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La Güestia, roller derby de muyeres dures y asturianes

Desde 2017 un equipo de mujeres sobre patines reivindica una forma feminista de practicar deporte, con cada golpe dentro de la cancha le anotan un tanto al patriarcado.

Por Ana Ibarz

Las jugadoras de La Güestia tienen claro porqué están juntas en este deporte. Ni escudos, ni bandera, su lema son sus principios: inclusividad, feminismo, antirracismo, antifascismo y compañerismo por encima de la competitividad. De deporte, el Roller Derby, muchas personas aún no habrán oído hablar nunca. Es una disciplina de contacto, femenina y feminista, protagonizada por mujeres que se calzan unos patines de cuatro ruedas y empiezan a rodar cuando suena el silbato. Es un deporte de golpes, bloqueos y caídas, en la que dos anotadoras -una de cada equipo- llamadas jammer tienen cómo objetivo esquivar el obstáculo formado por sus compañeras para conseguir dar vueltas sobre una pista ovalada y así anotar puntos.

La Güestia tuvo un arduo camino hasta establecerse como el primer equipo de Roller Derby de la comunidad asturiana. Sus inicios estuvieron marcados por el nomadismo, mudándose se pista en pista por toda la región hasta encontrar una que las acogiese de forma definitiva. En 2017 empezaron entrenando en las instalaciones del Colegio Cabueñes, pasaron por La Camocha y La Algodonera hasta acabar alquilando una pista en Sariego, un lugar infrautilizado que tuvieron que dejar de frecuentar de un día para otro. “Nos dijeron que nos teníamos que ir porque estropeábamos la pista”, declara una de las jugadoras de La Güestia, Nerea Insua. Defiende que su deporte no utiliza ningún elemento que pueda deteriorar una pista, solamente unos patines y el peso de su cuerpo al caer. “No creo que seamos tan duras -aunque lo somos- pero para romper una pista no”, apunta Insua. Después de varios rechazos como este, decidieron lanzar una campaña para denunciar las pocas oportunidades para acceder a pistas, a pesar de existir numerosas de estas inutilizadas en el Principado. Tras el agotador periplo, llegaron en Bimenes donde su alcalde las recibió con los brazos abiertos. La jugadoras, que proceden de todo el territorio asturiano, se reúnen en su sede yerbata tres veces por semana.

Los videos de YouTube y la exploración por internet, junto con el apoyo de la comunidad roller derby, hicieron posible el sueño de las pioneras asturianas del deporte feminista. Los valores de compañerismo y unión son transversales a todas las jugadoras del mundo y gracias a la visita de otros equipos españoles e internacionales las asturianas reforzaron su técnica y reglamento y darle forma al sueño de La Güestia. En la actualidad sigue siendo difícil mantener un equipo de un deporte femenino, minoritario y sin Federación, lo que implica que el equipo debe autogestionarse y ser autodidacta. Tuvieron la opción de adherirse a la Federación de Patinaje Española, pero después de “discusiones, debates y asambleas interminables”, relata Insua, llegaron a la conclusión de que no partían de los mismos valores. Finalmente, se unieron a la Asociación de Roller Derby de España (ARDE), en la que cada equipo miembro es responsable de la dirección, propiedad y toma de decisiones de su equipo.

El Roller Derby nació en Estados Unidos en los años treinta, aunque en Europa llegó unas décadas más tarde. Surgió de la mano de un grupo de patinadoras hartas de que todos los deportes tradicionalmente femeninos, como la gimnasia rítmica, tuvieran la etiqueta de «delicados» y fueran puramente estéticos. Estas patinadoras pusieron en la palestra un nuevo deporte que incluía contacto y dureza, golpes, caídas y mucha garra: el Roller Derby. A Insua le molesta que siempre pregunten si no juegan chicos con ellas, “es un deporte de golpes y ya tienes que preguntar por qué no hay chicos, pues porque no los necesitamos”. Conformar una comunidad, coincidir con gente de edades dispares y hacer planes fuera de la cancha son las cosas que más les gusta de ser un equipo. Además, el suyo es un deporte con el que desfogar y alejarse de su rutina. Tal y como dice Insua: “a mí pegarme unas hostias en medio de la semana me viene muy bien para estar suave el resto de esta”. Para María Díaz, otra de las jugadoras, es el único momento que se siente fuera de las obligaciones laborales y familiares, es una forma de evadirse y formar parte de una comunidad con valores.

