Dos atentados suicidas en el aeropuerto de Kabul acabaron ayer con la vida de al menos 40 personas, varias de ellas menores. Los sanitarios que han asistido a las personas afectadas han estimado extraoficialmente que el número de heridos pasa de cien. Al menos 13 fallecidos son soldados estadounidenses.
El primer ataque se produjo en una zona donde los refugiados afganos revisaban sus visados. Un atacante hizo estallar su chaleco con explosivos y, justo después, un segundo comenzó a disparar contra la multitud. La segunda explosión se ha producido en un hotel, también junto al aeropuerto, que Estados Unidos y Reino Unido utilizaban para alojar a sus ciudadanos.
Embajadores de varios países, entre ellos Estados Unidos, e incluso la ministra de Defensa española, Margarita Robles, venían avisando durante los últimos días de que las probabilidades de un ataque eran altas y las amenazas «creíbles» e «inminentes».