La violencia de los últimos días, en los que 50 policías han resultado heridos, aviva los fantasmas del pasado entre unionistas británicos, protestantes, y los partidarios de la anexión a Irlanda, de fé católica.
La chispa ha saltado como consecuencia de los acuerdos del Brexit, que han dejado a Irlanda del norte en el mercado comunitario y ha eliminado la frontera entre Irlanda y el territorio británico. Los líderes unionistas se sienten traicionados por el Gobierno de Boris Johnson y temen que el Ulster acabe más cerca de Bruselas que de Londres.