medidores en 20 centros educativos, tanto del centro urbano como en entornos considerados más rurales y, por tanto, más limpios.
El informe comprobó los lugares con más tráfico a través de los mapas de ruido publicados periódicamente. “Si tienen más tráfico, habrá más coches y contaminación, entonces buscamos colegios situados en esa zona y para comparar buscamos colegios que estuvieran alejados”, expresa Ramos. De los 20 colegios analizados en Xixón, ninguno cumplió las normas de calidad del aire recomendadas por la OMS. Solo tres colegios cumplieron con el valor propuesto en la actualidad por la Comisión Europea de 20 µg/m³. Además, en tres de los entornos escolares analizados, había concentraciones superiores al límite legal actual de 40 µg/m³.
Las niñas y los niños son más sensibles a la contaminación
A la gravedad de estos datos, se suma que los niños y niñas son más sensible a la contaminación. Su alta frecuencia respiratoria y la escasa distancia que los separa del suelo son las razones por las que son un grupo extremadamente vulnerable a los altos niveles de contaminantes. Según relata Tardón, una de la mayores expertas de España en las enfermedades respiratorias, estos niños están creciendo y desarrollando sus pulmones, y la exposición a altos niveles de contaminantes, “afecta y produce disminución en la capacidad pulmonar, aumento de las agudizaciones y procesos de bronquiolitis y bronquitis en niños asmáticos”.
Aunque se ponga en el foco a las personas más sensibles a estos niveles de contaminantes, respirar un aire de mala calidad afecta a la salud de toda la población. “Toda la población debería respirar un aire limpio, rico en oxígeno y pobre en monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y partículas en suspensión. Cuando las partículas en suspensión, que es polvo que hay en el aire y el dióxido de nitrógeno que es un gas que lo produce la combustión durante el transporte o a nivel industrial, cuando el aire está lleno de esto, hay menos oxígeno y afecta a la respiración y a la salud de todas las personas”, añade.
“Los contaminantes llegan al aparato respiratorio, interactúan con este y pueden provocar distintos tipos de fenómenos, principalmente inflamatorios. Puede hacer que se cierren o haya una constricción de las vías aéreas y provoque dificultades para respirar. En algunos casos las partículas tienen la capacidad de penetrar en el organismo a través del aparato respiratorio. Llegan a la sangre y se puede distribuir por otros órganos y acabar en zonas vasculares. Provocando otro tipo de problemas en otras partes, no solo en el aparato respiratorio”, explica el doctor Fernández. Aunque la mayoría de veces los casos de contaminación suelen relacionarse con enfermedades respiratorias, cardiovasculares o tumores, en la actualidad hay múltiples estudios referidos a contaminación y desarrollo cognitivo.
La contaminación ambiental afecta a la capacidad cognitiva y al desarrollo neurológico
Los primeros años de vida de una persona son fundamentales para el crecimiento y desarrollo humano, En niños, tal y como expuso la OMS en un informe del año 2018, “la contaminación del aire afecta el desarrollo neurológico y dificulta el desarrollo psíquico y motor”. También puede afectar a la capacidad cognitiva de las personas adultas. Según una investigación del BarcelonaBeta Brain Research Center, una mayor exposición a dióxido de nitrógeno se vincula con niveles más altos de biomarcadores de enfermedad de Alzheimer en el cerebro. “Ahora nos preocupan enfermedades relacionadas con la edad: Parkinson, Alzheimer, etc. Cada vez hay más trabajos. Cada vez está más claro que la contaminación tiene efectos en estas enfermedades degenerativas y de tipo cerebral”, declara el activista Paco Ramos.
“¿Qué hay que hacer para evitar el efecto perjudicial que tiene la contaminación del aire en la salud de la población?”, se pregunta Adonina Tardón. Para la doctora es primordial la implantación de políticas que aboguen por la reducción de la emisión de contaminantes. Estas políticas tienen que afectar a la movilidad, a través de medios de transporte limpios. Además de una mejora en la planificación urbana que intervenga en una mayor eficiencia energética de los edificios, evitando las calefacciones de combustión y apostando por fuentes de energía renovable. Y sin dejar a un lado la industria, otro gran contaminante. “La industria tiene que avanzar en intentar conseguir la utilización de tecnologías limpias y un proceso industrial lo más limpio posible dentro de cada proceso”, argumenta Tardón.
Los entornos escolares son lugares vulnerables, como lo son las personas que lo frecuentan. “En los colegios tenemos que intentar conseguir islas en las cuales la contaminación o la concentración de contaminantes en el aire sean lo más mínimo posible. Idealmente, dos veces por debajo de los niveles recomendados por la OMS”, explica la doctora. Un espacio escolar ideal para Tardón tendría que ser sin afluencia de transporte para además así invitar a los más pequeños a que se dirijan andando al colegio, “para que los niños vayan al colegio andando tenemos que hacer grandes espacios en los cuales ni los coches ni autobuses puedan entrar”. Llegar a esta «utopía» requerirá de “un trabajo en conjunto de todas las administraciones y con el objetivo común de que esos niveles de contaminantes vayan bajando”, determina Tardón.
En definitiva, para que una ciudad sea saludable y habitable, activistas, ecologistas y científicas coinciden en que las ciudades deben ofrecer alternativas sostenibles de transporte. “Si la gente tiene que ir a trabajar y no tiene como hacerlo, va a ir en su coche”, reflexiona Ramos. Conseguir una ciudad para el peatón y no para el automóvil. Una ciudad en el que la mayoría de los servicios mínimos estén al alcance del peatón sin la necesidad de un medio de transporte. Los efectos que tiene la contaminación en una ciudad son más que conocidos por la sociedad. El último paso es llevar la teoría a la práctica y poner en marcha las acciones pertinentes para que el efecto sea el mínimo en la salud de los habitantes. Para ello es necesario que los “ayuntamientos se decanten por una apuesta decidida por la movilidad sostenible”, dictamina Ramos.