Un proyecto audiovisual de aproximadamente nueve semanas de rodaje emite una huella de carbono de 24 toneladas de CO2, cantidad similar a la que emite una persona en cinco años. A esto se le suman más de 5 mil litros de gasolina, 2 mil botellas de plástico y otros muchos factores que influyen en esta gran huella de carbono. El cine forma parte de las industrias contaminantes del mundo y debe dirigirse hacia un camino sostenible que tenga el menor impacto posible sobre la tierra. Por otro lado, puede ser una herramienta de comunicación para educar en la ambientalidad y en la realidad climática.
Sandra Magro y Reyes Revilla en la sesión formativa
Tanto a nivel internacional como europeo ya se está implantando esta “sostenibilidad como nueva normalidad” afirma Sandra Magro. Actualmente la conciencia ha llegado a todos los estamentos sociales, al menos en los marcos legales de las subvenciones y los compromisos corporativos como, a nivel internacional, La agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y a nivel europeo el Pacto Verde con un plan de desarrollo económico 100% sostenible. En España y directamente relacionado con la industria del séptimo arte, desde el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) se ofrecen ayudas a producciones audiovisuales que tengan claros los impactos ambientales que emiten, un plan de reducción y la medida de este impacto.
El impacto climático en los proyectos cinematográficos va desde el proceso de preproducción hasta la final post producción. El transporte de gente y mercancías, los generadores con gasolina o gasoil, el catering, los residuos, el consumo de materias primas, el vestuario, maquillaje, peluquería y los efectos tanto visuales como especiales son los principales factores que desembocan en emisiones de gases de efecto invernadero. “Para ser sostenibles cada decisión que vayamos a tomar tiene una huella asociada” dice Magro.
Pero si todo el proceso que envuelve la industria cinematográfica es contaminante… ¿puede llegar a ser sostenible? La respuesta de Magro es que lo posible es una reducción. Desde la consultora Mrs. Greenfilm de la que Magro es co-fundadora y junto con la Fundación Secuoya ha creado un Protocolo de Rodajes Sostenibles que se trata de un Green Book, para seguir unas medidas sostenibles y así “premiar” con el Sello Verde Sostenible a las productoras que cumplan los requisitos que aparecen en esta guía. Además, esta guía proporciona ‘tips’ sobre cómo cumplir estas pautas y los costes de unas opciones u otras.
“Las producciones españolas son de base bastante sostenibles por la cultura que tenemos” afirma Magro, aunque reconoce que aún hay un gran camino por recorrer y propone una serie de consejos que permitan reducir la huella ecológica de los proyectos. Para el transporte invita a optimizar las rutas, utilizar vehículos eficientes y llenos. En cuanto a la eficiencia energética, evitar el uso de generadores conectándose a la red municipal y así disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por la combustión. En los caterings llama a priorizar la compra de productos locales, la eficiencia energética con comida precalentada o calentadores y donar comida a asociaciones o ONGs del tejido local, igual que con el vestuario. Intentar reutilizar o alquilar este y en caso de comprarlo maximizar su ciclo de vida. “Las productoras pueden contribuir a la economía social y solidaria a escala local y es una manera de socializar los beneficios que puede tener una producción con las comunidades locales”, señala la experta. En cuanto a los residuos recalca la importancia de su correcta separación y la eliminación de plásticos de un solo uso como botellas de agua y embalajes. También la preferencia de los efectos visuales en postproducción por delante de los efectos especiales como son las explosiones o incendios, que en comparación tienen un efecto directo menor en el medio ambiente.
Dada la imposibilidad de reducir a 0 los impactos en el medioambiente a través de la actividad audiovisual existen otras formas para compensar la huella ecológica. Los bonos o créditos de carbono son un mecanismo internacional de descontaminación para reducir las emisiones propuesto en el Protocolo de Kioto, que consisten en fomentar actividades que «compensen» las emisiones nocivas generadas durante la ejecución del proyecto. Uno de los más habituales es la creación de un proyecto forestal, en el que se haga un trabajo de reforestación o conservación de los bosques para capturar el CO2.
La sostenibilidad es uno de los conceptos más repetidos en los últimos años y, quizás, la preocupación humana más acuciante. El cine refleja nuestras inquietudes, anhelos y miedos, por eso la crisis climática copa cada vez más espacio en las historias de los cineastas. Durante esta edición del FICX la lucha de los activistas por la preservación del planeta protagoniza la película de Daniel Goldhaber, ‘How to Blow A Pipeline’, que compite en la sección ‘Retueyos’. También durante el verano el FICX invitó a reflexionar sobre la cuestión con un ciclo de cine dedicado a la sostenibilidad y ahora, también, propone a los creadores una forma de ir más allá. No solo construir narrativas sobre los cambios a los que se enfrenta el planeta, sino hacer un cine que contribuya a frenarlos. Como enseñó Sandra Margo, pequeños gestos pueden tener grandes efectos.