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Lamine Thior, risas con trasfondo social

El cómico, comunicador y activista hispano-senegalés triunfó en las Jornadas contra el Racismo y la Xenofobia con su monólogo, 'Españul'

Por Marcos Fernández

«El punto no es negar la diferencia, sino dejar de creer que alguien es peor por ser diferente». Esta es una de las reflexiones que Lamine Thior dejó el pasado domingo en la presentación de su monólogo, ‘Españul’, en el Muséu del Pueblu d’Asturies, durante las Jornadas contra el Racismo y la Xenofobia. Cómico, activista, actor y comunicador hispano-senegalés, su  show está cargado de un mensaje crítico frente al racismo y los prejuicios sobre las personas negras. Y, sobre todo, estuvo plagado de momentos hilarantes en forma de anécdotas y bailes con los que logró que de los más pequeños a los más mayores del público se lo pasaran en grande.

Lamine Thior nació en Senegal, pero con solo dos años emigró con su familia a Algeciras. «En avión», resalta durante su monólogo, respondiendo al rumor que ya sonaba en los oídos del público sin haberlo mencionado: «patera». Desde pequeño comenzó a entender la diferencia cultural entre sus orígenes y su lugar de residencia.  Una diferencia que se presentaba al hablar con sus amigos blancos sobre sus dinámicas familiares, cuando enfrentaba microrracismos en el día a día, o cuando jugaba a ser un Back Street Boys y no había ningún integrante de una boyband cuyo color de piel se acercara al suyo.

Según iba creciendo y se convertía en adulto, estos prejuicios no solo no paraban, sino que iban a peor: «Cuando eres un hombre negro y te haces mayor, a los ojos de mucha gente pasas de ser un ‘negrito apadrinable’ a ser un delincuente».

Ante estas situaciones Lamine Thior decide denunciarlas mediante un arma reivindicativa, pero también universal e inclusiva: la comedia. «Hacer comedia con trasfondo social no es fácil, porque tienes que medir mucho la línea entre utilizar el humor como herramienta para concienciar o acabar riéndote de algo, es una línea muy fina». Su monólogo, ‘Españul’, ha ido evolucionando gracias a ese ‘prueba y error’ característico en la comedia comprobando cómo el público recibe algunos comentarios y bromas.

Y gracias a la comedia ha llevado sus reivindicaciones de los garitos madrileños e historias de Instagram a programas del alcance de ‘El Intermedio’ y a crear al exitoso podcast ‘No hay negros en el Tíbet’ donde abordan, siempre con humor, qué supone ser afrodescendiente en España junto a Frank T y Asaari Bibang. A través de estas plataformas que llegan a un público muy amplio, Thior ha aprendido a diagnosticar cómo se discuten los temas de raza en nuestro país, una temática que apenas tiene presencia ni en los medios tradicionales ni en los nuevos. «Antes se trataba el tema de una manera muy superficial y esto hacía muy complicado ahondar en qué tipos de prejuicios son los que causan el problema, porque solo quedaba el estereotipo. Cuando hablas sobre ello, tienes que hacerlo desde una perspectiva en la que asumes que puedes equivocarte», reflexiona.

Thior considera importante que las personas evolucionen «desde la responsabilidad y no desde la culpa». Desde la culpa no es posible construir porque suele derivar en una actitud defensiva o en la condescendencia. Otro error habitual al que apunta es aquel representado por la vieja frase de «no veo colores, solo personas», pues no es posible dar la espalda a las diferencias étnicas , lo transformador es no percibirlas como algo negativo. «Hay que seguir evolucionando en el movimiento antirracista hasta llegar a ver que somos diferentes y que eso es algo maravilloso con lo que poder convivir», sentencia.

Las nuevas generaciones son una parte importante de esta evolución. El contexto ha cambiado y la juventud convive de manera mucho más estrecha con la multiculturalidad. El cambio es tan evidente que ni «los cuñados» más reaccionarios pueden obviarlo, ironiza Thior: «Los cuñados de antes no eran conscientes de esta realidad, solo conocían la suya y no entendían la del resto. Pero los de ahora sí son conscientes de esta multirrealidad que existe y eso marca un punto diferenciador muy grande a la hora de comunicarse con ellos».

Y esta nueva perspectiva no puede explicarse sin la existencia de las redes sociales. «Son un lienzo en blanco, pueden ser una vía muy rápida para propagar odio, pero también lo son para poder concienciar a gente. Depende mucho también de la predisposición con la que busques en ellas estos mensajes», opina el cómico, que acumula 200.000 seguidores en Instagram.

Ser una persona negra en España todavía y pese a todos los avances y el camino recorrido en las últimas décadas, sigue siendo sinónimo de sufrir discriminación. La mayoría de las veces es «no intencionada, pero duele igual». Pedimos perdón al tropezar con alguien involuntariamente cuando el autobús pega un frenazo, ejemplifica Thior, «no hay intención, pero por si hemos hecho daños, pedimos perdón». Con eso que llamamos «microrracismos», ocurre algo muy parecido, pero las personas no acostumbran a pedir perdón por reproducirlos . «Mira, si habla como nosotros»; «¿Seguro que eres español?»; «¿Es verdad lo que dicen de los negros en la cama?»… Cada pequeño comentario que queda sin responder se va acumulando en la mochila de Thior. Cada pequeño «golpe involuntario» repite el mismo eco, un mensaje que frase tras frase acaba calando con fuerza: «No perteneces aquí».

Esta es la realidad de muchas personas con la misma historia para las que figuras y mensajes como los de Lamine Thior son imprescindibles. «Gracias a ti ya no siento que estoy solo». Es el mensaje de un seguidor qué más ha marcado al activista: «Muchas veces creemos que estamos solos en nuestra lucha. Y te crías en un contexto en el que tú eres el diferente y eres el que se tiene que adaptar. Pero al final, aunque no nos conozcamos de nada, nuestras vivencias son vivencias compartidas y eso nos une».

Thior se ha ido con muy buen sabor de boca de Xixón en su primera visita y encantado con la cercanía de la gente, destacando la ilusión que le ha hecho ver a tantas personas de edades e índole tan distinta en el acto riéndose al unísono. Una risa cuyo rumor se escuchará más allá del escenario de aquella mañana, una risa que para Lamine Thior significa «dejar ser, crecer y vivir».