Visualmente, puede parecer un deporte agresivo, no obstante, las jugadoras defienden que eso no va más allá de la percepción. “No es agresivo porque nosotras desde dentro lo conocemos, es técnico. Desde fuera puede parecerlo si no sabes a lo que vas”, explica la jugadora Sara Testera. Se trata de un juego muy limpio en el que no existen insultos dentro ni fuera del campo. Es un deporte táctico y en el que la técnica es fundamental no dañarse a una misma ni hacer a ninguna compañera. “Tienes que tener la cabeza muy en su sitio a la hora de jugar un partido, es muy fácil que se te vaya la cabeza, pero nosotras tenemos unos mecanismos para que eso no pase, si en algún momento hay alguna que se mosquea hay una referente fuera para controlarlo”, aclara Insua.

En España prácticamente hay un equipo de Roller Derby en cada comunidad y existe la Asociación de Roller Derby en España que organiza desde 2019 una liga estatal. La Güestia es el tercer año que participa como equipo y además, de manera interna intenta, organizar un partido cada mes pese a la limitación de recursos de los que disponen. El compañerismo va por encima de la competitividad y los equipos nacionales de Roller Derby forman una gran comunidad. Durante estos años han viajado a numerosas ciudades españolas y todo de forma autogestionada, como explica Testera: “todo con recursos propios, organizado por nosotras y con la ayuda de los equipos de la ciudad a la que vas, el equipo nos acoge igual que cuando vienen aquí”. La forma que tienen de sostenerse es a través de cuotas mensuales de las jugadoras junto a la venta de merchandising y la organización de eventos para que ninguna se quede fuera, y las que no puedan permitirse la cuota también puedan formar parte de las filas de la Güestia.

El equipo asturiano lo conforman una treintena de mujeres, aunque no se cierran a posibles incorporaciones. Anteriormente, las puertas estaban abiertas durante todo el año, en la actualidad existen dos periodos de captación. “Se creaban niveles muy diferentes entre las que ya sabían patinar y las que no se sabían mantener en pie, entonces estas se frustraban”, explica Insua. Las nuevas incorporaciones son las llamadas Freshies, término yankee empleado para denominar a las personas que empiezan nuevas. Hay diferentes niveles, pueden saber patinar o no, pero independientemente de eso todas necesitan conocer a fondo el reglamento para jugar. El periodo freshie termina con una prueba que determina la capacidad de estas para jugar y no dañarse ni dañar a ninguna compañera. Asimismo, existen otros roles que actúan fuera de la pista elíptica y que son de gran importancia para la efectividad de este deporte. Hay gente que puede no sentirse preparada o no estar dispuesta a colocarse unos patines o hacer contacto y para ello existen los NSO (voluntarios no patinadores) o los árbitros (referees) que sí que llevan patines y conforman el equipo técnico para el óptimo desarrollo de los partidos.

La Güestia es un equipo de mujeres fuertes y duras que vienen a reventar estereotipos. La sociedad aún no está acostumbrada a verlas caer y golpearse practicando un deporte, pero ellas piensan demostrar que lo femenino nunca ha sido sinónimo de frágil. El equipo y los valores que defienden las mantiene unidas y fuertes para conservar este proyecto único en Asturies. Un equipo inclusivo en el que ninguna está por encima de otra, en el que caben todo tipo de mujeres, de cuerpos, tamaños y edades. La Güestia ha luchado por fundar una comunidad y un espacio seguro y lo hacen desde esa Asturias vaciada y rural que se ha convertido en su hogar. En la pista elíptica San Julián (Bimenes), tres veces por semana, se juntan les muyeres dures y asturianes, para evadirse de las angustias y compartir golpes, carcajadas y cariño.


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