No, ayer no era el único día para ver la exposición retrospectiva de Rodrigo Cuevas. Aún así cientos de personas abarrotaron las salas y pasillos de LABoral Centro de Arte para celebrar la inauguración de ‘Rodrigo Cuevas. La gracia de la agitación folklórica’, con una fiesta que hizo honor al último proyecto del artista ‘La Romería’. No era un estreno cualquiera —en este centro dedicado al arte contemporáneo y la innovación, nunca lo son—, porque el cantante demostró una vez más su capacidad para atraer y mover a las masas, levantando pasiones que solo parecen reservadas a futbolistas o estrellas internacionales. Demostró, una vez más, que la cultura, la tradición y la lengua asturianas pueden llenar con orgullo las plazas más grandes.
Comisariada por Ricardo Villoria y Llorián García, esta muestra dedicada a su universo musical y proceso creativo estará disponible hasta el 8 de marzo de 2025. Se trata de un proyecto que ha tardado dos años llenos de retos en cocinarse. Villoria y García apuestan por dar una vuelta al arte actual: “En el arte contemporáneo suele haber una presencia muy potente de lo que es la teoría, pero la teoría es la que suele ir antes que la práctica. Lo que hicimos en esta exposición fue lo contrario, partir de las practicas musicales de Rodrigo y generar un contexto en el que se pudiera encontrar de otra manera”.
A través de un viaje por la sala, rodeada de fotografías, pintura, vestimentas, vídeos, elementos rurales y objetos personales, la intención es que la gente perciba y sienta Asturies a su manera. “Siento decirte, pero esta exposición no es tuya”, le espetó García, entre risas, a Cuevas durante la presentación. La figura del artista vertebra la muestra como un prisma poliédrico que refleja infinitas formas de una Asturies que está en los ojos quien lo observa. A lo largo del recorrido nos invitan a participar e incluso jugar con la exposición calzándonos unas madreñas.
La costumbre es ver a un Rodrigo extravagante, colorido —como lo vimos durante la presentación—, ataviado con faldas, fajines y volantes, un efecto muy diferente al que transmite la sala de su exposición. La sencillez y los colores neutros se apoderan de la sala. «Lo que intentamos fue bajarle un poco ese flow que trae con él, hacerlo un poco sobrio y sacar lo que transmite, esa serenidad, esa forma de ser y de demostrar que desde Asturies se puede hacer una carrera y se puede triunfar”, afirmaba Villoria.
Más que ensalzar la figura de un artista, los comisarios pretenden compartir el proceso creativo de Cuevas cuya gracia pasa por mirar a lo tradicional desde la actualidad. En decenas de entrevistas le hemos escuchado reivindicar el cortejo, las canciones de amor, el dedicar tiempo a contemplar y pensar a la persona amada. Al vestirse, con su montera picona, transparencias y madreñas con tacón, carga de sensualidad los trajes tradicionales y lo hace recurriendo a diseñadores actuales y de la tierra, como Made by Kös.
Con naturalidad, ha practicado y llevado a lo más alto lo que en la teoría llaman “neofolclorismo”; a través de esta muestra Villoria y García nos invitan a hacer lo mismo. Mirar a la tradición asturiana y vestirla con nuestros propios significados. El folclore no muere y ni ha de guardarse intacto e en sus representaciones antiguas. Es la expresión cultural y artística de los pueblos, que muta y evoluciona con ellos.
Ni el presidente Adrián Barbón quiso perderse la romería, que volvió rápidamente de sus obligaciones en Madrid, para celebrar este hito junto al artista y a la concejala de Cultura de Xixón, Montserrat López Moro, y el director del centro, Pablo de Soto. “Rodrigo está llevando a cabo una auténtica revolución cultural, pero más allá de eso, está haciendo una revolución de la autoestima de Asturias”, afirmó el presidente del Principado. Contagiado por el espíritu festivo de la multitudinaria cita Barbón imploró un «¡Puxa Asturies!» coreado por el público exaltado y ante la mirada divertida de Cuevas. Rodrigo por su parte, aunque protagonista inevitable, solo dedicó unas palabras de agradecimiento tanto al equipo de LABoral Centro de Arte como a los artistas que cedieron y crearon las obras para la muestra. Pero, sobre todo, animó a la gente a bailar y divertirse, «que la vida ye pa eso».
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