“LA BESTIA NEGRA”
ACTO I
El escenario del teatro Jovellanos. Sobre las tablas una mesa con cuatro sillas y encima dos botellas de agua, un atril y una manzana roja. Al fondo, una pared compuesta por espejos de diversos tamaños y una gran pantalla donde se proyecta la fotografía en blanco y negro de una mujer. Luz tenue, de color amarillo. En el escenario se encuentran Borja Roces, el director de la obra, Rebeca Tassis, la productora, coreógrafa e intérprete, Izar Gayo y Andi Bilbao, también intérpretes, y Cristina Busto, encargada de los visuales. Ultiman los preparativos de la ‘Bestia Negra’, el espectáculo que van a estrenar el sábado 24 de septiembre a las 20.30 horas ante el público de El Jovellanos. La producción es un viaje a un antiguo hospital-cárcel de mujeres a las que habían diagnosticado con histeria. Entran dos periodistas y un fotógrafo.
BORJA: ¿Sacamos las fotos primero?
(Los miembros de la producción posan para la prensa. Al terminar se acercan a la mesa. Borja, Cristina y los periodistas se sientan en las sillas, la demás se colocan alrededor formando un círculo)
BORJA: Este espectáculo es una producción de la compañía de danza profesional ‘Proyecto Piloto’. Rebeca tenía la idea y me llamó en diciembre para empezar a montarlo y fuimos llamando a las demás hasta tener el grupo de trabajo. En marzo recibimos el Premio Jovellanos a la Creación Escénica de 2022. Y desde entonces nos hemos estado reuniendo todas las semanas.
PERIODISTA 1: ¿Qué es “la bestia negra”?
BORJA: El título nace de cómo los médicos se referían, a finales del siglo XIX, a la enfermedad de moda que supuestamente sufrían las mujeres, la histeria. El espectáculo toma como punto de partidas las fotografías de un hospital de París, La Salpêtrière, donde tenían encerradas a estas mujeres. A partir de ellas hacemos parte de la coreografía y el trabajo corporal. Utilizamos también, en menor medida, un ensayo de Didi-Huberman que habla sobre la iconografía ante la invención de la histeria.
PERIODISTA 2: ¿Cómo se convierten esas imágenes en un espectáculo?
BORJA: Hacemos una relectura porque no sabemos hasta que punto se veían obligadas a representar lo que supuestamente esperaban de ellas.
CRISTINA: Interpretándose a sí mismas…
BORJA: Todos los martes, Charcot, que era el jefe de la unidad de neurología de este hospital de La Salpêtrière convocaba a estudiosos y médicos a una sesión, la sesión de los martes, y curiosamente en ella todas hacían el grado de histeria que se necesitaba para que ellos lo vieran y para retratarlas en las fotografías.
CRISTINA: Esos médicos decían que la histeria provenía de la insatisfacción sexual. Pero la insatisfacción de esas mujeres no era solo sexual, era de muchos tipos. Creo que esa es una parte del mensaje muy bonito. También necesitaban casa, trabajo, respeto. Igual qué ahora.
ANDI: Y cariño.
PERIODISTA 2: ¿Por qué se les hacía ese diagnóstico a las mujeres?
BORJA: En ese hospital llegó haber 4.000 mujeres encerradas. Eran personas que se salían de la norma. Podían ser bohemias, hijas del adulterio…
CRISTINA: Negras, gitanas…
ANDI: Lesbianas.
CRISTINA: ¡Locas!
IZAR: Solteras.
TODAS: ¡Nosotras! Nosotras hubiéramos estado allí.
(Todos ríen)
PERIODISTA 1: ¿Cuál es el concepto de la obra? ¿Se mueve más hacia la danza o hacia el teatro?
BORJA: No nos gusta encajarlo, porque no es solamente una cosa.
ANDI: Es un híbrido.
BORJA: Hay lenguaje iconográfico, de movimiento, teatral, musical y audiovisual. No tiene nada que ver con el concepto de teatro al uso.
PERIDOSITA 2: ¿En Asturias hay espacio para proyectos como este?
BORJA: Esa es la pregunta del millón.
(Murmullos)
CRISTINA: Es una suerte que en El Jovellanos podamos hacer una performance porque esto no es como teatro convencional. Hay música electrónica, vídeos, un tema controvertido…
IZAR: (Da la vuelta a la mesa y se coloca junto a los periodistas para dirigirse hacia ellos) Es cierto que la gente está haciendo esfuerzos tanto de profesionales como desde las instituciones para que las artes escénicas vayan a mejor en Asturias. Pero necesitamos que se profundice un poquito más y que se dé lugar y espacios a otro tipo de trabajos que conlleven una nueva creación, más investigación… Por lo general se apoyan más, tanto por el público como por los programadores, los trabajos familiares o de comedia.
PERIODISTA 2: ¿Qué se puede hacer para impulsar proyectos alternativos como este?
CRISTINA: Hay que arriesgarse más en las programaciones.
BORJA: En los años 90 y los 2000, a través de la Obra Social y Cultural de la Caja de Ahorros había una programación más abierta, plural y diversa. Aquí vinieron los grandes y las grandes que después han triunfado en Aviñón. Todo eso desapareció. Si acostumbras al público a siempre un mismo tipo de programación solo va a venir un tipo de persona. Hay que intentar que haya un público nuevo. Más que de nosotros como creadores depende de los que deciden. En ese sentido El Jovellanos está abriendo puertas.
CRISTINA: Y quiero decir una cosa. Se trata de una obra feminista, que va a confrontar al público con sus prejuicios. Es muy importante hablar de feminismo hoy en día que estamos en la época de la mujer. De cambio de paradigma.
PERIODISTA 1: Todas las intérpretes sois mujeres. ¿Qué supone hacer una obra que trata sobre los prejuicios que pesan sobre vuestro sexo?
IZAR: A mí me cuesta bastante diferenciar el proceso creativo de mi proceso vital. El hecho de ensayar todos los días con mis compañeras. De ir conociendo cada día más su sensibilidad, sus miradas, su piel… Eso tiene que ver mucho con el concepto del espectáculo en sí. Las que estamos arriba somos todas mujeres.
ANDI: Sororidad, esa es la palabra.
(Todos se levantan y se despiden. Los periodistas descienden por las escaleras del escenario hacia el patio de butacas. No se cierra el telón. Eso solo ocurrirá la noche del espectáculo)
Por la izquierda,Izar Gayo, Borja Roces, Rebeca Tassis, Andi Bilbao y Cristina Busto.