Un cuerpo desnudo reposando en un sofá, árboles de hoja caduca naturales del Oeste americano, una reunión que podría pertenecer a un álbum familiar, autorretratos con luces y sombras, una habitación de hotel dónde una mujer mira desde un televisor y el gran juego de cristales y espejos. Estos elementos componen la exposición retrospectiva del fotógrafo estadounidense Lee Friedlander que se puede visitar hasta el 23 de enero en el Antiguo Instituto. Fotografías a simple vista realizadas en la cotidianidad de una persona, pero compuestas con un dinamismo y un encuadre que las hacen especiales. La retrospectiva de la obra del fotógrafo viaja desde los años sesenta a los dos mil, décadas en las que fue encaminando su obra, descubriendo nuevos paisajes y en las que encontró una particular forma de transmitir lo que el veía en su día a día. Nacido en el estado de Washington en 1934 y Friedlander es considerado uno de los fotógrafos más influyentes en la actualidad y uno de los maestros de la fotografía norteamericana del siglo XX.
El paisaje social norteamericano se convierte en uno de los temas principales de su obra. El entorno social, las calles de Nueva York y los postes eléctricos toman un gran protagonismo entre su extensísima producción. El fuerte contraste y la superposición de objetos en un mismo plano a los que da diferente protagonismo dependiendo la dureza de la luz, es algo característico de su obra de los 60 y evoluciona en las etapas posteriores del autor. Sus imágenes son como bodegones de momentos cotidianos de la vida y, además, son audibles. Todos reconocemos el sonido de una calle principal masificada o el silencio de un paisaje perdido en el desierto. La cantidad de elementos e información visual en su manera de componer nos sumergen en un caos que nos traslada a la vida en la ciudad. Friedlander nos cede su visión de la ciudad pero también sabe ponerse delante de la cámara. En su libro ‘Autorretrato’ (1970) es el protagonista de las 50 imágenes que lo componen. En ellas juega a superponer su sombra con objetos que aparecen en escena mientras él se manifestarse a través de los espejos.
Su obra respeta lo que ve, las imágenes apenas son escenarios modificados y esa espontaneidad conecta con el espectador. Friedlander fotografía el encuadre preciso, no en el instante preciso. En las obras de autores coetáneos como Helen Levitt o su amigo Garry Winogrand se palpa la fugacidad del momento, en cambio en las fotografías del conocido como «cronista de Nueva York» el tiempo se detiene en una imágen que perdura. A partir de los años 80, cuando empieza a adentrarse en el desierto del oeste americano, Friedlander reconoce su adicción al primer plano. Hasta ese momento no había utilizado de una forma tan insistente este recurso con el que arriesga con la proximidad y lejanía de las cosas, incluso dificultando en ocasiones la lectura de las imágenes por la superposición de elementos en un mismo plano.
Los escaparates de las tiendas en las ciudades son su otro medio natural. La mezcla de ingredientes del interior y exterior componen imágenes irónicas como un maniquí vestido de edificio u otro con cabeza de árbol. Los retrovisores de los coches también son un recurso al que recurre en sus diferentes años como fotógrafo y se hace visible en su libro ‘America by car’ (2010) en el que su fotografía fragmenta el espacio en diferentes perspectivas, la que nos enseña el cristal del coche y la del retrovisor. El negro y el blanco son los protagonistas en este recorrido por los años 60, 70, 80, 90 y 2000 del autor y por la Sala 2 del Antiguo Instituto exceptuando la pequeña entresala dedicada al Jazz en la que irrumpe el color y la música en medio de los tonos grisáceos de la exposición. Este estilo musical está muy ligado a la obra del artista. Friedlander hizo numerosas portadas de discos y retrató muchos de los grandes del jazz norteamericano como Aretha Franklin.
La Fundación MAPFRE con la colaboración de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular de Xixón son los organizadores de esta exposición de casi 350 obras. Se podrá visitar de forma gratuita hasta el 23 de enero de 2023 en la Sala 2 del Centro de Cultura Antiguo Instituto. De lunes a viernes los horarios serán de 17.30 a 20.30 horas, los sábados de 12 a 14 y de 17.30 a 20.30 horas y domingos y festivos se podrá visitar de 12 a 14 horas esta exposición caracterizada por la complejidad de la cotidianidad y por la característica forma del autor de trasladar su visión de la vida social y cultural de cada época a través de su cámara Leica y su Hasselblad Superwide.